MEXICO.- En medio de los planes emergentes de combate a la obesidad infantil, en México el consumo de refrescos creció 60%, situación que se agudiza en zonas de pobreza en el país.
La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados revela que las 230 plantas embotelladoras del país comercializan 300 millones de cajas al año (con 12 refrescos en promedio en cada una) con un valor aproximado superior a los 193 mil millones de pesos.
Según estimaciones de Euromonitor Internacional, en 2008 los mexicanos erogaron cerca de 186 mil millones de pesos en la compra de refrescos.
La misma consultoría proyecta que para 2013, de continuar los estándares actuales, los mexicanos gastarán en bebidas carbonatadas 238 mil millones de pesos.
El país se ha convertido en un paraíso de empresas procesadoras de alimentos y bebidas de bajo o nulo valor alimenticio. “México ocupa el primer lugar mundial en consumo per cápita de refrescos y el segundo en importancia en ventas después de EU”, señala un punto de acuerdo turnado a las comisiones unidas de Salud y Educación.
Se detalla que con base en datos del Centro de Investigación de Nutrición y Salud, el creciente consumo de refrescos y bebidas endulzadas está condenando a niños a engrosar las filas de obesos, diabéticos e hipertensos y propone limitar la publicidad para estos productos.
Se busca presionar para que el gobierno federal cumpla a cabalidad con el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, Estrategia para el Sobrepeso y la Obesidad, firmado el 25 de enero pasado, el cual establece, entre otros puntos, proveer a las escuelas de agua potable, aplicar campañas informativas y de supervisión de la alimentación de los escolares, y la obligatoriedad en la práctica de ejercicio físico.
El texto legislativo señala que “en México el acceso al agua simple potable es limitado, por lo tanto es necesario desarrollar una estrategia para asegurar su disponibilidad y consumo como primera alternativa de hidratación, lo cual contribuirá a que la población mantenga un peso corporal adecuado en el contexto de una vida saludable”.
Estudios consultados por dicha comisión legislativa determinan que ninguna bebida azucarada tiene efectos de saciedad, por lo que la ingestión de energía a partir de estos líquidos no se acompaña de regulación eficiente del apetito, lo que contribuye al aumento de peso.
“Hay evidencia científica clara de que la ingestión de bebidas calóricas, principalmente azucaradas, jugos y leche entera aumentan el riesgo de obesidad”.
Actualmente 21% del consumo energético total de los adolescentes en México proviene de estas bebidas.
La secretaria de la Comisión de Salud, la priísta María Cristina Díaz, refirió que a pesar de la crisis financiera una de las empresas refresqueras reportó un crecimiento de 11% en sus ventas.
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