Por Gilberto Lavenant
La llamada Marcha Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad, que concluyó en la capital del país, es una muestra de que lo único positivo que está generando la inseguridad nacional, es que está despertando las conciencias ciudadanas.
Los mexicanos, en su gran mayoría, están reconociendo y aceptando que no se puede seguir ejerciendo el papel de sumisos, marginados y tolerantes. El ya basta, o el !estamos hasta la madre!, de Javier Sicilia, luego del asesinato de su hijo, encontró eco.
La marcha silenciosa, mostró al mundo entero, que los mexicanos ya están hartos de las cosas que se viven, de la ineptitud de los gobernantes, de la violencia galopante e incontrolable, de la falta de respeto a la vida de ciudadanos positivos, trabajadores, productivos, deseosos de vivir en paz.
El Estado mexicano se integra por población, territorio y gobierno. El papel de la población es tributar y votar, además de convivir pacíficamente. De alguna manera, se ha venido cumpliendo con dichas funciones. En cambio, el papel del gobierno, que es el de prestar los servicios públicos elementales, el brindar tranquilidad y seguridad pública, ha sido ineficiente. Totalmente ineficiente.
La corrupción, carcomió todas las estructuras de gobierno y eso ha lesionado severamente a la sociedad. El territorio mexicano es uno en el que no es posible vivir en paz. Para muchos, ni siquiera vivir es posible. Los aproximádamente 40 mil víctimas de la narcoguerra, son muestra clara de la grave realidad que padecemos.
Y como todo tiene un límite, en esta marcha se hicieron reclamos concretos y se fijaron plazos para tener respuestas claras y específicas. La Marcha Nacional por la Paz, concluyó en el Zócalo capitalino, con una serie de exigencias. No sólo la relativa al cambio en la estrategia de combate a la delincuencia, bajo un nuevo enfoque ciudadano y de respeto a los derechos humanos, sino también con una condena a la complicidad de autoridades y partidos políticos con el crimen organizado.
Además de que se advirtió el inicio de acciones de resistencia pacífica si las autoridades no cumplen con reformas sociales, económicas y políticas, que permitan devolver al país la seguridad y paz.
Al hacer un diagnóstico de las condiciones en que se encuentra México, se dió a conocer un documento en el que se plantearon seis puntos de acción y de compromisos, en el cual se afirma que este es un momento de emergencia nacional y que es indispensable que el país se articule de manera plural e incluyente, desde abajo, entre todos, a fin de impulsar
cambios de fondo que recuperen el piso que nos une, y posibilite la convivencia social.
Los participantes en esta marcha señalan seis exigencias a cumplirse, tales como verdad y justicia, detención de autores materiales e intelectuales de crímenes; poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana; combatir la corrupción y la impunidad; combatir la raíz económica y las ganancias del crimen; la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social; democracia participativa, mejor democracia representativa y democratización en los medios de comunicación.
Y no solo eso, se emplazó a las autoridades mexicanas a cumplir dichas exigencias, advirtiendo que el 10 de junio próximo, en Ciudad Juárez, se efectuará una evaluación del cumplimiento de exigencias y se plantearán posibles acciones de resistencia civil, en caso de incumplimiento de las mismas.
Los marchistas propusieron a la sociedad y exigieron a las autoridades, acciones que inicien un nuevo camino de paz con justicia y dignidad, donde se esclarezcan y resuelvan asesinatos, desapariciones, secuestros y los crímenes de las fosas clandestinas, la trata de personas y el conjunto de delitos que han agraviado a la sociedad, mediante procesos transparentes y efectivos de investigación, procuración y administración de justicia, en un plazo no mayor de tres meses.
Reclamaron respuestas a casos como los de la familia Reyes Salazar, Marisela Escobedo y su hija, Betty Cariño, los niños de la Guardería ABC, y el crimen múltiple de Morelos, entre otros.
Se planteó poner fin a la estrategia de guerra y asumir una estrategia de seguridad ciudadana, bajo un enfoque de respeto a los derechos humanos y que se reconstruya el tejido social en las colonias, barrios y unidades habitacionales del país.
Se exigió, que antes de dos meses, se aprueben las reformas constitucionales en derechos humanos y se instituyan mecanismos de protección de periodistas y defensores de derechos humanos, e incluso se propuso efectuar un encuentro nacional de las experiencias de seguridad pública y defensa ciudadana.
El ya basta, no solo es para Calderón, sino también para los criminales y para los políticos en general, que mantienen a México en un caos. Cada día, las exigencias subirán de tono. México empieza a despertar.
gil_lavenant@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario