Por Ezequiel Curado.
No cabe duda que a los hispanos latinos pero en especial a los mexicanos nos encanta complicarnos la existencia y esto es para nuestros hermanos connacionales en el extranjero, muchos de los cuales han adquirido derechos políticos e incluso la ciudadanía listos para votar en las elecciones del 3 de Noviembre y, donde nunca como ahora el voto hispano, juega un papel preponderante y definitivo en el resultado de ese día. Aun y cuando casi la mitad de los electores ya sufragaron vía correo electrónico y muchos de los 50 Millones de compatriotas simpatizan con el republicano Donald Trump para su reelección, es un hecho que la moneda está en el aire. Insistimos que a pesar de los 12 puntos de ventaja del Demócrata Joe Biden, persiste el ánimo de dejar al odioso Trump por otros cuatro años en la Casa Blanca. Como todo viejo político, zorruno pero acartonado, el magnate de los medios, se atrevió a prometer que de repetir en el mandato su nación “nunca más estará en cuarentena asediado por una pandemia”, peor aun el actual presidente repitió su fórmula de “querer hacer grande a Estados Unidos, como Andrés Manuel López Obrador, quiere volver a hacer grande a la nación Mexicana. Todo esto, por supuesto una comparación tan odiosa como grotesca, en un acto desesperado y claro loving con los votantes de origen mexicano…como sea la suerte ya está echada y solo resaltar dos cosas el factor confianza de los electores hacia sus instituciones o organizadores de los comicios, donde la “caída del sistema” está descartada por completo y la incertidumbre para el futuro de nuestro país en su accidentada relación con el país vecino en términos de economía, seguridad y flujos migratorios para los siguientes años, de confirmarse un triunfo del Partido Demócrata alentado por los vientos de “cambio” que soplan actualmente y recorren el planeta sin freno alguno.
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