miércoles, 30 de marzo de 2011

Palco de Prensa: Estratégia errónea

Por Gilberto Lavenant
La semana pasada, un numeroso grupo de propietarios y directivos de medios de comunicación, así como periodistas en general, firmaron un Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, presuntamente para manejar la información relativa a hechos delictivos, con mayor responsabilidad, a fin de que los medios dejen de ser voceros del crímen organizado y con ello disminuya la percepción de la violencia en México.
La firma se dió dentro de la apertura de la segunda edición de Iniciativa México, en el que, entre otras cosas, se estableció el compromiso de crear un órgano ciudadano de observación, cuya función se dice, será realizar reportes periódicos sobre el apego de los medios a los criterios editoriales del acuerdo.

Es importante hacer algunas observaciones al respecto.

Sin duda alguna, toda acción tendiente a combatir al crímen organizado, todo aquello que tienda a disminuir la violencia que azota al país, merece ser apoyado por todos los mexicanos serios, responsables, honestos, que anhelan mejores condiciones para ellos y sus familias.

Todos los mexicanos están conscientes de que esto que se está viviendo, ya es insoportable y amenaza con aniquilar todo propósito y anhelo de progreso, de bienestar social. Definitivamente todos quisieran que se eliminara el narco, en todas sus formas.

Pero es erróneo pensar en que guardar silencio, abatirá la violencia. De ninguna manera. Por el contrario, los periodistas se deben mantener vigilantes de las condiciones en que se vive en nuestro país.

Se debe decir la verdad, aunque nos incomode. Es necesario reflejar en los medios el grado de violencia e inseguridad prevaleciente en todas las regiones de la República Mexicana.

Seguro que la mayoría de los mexicanos quisieran que desaperecieran de los medios de comunicación las notas rojas, las relativas a crímenes y asaltos, aquellas en las que se hace mención de la detención de capos o hechos tan sangrientos que se suceden diariamente, respecto a hechos dramáticos en las que grupos de jóvenes, o personas de edades diversas, son acribilladas en centros de reunión, sin motivo aparente.

Callar esto, guardar silencio ante hechos tan lamentables, esconderlos entre notas intrascendentes, o minimizarlos lo más posible, casi con la evidente intención de que pasen desapercibidos para muchos, es tan criminal, como los hechos mismos.

¿Cómo dejar de mencionar, que la narcoguerra de Felipe Calderón ha sido un fracaso?, ¿Cómo no mencionar el resultado fatal del combate al crímen organizado?, ¿Cómo omitir la privación de la libertad de muchos hombres o mujeres de bien?, ¿Cómo dejar de hacer referencia a las formas o estrategias delictivas?

Si bien es cierto que muchos medios de comunicación, aprovechan la violencia para incrementar sus niveles de circulación o difusión, muchos otros los difunden, como un compromiso social, como una necesidad insoslayable de mostrar a sus lectores, oyentes o espectadores, la realidad nacional.

Para que las notas sobre hechos delictivos, dejen de aparecer en primeras planas o espacios preferenciales de medios impresos, radiofónicos o televisivos, e incluso de portales cibernéticos, los responsables de su combate deben redoblar esfuerzos y mejorar sus resultados, para que estos disminuyan ostensiblemente. No hay de otra.

El guardar silencio, ante este clima de violencia generalizada en el país, es tanto como convertirse en cómplices de los criminales y en solapadores de las autoridades encargadas de combatirlos y que logran tan bajos resultados, por sus ineptitudes, por su falta de visión e inteligencia, y en muchos casos por los grados de corrupción existente en las corporaciones policiacas.

Y que quede claro que los periodistas no son policías, sino simplemente observadores o críticos, que cumplen una labor social con su trabajo periodístico. Que de ninguna manera deben guardar silencio ante tal realidad, pues hacerlo, como presuntamente se comprometieron en el citado Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, lo que es una estregia errónea, que generará un problema mayor que el que ahora tratan de soslayar.

Lo que es todavía peor, es pretender establecer un órgano fiscalizador, que esté al pendiente de que ningún periodista, ni medio de comunicación, rompa el citado acuerdo, instrumento este propio de las dictaduras.



Solo falta, que tal acuerdo, de sujeción o sometimiento voluntario, se convierta en ley, se haga de cumplimiento obligatorio y además se le dote de acción coercitiva, o sea, se pueda hacer cumplir, hasta con el uso de la fuerza pública.



Definitivamente, el “acuerdo mordaza”, que implica guardar silencio ante el fracaso calderonista y su narcoguerra, es una estrategia errónea.



gil_lavenant@hotmail.com

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