Por Sergio Anzures.
Uno de los personajes más polémicos de la vida política de nuestra Baja California, lo es; sin temor a equivocaciones, Jaime Bonilla, quien cobra, -porque solo cobra- como senador de la República, cuyo pasado inmediato como gobernador exprés -solo dos años-, sigue dejando muchísimo que desear en su comportamiento como actor político.
Para nadie es un secreto la arrogancia y soberbia con la que siempre se ha conducido Jaime Bonilla, a grado tal, que desdeña y menosprecia la representación senatorial que le dieron los bajacalifornianos que se atrevieron a votar por él.
No lo digo yo, los números no mienten, y los revela el periódico Excelsior, al hacer público que, Jaime Bonilla es conocido ya como “El rey de las inasistencias”, con un deshonroso récord del siglo; pues de 33 sesiones parlamentarias, Bonilla ha faltado y fallado a 21.
De sobra es sabido su desdén por el ejercicio legislativo, baste ver el abandono hacia el estado que le he dado todo y cuentan que él se ha despachado el resto. Iniciativas presentadas en favor de los bajacalifornianos que tengan impacto en el bienestar de las familias, no hay una sola.
El pintero de Bonilla -como dicen los preparatorianos cuando no entran a clase-, es decir; las faltas que ha acumulado lo pintan de cuerpo entero, pues no se paró en el Senado durante 9 sesiones de manera consecutivas, y apenas logró justificar 4 -sabrá Dios si el justificante era bueno-.
Nomás vean este “poema” a la irresponsabilidad del mini gobernador: De septiembre a diciembre de 2022, faltó a 21 de 32 sesiones celebradas en dicho período, el órgano camaral le tuvo que descontar 66 mil pesos de si dieta, porque el ex gobernador no justificó 12 de sus faltas, dentro del período comprendido entre el 1 de septiembre y el 15 de diciembre del año pasado.
Jaime Bonilla forma parte de la des-honrosa LXV legislatura, que tiene a los senadores más faltistas del siglo sin justificar; de este tamaño es el desaire no solo a la Cámara de Senadores, sino; insisto, a los bajacalifornianos que tuvieron la osadía de “confiarle” su voto, el cual se ha pasado por donde ha querido, sin considerar el “Síndrome del Chapulín” que lo aqueja.
Bonilla el bachiller -por aquello que ni la UNAM le reconoció fuese egresado de ahí-, sigue con esa conducta de preparatoriano, pues no solo es faltista, sino que, además, de panzazo se quedó en el Senado, cuando la Sala Regional de Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), ordenó su destitución por violar -una vez más- la Carta Magna, y regresar como senador, después de ser gobernador.
El TEPJF, extrañamente sin entrar al fondo del asunto, invalidó el fallo anterior, y lo restituyó como legislador, haciendo el “papelazo” que ahora hace, para convertirse en el bien llamado “El rey de las inasistencias”.
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