Bajo Reserva Periodistas EL UNIVERSAL
La portada de “The New Yorker”, una de las más influyentes revistas del mundo, dice en su último número: “Tortura en Tijuana”. Y en la apertura del reportaje titula: “En nombre de la Ley”. Habla del coronel retirado Julián Leyzaola Pérez, secretario de Seguridad Pública de esa ciudad fronteriza, quien “sacó a su familia de México.
Durmió en una base militar. Sobrevivió a una serie de atentados, uno que involucró un complot para volar el cuartel de la policía”. Cuenta cómo no se dejó intimidar por Teodoro El Teo García Simental, quien le pidió que renunciara en una nota que dejó sobre el cadáver de un policía en julio de 2009. Habla de un hombre bragado que con el puño golpeó la cara de un presunto sicario tendido, muerto. El periodista William Finnegan le pregunta si alguna vez le ofrecieron dinero. Leyzaola Pérez le actuó el arresto de un ex militar que quiso corromperlo a nombre de El Chapo Guzmán. El militar retirado es dibujado como un John Wayne. Un individuo que representa el modelo de policía rudo aplaudido por los empresarios locales, autoridades federales de México y EU… y señalado como un torturador no por uno, sino por muchos: por población civil, organizaciones civiles, ex policías, ex militares y detenidos. Y algunos, sugiere el reportero, lo creen operador justamente de Guzmán Loera; el que “le limpia la plaza de enemigos”, usando la jerga de moda. El texto periodístico deja una noción: que en la urgencia de la policía mexicana de “romper traseros”, ya no importan los civiles y sus derechos. La ovación a Leyzaola y al “modelo Tijuana” no se queda allá, en el norte. Es la gasolina que trajo a José Francisco Blake Mora de Baja California a Gobernación. De allí su importancia.
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