CIUDAD JUÁREZ.- Faltaban unos 20 minutos para el mediodía cuando los Cervantes, los Pérez, los Griensen, los Ochoa y los Montes llegaron a la plaza de la megabandera. Salieron de sus casas con el duelo a cuestas para tratar de recuperar, por unas horas, las calles de la ciudad. Una bala perdida, el secuestro y la desaparición forzada les arrebataron a sus seres queridos en este año en que la violencia se implantó como única ley.
Justo a las 12 del día empezó la caminata. En filas de 10, más de 2 mil 500 juarenses iniciaron el recorrido de cuatro kilómetros sobre la avenida Rafael Pérez Cerna. La desesperación hizo eco la mañana de este domingo cuando las familias gritaban: “Queremos paz hoy”, “fuera militares, federales y delincuentes de Juárez”.
A pesar de que desde marzo de 2008, más de 8 mil soldados y policías federales patrullan la ciudad y sus alrededores, 2 mil 340 personas han sido asesinadas en lo que va del año, entre ellas 135 mujeres, varios niños, maestros y estudiantes universitarios y hasta policías de todas las corporaciones.
Ni el aire, ni el frío impidieron la manifestación social. Convencidos pero tristes de que Juárez sea conocida como la ciudad más violenta del mundo, empresarios, obreros, mujeres, padres de familia, universitarios y ciudadanos se unieron en coro para exigir que las autoridades federales, estatales y municipales “repiensen la estrategia contra el crimen organizado, porque hasta ahora lo que han hecho no ha servido de nada”.
Comprando la vida
Federico Ziga, presidente de la Cámara de la Industria Restaurantera, es parte del contingente. Mientras avanza, lamenta que su gremio es uno de los más afectados por la inseguridad. En sus cifras, más de mil negocios del ramo están siendo extorsionados actualmente, otros tantos han sido víctimas de asaltos y robo a mano armada. “La ciudad está tomada por la delincuencia, cada vez que tenemos que pagar la cuota, sentimos que estamos comprando vida. Le pagamos a los criminales para que nos dejen vivir”.
Apoyada por un bastón y de la mano de su nieto de 15 años, Hilaria García de 77 años, dice: “Vengo a la marcha porque quiero volver a ir a misa o al mandado sin miedo”. A paso lento sigue al numeroso grupo porque quiere denunciar que hace dos meses la extorsionaron por teléfono. “Me dijeron que tenían secuestrado a un sobrino, que les depositara 20 mil pesos en diferentes cuentas de bancos, sólo junté 14 mil que me prestaron”.
Luto permanente
El más pequeño de Los Cervantes, un niño de nueve años, grita con fuerza, una y otra vez: “Paz para Juárez”. Su familia ha sufrido asaltos, extorsiones y el secuestro de un ser querido por el que pagaron el rescate pero al que nunca volvieron a ver. Siguen de luto y marchan para exigir justicia y alto a la impunidad. “Las autoridades no nos dicen nada sobre cómo va la investigación, estos meses han sido un infierno”.
Dos jóvenes universitarios se unen corriendo al contingente. Cargan una cartulina en la que piden: “El dinero que se gastan en la militarización, inviértanlo en educación”. Los dos salieron de sus casas a exigir que la delincuencia les regrese sus espacios de entretenimiento. “Ya no podemos salir, apenas mataron a un compañero en el antro en el que nos reuníamos”.
El padre Jesús de la parroquia del Espíritu Santo dice que en cuanto terminó la misa de las 10 se alistó para la marcha. “Venimos para exigir a las autoridades que apliquen la inteligencia y nos devuelvan la paz”. En los últimos meses le ha tocado dar los santos óleos y la extremaunción a jóvenes que son acribillados en las calles. “Nos mandaron al Ejército pero ellos no saben cómo imponer la paz, y estamos peor que nunca en la ciudad”.
Soledad Griensen se limpia las lágrimas, está vestida de negro. Su familia está de luto. Una bala perdida le quitó la vida a su sobrino. “Los muertos no son un número más en las cifras del gobierno, son padres de familia que caen víctimas de esta guerra sin sentido y sin control”.
Como integrante de una asociación civil que lucha contra la violencia hacia las mujeres, Soledad advierte que la ausencia de valores en los hogares ha generado el caos que se vive en la ciudad. “Las personas violentas provienen de familias disfuncionales, ahí los educan para matar por el abandono y la falta de atención”.
Con las fotos de sus hijas en una pancarta, madres de jóvenes desaparecidas marchan en la retaguardia del contingente. En lo que va de este año 36 mujeres, de entre 16 y 22 años, salieron de sus hogares y nunca volvieron. Nadie sabe de ellas.
Olga Esparza, mamá de Mónica Janeth Alanís, denuncia que desde el 26 de marzo su hija salió a la universidad y no supo nada de ella. “Las autoridades me preguntan a mí si yo he sabido algo de ella, porque ellos no. Imagínese cómo estamos”. Los Pérez y Ochoa van en el mismo grupo. Tampoco saben nada de sus hijas.
El colorido traje de la payasita Xixi, dan un toque infantil a la marcha. “Yo vengo porque estoy muy preocupada por los niños de Juárez. En las fiestas infantiles me dicen que sus papás son sicarios y que ellos son los que se encargan de matar a los malos de la ciudad”. Ella también ha perdido a dos amigos en el fuego cruzado entre bandas rivales del crimen organizado. “De justicia, ni hablar, no hay investigaciones sobre sus asesinatos, sólo tres huérfanos de padre de los que nadie se ocupa”.
Rosas blancas por las víctimas
El sol calienta y las chamarras van sobrando. Entre gritos y la caminata el contingente entra en calor. No paran de exigir “paz para Juárez” una y otra vez. Lentamente la explanada de la presidencia municipal va siendo ocupada por los ciudadanos. Docenas de rosas blancas son depositadas en el piso con una leyenda: “En memoria de las víctimas inocentes que fallecieron a causa de la violencia ¡Ya basta!”. Miembros de asociaciones civiles que participaron en la organización de la marcha empiezan los discursos.
Abajo los ciudadanos exigen la salida de las autoridades municipales y estatales. “Si no pueden renuncien”.
Hugo Almada, académico de la Universidad Autónoma de Juárez, hizo un llamado de auxilio al mundo y a las organizaciones internacionales de derechos humanos para que observen a Juárez y presionen al gobierno federal a que encuentre una solución que les devuelva la vida y la paz a los ciudadanos en esta frontera.
Al término de la marcha, a la que llamaron “Solución para Juárez”, los organizadores entregaron el pliego con el que pretenden aportar soluciones al problema de seguridad pública en la ciudad, el escrito lo recibió el alcalde José Reyes Ferríz.
Eduardo Güereque, presidente de la asociación civil Observatorio Juarense de Seguridad Pública y Seguridad Social, dice que demandan el diseño y la puesta en marcha de un pacto gobierno-sociedad, mediante la instalación de una asamblea permanente que tenga como punto de partida un plan de rescate de Juárez, basado en el reconocimiento de que la situación de violencia no es exclusivamente un problema de seguridad pública, sino una auténtica crisis de gobernabilidad, que no puede resolverse exclusivamente con estrategias tradicionales en manos de las policías y el Ejército.
La marcha culminó a las 15:00 horas; 120 minutos después de que en las calles se exigía paz, una mujer fue acribillada en su automóvil. El acto se tiñó de sangre: en las últimas horas 14 personas perdieron la vida a balazos en esta guerra que la sociedad juarense tanto rechaza.
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