miércoles, 14 de noviembre de 2018

Buscapiés e impunidad

Por Teresa Gurza.
Días difíciles para nuestro país y el mundo.
Avanzaron los nacionalismos, la derecha, el racismo y el odio al diferente.
Aumentaron los pobres que, por guerras, violencia o hambre, dejan sus países sumándose a caravanas o subiéndose a frágiles pateras para ir a lo desconocido, que piensan mejor que lo que han vivido.


Se incrementaron inundaciones, incendios y pérdidas de hielos; innegables efectos del cambio climático.

En México, a la desigualdad, inestabilidad, impunidad y criminalidad, debemos agregar que la Procuraduría está investigando a jueces federales por corrupción y delincuencia organizada; y las denuncias del abogado del Chapo en Nueva York, afirmando que el cartel de Sinaloa sobornó con millones de dólares a los presidentes Calderón y Peña Nieto.

Agravó la tensión, el buscapiés de Morena sobre la eliminación de las excesivas comisiones que se llevan los bancos; y que creo no fue ocurrencia personal de Ricardo Monreal, sino taimada tanteada aprobada por el del dedito para ablandar a los poderosos banqueros; a la que dio reversa obligado por las caídas de bolsa y peso, machucando de paso al Poder Legislativo.

Y mientras la presidenta de Morena aseguraba que vendrá Trump a la toma de posesión y desde Estados Unidos la desmentían, su jefe anunció que 24 y 25 de noviembre habrá consultas sobre Tren Maya y programas sociales y que no será imparcial “diga lo que diga la gente, los defenderé”. ¿Y entonces…?

La extraña situación que vivimos se complica por la incesante actividad de un electo, que funge como Presidente desde las elecciones; y la ausencia del que debía estar en funciones, y hace semanas aventó la toalla.

La aventaron también, los integrantes de su gabinete que gracias al amor y paz que nos inundarán dentro de pocos días y al pactado y cómplice perdón de López Obrador, no serán investigados ni perseguidos y se irán multimillonarios, impunes y ufanos, sin rendir cuentas de los agandalles que los caracterizaron.

Durante el sexenio de Peña Nieto se gastaron cientos de miles de millones de pesos más, que los aprobados por el Congreso.

Y aunque faltó dinero para educación, salud e infraestructura, hubo miles de millones para la promoción presidencial y colaboradores, como Luis Videgaray, Aurelio Nuño, Gerardo Ruíz Esparza y Rosario Robles.

Pero el resultado de tanto gasto, tontera y propaganda, no pudo ser peor: perdieron las elecciones y terminamos odiándolos.

A ese dinero aventado parte a la basura y  parte a sus cuentas bancarias, se suman las millonadas inútilmente destinadas a combatir la pobreza; porque de acuerdo a cifras oficiales, en los últimos tres años del gobierno peñista el número de pobres aumentó en más de nueve millones de mexicanos y hoy son 53 millones, los compatriotas que no tienen para satisfacer sus necesidades básicas.

Fue el que se va, que confío no vayamos a extrañar, un sexenio de escandalosos excesos y “desvíos”, como se llama ahora a los robos que cometen los gobernantes; de firmas falsas y empresas fantasma; de reparto de cuotas y exceso de asesores; de “recompensas” a gobernadores dóciles y a diputados y senadores, que dejaron pasar irregularidades que aumentaron las deudas públicas del país y los estados; y que solo por estrenarse en la curul, recibían un bono de bienvenida de 400 mil pesos.

Fue una administración plagada de errores jurídicos, que hicieron perder casos emblemáticos; de inseguridad, asesinatos y cobros de piso, en prácticamente todo el territorio nacional; de programas sociales y educativos, fracasados por impericia y corrupción; de evasión fiscal; y de al menos mil 978 fosas encontradas en 24 entidades.

De gasolinazos y abandono de carreteras, clínicas y sanatorios, al grado que los 15 mil consultorios de farmacias dan todos los días 35 mil consultas más, que todas las clínicas del IMSS; y a propósito, su hospital de zona en Cuautla sigue en el suelo por el temblor de hace más de un año.

Fueron seis años de fallidas estrategias de gobierno, de enormes pérdidas en PEMEX y la CFE; de carísimos viajes de Peña cargando esposa, hijas propias y ajenas, cuñadas y amigos; todo a costa de los mexicanos pobres, que también pagaron la cursi y costosa ropita de las mujeres de la primera familia priista del país.

Todo eso, y más, es el saldo de un gobierno corrupto y desalmado, encabezado por un Presidente incapaz de entender lo que pasaba.

Y tan vanidoso, que se atrevió a dar en sus últimos días consejos para combatir la corrupción… “el camino a la transparencia debe repavimentarse”, recomendó.

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