Por Julio Pomar
Cunde la percepción pública de que el dizque gobierno de Felipe Calderón Hinojosa está yendo de yerro en yerro, por más que sus plumíferos y gatilleros de la tecla en los medios impresos y los levanta-cejas de la TV quieran hacernos tragar la píldora a los mexicanos de que todo le va viento en popa al del “ya basta”. La lucha contra el narcotráfico se empantana con nuevas matazones y no es el paseo triunfal que los seguidores de Calderón y él mismo alardeaban, a pesar de que “Desde la Fe”, periódico arzobispal del DF, blasonen que las ejecuciones masivas entre sicarios son sólo la reacción de los propios narcos ante la embestida oficial “triunfadora” del ejército convertido en policía. Nada le sale bien a Calderón, y es una pena y un peligro porque no deja de ser el jefe de la administración pública y eso nos afecta en algún grado a todos los que, aun a regañadientes, dependemos de tales autoridades.
Un yerro más se ha asomado en el panorama. El tan publicitado Plan México, o Iniciativa Mérida, para combatir al crimen organizado, que iba a contar con miles de millones de dólares de parte del gobierno de Estados Unidos, se enfrenta a una situación de fracaso en los propios EU. Como bien lo hizo notar Miguel Ángel Rivera en su columna “Clase Política” del lunes 19, en La Jornada, “cuando los presidentes de México, Felipe Calderón, y de Estados Unidos, George W. Bush, anunciaron la Iniciativa Mérida (Plan México para los vecinos) se habló de miles de millones de dólares, de pronto se redujeron a sólo 500 cuando el mandatario estadunidense hizo la solicitud de fondos al Congreso, donde la cantidad disminuyó nuevamente a 350 millones de dólares”.
Pero por añadidura, para aportar esos recortados fondos para la lucha antinarco, los legisladores estadunidenses exigen a México reformas legales y judiciales, así como la seguridad de que las fuerzas policiacas mexicanas que reciban tales fondos no serán acusadas de violaciones a los derechos humanos y corrupción. Lo cual es tanto como decirle al gobierno de Calderón y a sus alegres acólitos de la inseguridad nacional que primero tienen que volver a nacer si quieren la ayuda gringa.
Lo más notorio, y grave del asunto, es que los legisladores norteamericanos plantean que México recibirá esos recortados recursos “sólo si permite fiscalizaciones de EU”, lo cual implica una sola cosa: que el gobierno de Calderón se ponga de rodillas ante el de EU para merecer tales fondos, o sea, que se decida por una de dos: o renuncia a la soberanía de México, y se pliega y pone de rodillas ante el gran gendarme mundial, o no le otorgan esos fondos. Y en este asunto no se sabe qué será peor, porque cualquiera de las dos opciones está para llorar por la Patria perdida. Calderón tiene en esto otra prueba de fuego. O se va por el camino colombiano de un agresivo entreguista como Álvaro Uribe, que prostitutamente se presta a todo lo que le ordenan los norteamericanos, o se detiene y decide irse con sus solas fuerzas en esta lucha por la seguridad y el combate al narco, lo cual descobijará su tan cantada saga anti narco.
Pero eso no es todo. El recorte de fondos fue aprobado solamente por la cámara baja, la de Representantes, y aún falta que el Senado yanqui le hinque el diente y lo recorte aún más. Todo ello lleva a pensar, inevitablemente, que los recortistas legisladores norteamericanos no están pensando sólo en la lucha anti narco, sino también en la eficacia de la propuesta energética de Calderón, que está a la vista de todos en México, en el extranjero y de manera especial en la sede del imperio. No hay ningún aviso de que así sea, pero los poderosos siempre juegan al gato y el ratón con los débiles. Es una forma encubierta, solapada, tangencial, de decir que si Pemex se privatiza, México podrá aspirar a tener todos los recursos que quiera o necesite para el anti narco, ya que en la política como en la guerra no es nuevo que se hagan movimientos simulados para engañar al adversario, o para destantear al aliado débil y someterlo a los designios del más fuerte. O sea, puede tratarse de una finta del tamaño de las que se juegan en el Super Bowl o en la NBA, que de eso algo saben los siempre sudorosos jugadores del dream team.
De yerro en yerro, pues, se la pasa Calderón y se la seguirá pasando. Ni modo, así es la política y así se ha dejado encajonar Calderón en su alianza con los norteamericanos del poder. Que con su pan se lo coma, pero que se lo comiera él solo y no nos involucrase a todos los mexicanos, a sus instituciones y a nuestros recursos energéticos. La realidad es así de dura para quien se afloja y se amilana ante la poderosa superpotencia. Y Calderón no tiene piernas de jinete para atravesar el río revuelto de las supeditaciones a los EU y llegar a la otra orilla con la soberanía mexicana a salvo de estas amenazas. El hecho real es que en EU ya le midieron el agua a los camotes y le están apretando las tuercas a Calderón.
pojulio2@gmail.com.
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