Ora sí que están mejor las cosas, sucede que Felipresidente en reciente evento público, culpó a los medios de comunicación de ser los responsables de que el crimen organizado esté cobrando víctimas casi a diario, por la publicidad que le dan a los actos criminales que se registran en todos los ámbitos del país.
A su buen criterio, la prensa escrita debe ocultar a la ciudadanía las andanzas de los criminales, porque esas acciones deben quedar en secreto, con todo y que las balaceras se realicen a plena luz del día, ante la mirada atónita y terror del transeúnte que tiene que buscar cobijo donde se pueda, para evitar que balas perdidas en un momento dado lo ultimen o hieran de gravedad. Al señor presidente de México, se le olvida que no es posible tapar el sol con un dedo y que los periódicos tienen la obligación de informar a sus lectores de hechos trascendentales o fútiles que ocurran en su localidad o en lugares donde se registren, más aún si esos sucesos rompen la paz y tranquilidad de la gente de bien vivir al tener participación narcotraficantes al trenzarse a balazos en plena vía pública, banda contra banda o facinerosos contra el Ejército o cuerpos policíacos, máxime que se han girado ordenes precisas para actuar drásticamente contra el trafico de drogas, sembradíos de marihuana y amapola, laboratorios clandestinos donde se elaboren psicotrópicos, así como secuestradores, asaltantes, extorsionadores y traficantes en armas. Nadie puede callar los atentados donde han perecido policías, soldados y transgresores de ley. Los medios no podrán manejar la información de hechos delictuosos al gusto de la Presidencia de la República, porque sería tanto como aceptar que se ha perdido el derecho de libertad de expresión. El Presidente Calderón, curiosamente acusa a los medios de comunicación de colaborar con la delincuencia, cosa verdaderamente injusta y absurda, todo porque las estrategias para combatir al crimen organizado registran serias fallas en su aplicación, donde ha sido notable la falta de coordinación entre los cuerpos de seguridad involucrados en el cumplimiento de esas tareas. Es imposible ocultar los resultados de las balaceras ocurridas en Tijuana, donde se han contado muertos a montones al enfrentarse bandas de delincuentes en transitadas arterias, ante el estupor de la gente pacífica que para su mala fortuna, ha transitado a pie o en automóviles por lugares donde han ocurrido esos desagradables sucesos. Precisamente el 12 de los corrientes, Felipe Calderón se abrió de capa contra la medios de comunicación y también ese día, al Poder Judicial le reprochó no revisar la actuación de los jueces fomentando la impunidad y a los legisladores les exigió ponerse a trabajar para que los delincuentes no regresen a la calle. Para que integrantes del crimen organizado no regresen a la calle, sería existiendo la pena de muerte, como el dicho aquel: muerto el perro, se acabó la rabia, pero como la pena capital es tabú en México, los sicarios seguirán disponiendo de la vida de gente pacífica o cumplidos agentes de la ley, por que nadie puede disponer de la vida de nadie, solamente el maloso si puede hacerlo y con sólo quedar encerrado algunos años en algún penal, paga su delito.
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