Por Teresa Gurza
No me voy a referir al pelo en la sopa, que nunca falta; sino al deseo de mujeres y hombres por tener un pelo lindo y sano, porque además me acabo de enterar que el cabello cumple una serie de funciones útiles para el organismo, como mantener el calor corporal y otorgar al cráneo cierta protección contra los rayos ultravioletas y los golpes.
En otros artículos les he contado que la Clínica Alemana de Santiago manda a quien se lo solicite notas sobre diferentes tópicos importantes para la salud; y esta vez el tema escogido por la periodista María Eliana Thomas fue éste precisamente.
Y es que el pelo ha sido importante atributo para casi todas las culturas.
Para los egipcios fue un símbolo de estatus social; para los griegos de belleza; para los celtas de fuerza y fertilidad.
Hay que recordar que en un pasaje de la Biblia se habla de la larga cabellera de Sansón que le otorgaba una fuerza sobrenatural.
Y hoy las "tribus urbanas" dan un rol central en su apariencia al peinado.
Pero además de otorgar belleza y de ser un marco para el rostro, el pelo nos habla de cómo anda nuestra salud.
En promedio cada persona tiene alrededor de cinco millones de pelos; 100 mil de ellos en el cuero cabelludo. Todos nacen de los folículos pilosos; pero algunos se llaman "pelos terminales" y son largos y gruesos; mientras que otros son sólo "vellos", pelos muy finos y delgados.
El pelo recubre todo el cuerpo; pero se concentra más en ciertas áreas, con distintos propósitos.
En la cara, las pestañas filtran la cantidad de luz y polvo que entra a los ojos; y las cejas los protegen del sudor de la frente.
El pelo de la cabeza ayuda a mantener el calor del cuerpo y protege al cráneo de golpes y rayos ultravioletas; y crece aproximadamente un centímetro al mes.
La doctora Vesna Dragicevic, dermatóloga de Clínica Alemana, explica que el folículo pilosebáceo que es donde nacen los pelos, es una verdadera fábrica, donde varios factores determinan la producción del tallo piloso o pelo; y que este proceso está condicionado por la edad de la persona, sexo, presencia de enfermedades o consumo de medicamentos, entre otras.
El problema más habitual que afecta al cabello es la alopecia o calvicie; causada por factores genéticos o por enfermedades como cáncer, anemia, cuadros febriles o infecciones debilitantes; desnutrición, anorexia; déficit de fierro, zinc o proteínas; alteraciones hormonales o de la glándula tiroides; depresión, ansiedad y consumo de ciertos medicamentos o tóxicos.
También hay casos de alopecia que se producen por cicatrices en el cuero cabelludo, debido a psoriasis, tumores y lupus cutáneo, entre otros.
También puede ser al revés y que las alteraciones sean el exceso de vellos o hirsutismo, que afecta a las mujeres y se debe a una disfunción ovárica que origina una mayor producción de hormonas masculinas o libres.
Y hay otro problema capilar que tienen sobre todo los hombres, y es la foliculitis o inflamación del folículo piloso originada por diversas causas: desde reacciones adversas a ciertos medicamentos o el mal hábito de rascarse en exceso.
Lo bueno es que todas estas afecciones tienen actualmente tratamiento, el que puede ser bastante efectivo si se realiza un manejo adecuado de cada caso.
Un cabello sano tiene directa relación con la salud general, es el reflejo de su estado interno.
Al igual que la piel y las uñas, el cabello necesita agua y minerales para mantenerse saludable. Es recomendable el consumo de bastante fruta, verduras y agua.
Si la caída de pelo es excesiva y se produce durante mucho tiempo, puede tener su origen en la falta de proteínas, hierro, cobre y zinc. Estos micronutrientes están presentes en el pescado, la carne, las legumbres y las verduras.
La fibra pilosa se daña con el uso de tinturas, tracción y factores ambientales como baja humedad, contaminación, viento y exceso de sol.
El lavado tiene que ir acorde con el tipo de pelo. Un cabello normal debería lavarse dos o tres veces por semana; uno graso todos los días o cada tercer día y el seco dos veces a la semana; pero hay que tener en cuenta también el clima y el tipo de actividad, ya que si se hacen deportes y se suda, el lavado debe ser más frecuente.
Y en el caso de cabellos dañados o resecos, es mejor lavarlos con champú suave y usar cremas que ayuden a rehidratarlo.
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