Por Teresa Gurza
De acuerdo con la más pura tradición electoral michoacana, los encuestadores volvieron a equivocarse.
Y de acuerdo a la misma tradición, todos los partidos se declararon ganadores de la contienda que culminó el domingo pasado con los comicios para elegir al gobernador de la entidad.
Luego, ya lo estamos viendo, los perdedores iniciaron con disimulo la "operación cangrejo" para ir reduciendo poco a poco y sin que se note mucho, sus cifras y expectativas de triunfo; y por supuesto anunciaron que impugnarán el resultado favorable al priísta Fausto Vallejo; en lo que verdaderamente deseo no tengan éxito.
Jamás imaginé hace una década o década y media, o en algún momento de los 16 años que viví en Michoacán, que me llegaría a dar tanto gusto el triunfo del PRI y de Vallejo, un político que al fragor de otra elección, que perdió, se atrevió a declarar que todos los periodistas éramos corruptos y que el PRI pagaba sus silencios o sus elogios; afirmación de la que luego tuvo que desdecirse.
Dejando ese episodio atrás, me da gusto que haya ganado porque salvó a Michoacán de caer en manos del PAN; porque tiene experiencia de gobierno y como político; y ante todo y sobre todo, porque por lo menos no es "hermana" de nadie y a puro pulso y con todo el poder de las alturas en contra, logró remontar su campaña.
Del PRD y su candidato mejor ni hablar; el fracaso de ahora ya se podía preveer desde aquellos plantones del "aquí nadie se raja".
Y si no perdió antes el estado que consideraba propio, fue gracias al encanto del nombre y la personalidad de Lázaro Cárdenas Batel.
Mal, muy mal, le hubiera ido a Michoacán con el triunfo de Luisa María Calderón; además de que todo lo que anunció haría si ganaba, no hubiera durado ni seis meses; que es lo máximo que le queda a su hermano el presidente de vida útil.
Cocoa me cae bien por aventada en la vida y no tengo nada en su contra; excepto el que tanto ella como Felipe hayan anunciado que nadie de la familia buscaría puestos políticos mientras él estuviera en la presidencia.
En eso como en muchas otras cosas, no cumplieron.
Y que bueno que pese a todo el poder desplegado en su favor, a los madrinazgos y padrinazgos de los competidores panistas por la presidencia, y al exceso de dinero público que según sus opositores fue a dar a su campaña, no se salieron con la suya.
Porque ya de por sí es triste ver como han ido las cosas públicas en Michoacán; y como se agravaron, con los castigos presidenciales contra Godoy y los "embargos" de recursos que correspondían a la entidad; con eso, Calderón evitó que cumpliera como gobernador aunque fuera en una mìnima parte;
pero también le dió en la torre al estado.
Por todo eso y por mucho más, me alegra que no se haya podido cerrar la pinza de la mancuerna Calderón.
A veces pienso que el comportamiento y ese como odio de Felipe Calderón contra su estado natal, es una especie de venganza política por lo mal que lo trató cuando hace 16 años fue candidato a gobernador contra Cristóbal Arias del PRD y Víctor Manuel Tinoco Rubí del PRI, quién fue finalmente el ganador.
Recuerdo con nitidez los mítines de Felipe, a los que sobre todo en la Meseta Tarasca, nadie asistía; eran actos tan desairádos, que hasta los boleros se iban.
Y eso que para animar llevaba Felipe de pueblo en pueblo a un modesto "cantinflas" local, quien disfrazado como el famoso cómico, era parte de la caravana panista; que entonces no tenía recursos para contratar a alguien más glamoroso, como sucedió ahora con la presencia de mariachis y Maribel Guardia, apoyando a Luisa María.
Simpatizaba yo entonces con el hoy presidente, que me parecía un joven derechista pero con ideas modernas y expresadas con corrección; bien intencionado y dispuesto a defender entre otras cosas la democracia, la limpieza electoral y libertad de expresión.
Me equivoqué con él; y cuando llegó al poder comprobé hasta en carne propia que no era cierto lo que pensaba.
Pero en esa época, sentía yo algo de pena al verlo trajinar en localidades vacías a las que casi ni los periodistas iban, en lugar de estar junto a su esposa disfrutando el embarazo de su hijita mayor; me afligía que en lugar de descansar en Morelia, tuviera que treparse a vehículos sin confort para pueblear durante horas con evidente malhumor y desgano, pocos oyentes y cero posibilidades de triunfo.
Aunque no compartía yo sus ideas políticas, me daba tanta compasión la soledad política en la que transitaba Felipe, aunque como en un mítin de Charo lo acompañara ese magnífico hombre y panista que fué Carlos Castillo Peraza, que hasta le tejí un suetercito a su bebé.
Pero como dice la canciòn: Todo cambia....
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