jueves, 7 de septiembre de 2017

Rosarito Blues: Ultima llamada

Por Gerardo Diaz Valles
De nuevo Rosarito parece sumergirse en una espiral interminable de violencia, con secuencias de pesadilla, sesgos de locura y pasto fértil para la psicosis colectiva.
Otra vez Rosarito es escenario de disputas por la plaza entre los diferentes grupos criminales, con cabezas menos visibles, como antes lo fueron "El Cholo", "El Kaibil", "El Teo" o "El Muletas"; pero violencia con el mismo impacto, la misma saña y con el claro sello o marca de la casa: ya los de Sinaloa, los de Veracruz y por supuesto el Cartel de Jalisco. Con hechos sangrientos de esos que sacuden las entrañas de nuestra sociedad, que dejan perplejas a las autoridades y para no variar exhiben las limitaciones y grado de inoperancia. Golpes que dejan hondas marcas en el ánimo colectivo. Ya no se diga en la percepción ciudadana. distorsionada o no, de lo que verdaderamente pasa en Rosarito y Baja California. Las repercusiones de estos hechos de sangre, insondables al momento. En una nueva emergencia que obliga a retomar las experiencias del pasado reciente. Violencia apenas comparable o con ciertas similitudes a lo sufrido entre 2008 y 2010 pero en cantidad y complejidad este violento 2017 ha superado y por mucho en número de bajas y desapariciones, de aquellos años que marcaron a Rosarito. A grandes males, grandes remedios, es algo que tiene bien claro la Alcaldesa Mirna Rincón Vargas, quien deberá asumir el liderazgo para afrontar esta crisis y con el apoyo de los debidos aliados, salir avanti de esta nueva embestida. Mientras el Gobernador Francisco Vega sigue empecinado en sacar adelante sus grandes inversiones, y el alcalde vecino Juan Manuel Gastellum, sigue perdido enfrascado en su mundo de aberraciones y pleitos personales, a nuestra alcaldesa aún quedan aliados políticos y en las Fuerzas Armadas. La voluntad es manifiesta, falta activar con frialdad y finura un plan de alto impacto como en su momento lo hicieron los Militares desde Aponte Polito a Duarte y Mujica, entre otros que les han sucedido y quienes también deberán demostrar de qué están hechos, que habrán de entrarle de frente, sin demagogia ni "politiquería barata", a "agarrar el toro por los cuernos". No hay de otra, pues no hacerlo sería lesivo para la misma imagen, la mermada credibilidad y la confianza que, aunque mínima, aún le quedan a nuestros soldados. Urge volver a posicionar la denuncia anónima, como en su tiempo fue aquel grito de batalla "nosotros sí vamos" del Ejército Mexicano. Quizás no todo este perdido y aún estemos en tiempo.
Tercera y última llamada señores.



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