En la ciudad de Tijuana, independientemente de cuestiones partidistas, todos coinciden en que el servicio de transporte público, es el peor y el más caro de la república mexicana. Eso ni se discute.
Además de deficiente, es complejo. Prácticamente un monstruo. Para tener una idea clara de su magnitud, cabe observar los datos dados a conocer en días pasados por el Director de Vialidad y Transporte, Lic. José Luis Hernández Silerio.
De enero a marzo del presente año, han sido infraccionados 3 mil 739 taxis, en todas sus modalidades.
De esos, 178 unidades fueron remitidas al corralón, por carecer de documentos para proporcionar el servicio público; 1 mil 72, por no traer documentos vigentes y 2 mil 489 por diversas infracciones al reglamento.
Se dice fácil, pero no lo es. Menos aún si se observa que el parque vehicular del transporte público de Tijuana, es de 7 mil 449 unidades. De esas, 1 mil 474 son taxis de ruta o intinerario fijo; 2 mil 580 de sitio y 3 mil 395 libres.
Los números dan una idea respecto del tamaño del monstruo del transporte público, el cual nació y ha ido creciendo, a lo largo de la historia de Tijuana, como producto de negociaciones políticas, más que por necesidades propias de la población.
Siendo producto del sistema político, valga la pena decirlo, el servicio está harto politizado. Lo mismo se suma a las campañas políticas, de candidatos del partido de sus preferencias, para apoyarlos en labores de transporte, como para poner en aprietos a los gobernantes municipales en turno.
El próximo martes inician las campañas para el presente proceso electoral. Es tiempo propicio de agitar aguas, de presionar u ofrecer apoyos, para en su momento, proceder al cobro de los servicios prestados. El pago, puede consistir en permisos o concesiones, ampliaciones de rutas y facilidades de operación.
Bajo el supuesto de reformas al reglamento de tránsito y transportes, los dirigentes de las diversas organizaciones, han desatado una guerra mediática en contra del gobierno municipal. Específicamente contra el alcalde Jorge Astiazarán Orcí.
Han colocado en los vidrios de las unidades, mensajes tales como “Astiazarán Hitler de Tijuana” y en otros se advierte que se pretende despojarlos de su patrimonio.
El pretexto o motivo, reformas al reglamento de tránsito, sustituyendo la referencia de taxis libres, con la de taxis básicos.
Por el momento, salvo prueba en contrario, es un simple pretexto, para lanzarse en contra del alcalde, tratando de cumplir compromisos en ese sentido, que luego les redituarán utilidades.
Cabe precisar que los cambios, fueron aprobados por el pleno de Cabildo, en el que el alcalde es mero coordinador y en base a propuesta de la Comisión de Transporte, que presidía el Regidor Francisco Javier Hernández Vera.
Hernández Vera, para quienes no lo sepan, es dirigente de la central obrera CTM, en Tijuana y es yerno de Eligo Valencia Roque, propietario del periódico El Mexicano y dirigente estatal cetemista, quien está negociando para que el más pequeño de sus hijos, sea considerado en la posición número uno de las regidurías, en la planilla del candidato priísta a alcalde, René Mendívil.
Los líderes de los transportistas, afirman que los cambios se hicieron sin consenso con ellos. Pero no reclaman nada a los dirigentes cetemistas, quienes en lugar de aclarar las cosas y de precisarles los efectos de las reformas legales, los alientan, para agitar el agua.
Es bastante claro, que aquí aplica perfectamente aquello de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Nadie habla de mejorar el servicio. Por lo tanto, es evidente que los objetivos o propósitos, eminentemente, son de carácter político. Los tijuanenses que se amuelen.
Un segundo objetivo, sería el frenar o frustrar el proyecto del Sistema Integral del Transporte, que operaría la llamada ruta troncal, con lo que se pretende mejorar sustancialmente el servicio de transporte público en Tijuana, que sería para bien de los tijuanenses y respecto del cual nuchos quisieran sacar tajada. Bajo el mismo esquema o estrategia : “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
En el terreno político, esto también se describe como “dar patadas al pesebre”.
Molesto por esta situación Astiazarán advirtió esta semana a los agitadores, que la autoridad municipal no cederá a la presión de representantes de quienes se ponen a los cambios.
La advertencia, aunque no dijo los nombres, estaba dirigida para aquellos que “lanzan la piedra y esconden la mano”. Los que “mecen la cuna” o que “agitan las aguas”, tratando de lograr ganancias.
En fin, como dicen, a buen entendedor, pocas palabras.
gil_lavenants@hotmail.com
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