Por J. Antonio Aspiros V.
Hace 40 años el presidente de México era Gustavo Díaz Ordaz, un político empeñado en conservar el sistema imperante, y por tanto insensible a los cambios que impulsaba la sociedad, particularmente la juventud, en esa década. El orden y el respeto eran la divisa del gobierno, y ello quedó muy claro durante el movimiento estudiantil de 1968..
Díaz Ordaz, un anticomunista que --luego se supo en notas de El Universal-- trabajó para la estadunidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) con la clave Litempo 2, resolvió el conflicto por medio de la represión y asumió personalmente toda la responsabilidad.
En su cuarto informe de gobierno -1 de septiembre de 1968- reiteró su previa invitación al diálogo para “cambiar el clima de intransigencia”, pero advirtió que si seguía rompiéndose “el orden jurídico”, intervendría la policía. “No quisiéramos -dijo- vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero (…) lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos”.
Recordó que como presidente podía disponer de la totalidad de la fuerza armada para garantizar la seguridad interior de la república, y dijo que defendería “los principios esenciales en que se sustenta toda nuestra organización política, económica y social, es decir, la vida misma de México”, y que arrostraría las consecuencias.
También negó que hubiera presos políticos en las cárceles y sugirió al Congreso que hiciera una consulta tendente a derogar el delito de disolución social. La Cámara de Diputados celebró su mensaje con una cauda de aplausos.
En la madrugada del día siguiente, el escritor José Revueltas presentó al Consejo Nacional de Huelga una iniciativa de Resoluciones para rechazar los “términos y consideraciones” del informe presidencial, negar que el movimiento estudiantil buscara “frustrar la realización de los juegos olímpicos” o aprovecharlos para provocar desórdenes, y protestar “con la mayor vehemencia” por el concepto que tenía el presidente sobre la autonomía universitaria.
Además propuso “continuar nuestra huelga” pero reanudando las clases “dentro de un nuevo régimen de autogestión académica”, lo que disgustó a otros miembros del Comité de Intelectuales, Escritores y Artistas, que lo acusaron de “reaccionario”. Entonces él renunció a la dirección de ese grupo y a la representación que tenía ante el CNH, y se integró al Comité de Lucha de Filosofía y Letras.
Después de la matanza del 2 de octubre, Estados Unidos habría ofrecido al secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, su apoyo para que derrocara al gobierno mexicano. Aunque, ésta revelación, pudo ser una falsedad más del representante del Politécnico Sócrates Amado Campos Lemus, quien también mintió cuando dijo que en el mitin de Tlatelolco el CNH tenía gente armada.
Sócrates fue acusado además de provocador y delator por sus compañeros, porque en un mitin en el Zócalo el 27 de agosto de aquel 68, pidió que Díaz Ordaz rindiera su cuarto informe en la Plaza de la Constitución y allí tuviera lugar el diálogo que ambas partes decían querer, y porque ya detenido en el Campo Militar Número Uno, hizo unas declaraciones ya comentadas en esta serie de artículos.
En una entrevista años después con Carlos Marín, de la revista Proceso, Campos Lemus aseguró que el propio general García Barragán le había mostrado una película donde el embajador estadunidense Fulton Freeman le proponía el cuartelazo, que el militar rechazó e informó de ello a Díaz Ordaz, a quien ofreció el respaldo de las fuerzas armadas. Sócrates, quien además fue acusado de trabajar para la CIA -él lo niega-, ocupó cargos públicos en el gobierno de Luis Echeverría cuando salió de la cárcel. “No hay de otra”, dijo.
La versión del golpe de Estado era vieja, ya que, cuando el general Lázaro Cárdenas visitó en su escondite al ingeniero Heberto Castillo tras la matanza del 2 de octubre, hablaron del tema y el ex presidente dudó que García Barragán se animara a tomar el poder. “No lo creo. Pero si ocurriera tú sabes y ellos también, que habemos soldados que defenderemos las instituciones”, fue su respuesta.
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