La actividad criminal del cártel de Tijuana ya no es fundamentalmente el narcotráfico. En la actualidad, no sólo cobran derecho de piso a narcotraficantes: secuestran a quien sea, sin importar si se dedican a actividades legales, sin conexión con la delincuencia. Ese fue el rasgo predominante en la organización que halló al salir de prisión Marcos Assemat Hernández, uno de los hombres predilectos de los hermanos Arellano Félix entre de los narcojuniors, el grupo de sicarios jóvenes y ricos que los ayudaron a consolidarse.
Después de salir de la cárcel -él acompañaba a Ramón Arellano Félix en 2001 cuando éste fue abatido-, “me regresé a Tijuana y ya me estaba esperando El P-1, Gustavo Rivera, quien me pagó los abogados y me gratificó por no haber delatado a nadie. Fue entonces que me doy cuenta que la organización ya no era lo que había sido antes.
Estaban secuestrando a quien fuera, ya no sólo para cobrar derecho de piso, sino hasta personas que les había costado hacer un poco de dinero”.
Aun así no abandonó las filas del cártel. Fue testigo y participante en extorsiones logradas por levantones o mediante amenazas de los actuales jefes. Incluso, un restaurantero amigo de él pidió su intervención para lograr la libertad de un muchacho secuestrado por sus cómplices.
“El dueño de un restaurante en Popotla, en Rosarito, Baja California, se comunicó conmigo y me platicó que habían levantado a un vecino de ese lugar, que vivía de las rentas de casas heredadas de su papá que recién había fallecido”, narró a los fiscales hace unos meses al ser recapturado.
“Fue levantado -prosiguió- por Saúl Montes de Oca Morlett, El Ciego, y su gente. Lo golpearon y obligaron a que pagara una cantidad de dinero para soltarlo, misma que exigían a la madre del muchacho. Se comunicaron conmigo y me pidieron el favor para que lo soltaran, porque no se dedicaba a ninguna actividad ilícita.
Sí lo dejaron irse, pero le siguieron exigiendo que tenía que pagar 5 mil dólares mensuales, por lo que esa gente mejor optó por irse a vivir a Estados Unidos”, dijo. Incluso para este sicario, el cártel de Tijuana fue uno antes de Ramón y Benjamín Arellano Félix y hoy es otro. “Actualmente, la organización está a cargo de la persona conocida como El Ingeniero, ya que es el único pariente que queda de la familia Arellano Félix; es sobrino de Ramón y Benjamín. El cártel está moviendo droga en menor escala, se dedica más a secuestrar para extorsionar o a cobrar el derecho de piso a otros delincuentes”.
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