domingo, 7 de junio de 2015

Palco de Prensa: La conciencia cívica

Por Gilberto Lavenant
Hoy domingo, 7 de junio, se llevarán a cabo los comicios intermedios, para renovar a los 500 diputados federales que integran el Congreso de la Unión. 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional.

Para muchos mexicanos, los llamados legisladores federales, no sirven más que para “fastidiar la borrega”. Esa es una expresión popular, que pone de manifiesto la poca utilidad y nulo beneficio, que los mexicanos reconocen en ese tipo de personas.
Y podemos decir que tienen razón, quienes piensan eso. Son como unos zánganos –la mayoría-, amables y simpáticos en campaña, soberbios e insensibles en funciones. Sumisos a los deseos presidenciales, disciplinados incondicimales a las consignas partidistas, negociantes de los intereses nacionales, cómplices y lacayos de las mafias políticas que gobiernan el país.
No hay duda alguna, que México ya no puede seguir bajo el dominio de estos personajes tan detestables, bajo los intereses de organizaciones tan nefastas. No hay duda alguna, que México requiere de un cambio. Urgentemente.
Pero este tipo de cambios, no se logran por arte de mágia. Se requiere la participación de todos los mexicanos. Es tan poco lo que el país les pide : levantarse hoy temprano, acudir a las urnas del distrito electoral que les corresponde y cruzar la boleta que les entreguen, a favor del candidato que consideren pueda ser la mejor opción.
No van a arriesgar nada. No van a tomar en sus manos un fusil. Tampoco los obligarán a punta de pistola. Pero si no se atreven a cumplir con una obligación cívica básica, entonces aténganse a las consecuencias. Vivir 10, 20 o más años, a expensas de los caprichos y excesos de los capos de la partidocracia.
Porque, que quede claro, ya no son solamente priístas. Hoy están asociados con panistas y perredistas. Otros, de grupos más pequeños, se desesperan y lanzan acusaciones a diestra y siniestra, porque no se pueden encaramar a la mesa del poder, para saborear las mieles y prerrogativas que les brinda manipular y saquear las estructuras gubernamentales.
Hace tiempo, que los argumentos tradiconales, ya fueron rebasados. Que los priístas son corruptos, dicen panistas y perredistas. Y cada vez que lo dicen, tienen que disimular, porque se muerden la lengua. Hoy ya no vale aquello de que “quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra”. Todos son culpables. Todos tienen las manos manchadas de podredumbre.
Así es que, quienes realmente aspiran a un cambio, que deben ser la mayoría de los mexicanos, deben ser capaces de aportar al menos un poco de sí mismos, para lograrlo. Y el esfuerzo mínimo, que pueden y deben realizar, es acudir a las urnas este día, a emitir su voto. No es mucho. No es cansado, ni arriesgado.
Para comodidad y tranquilidad de todos, el voto es secreto. No tiene que revelar por quien votaron. Si el empleo o las relaciones personales comprometen y obligan, dígan a los priístas que votaron por ellos. O a los panistas, que su candidato fue el blanquiazul. No se compliquen la vida.
El voto, es un arma poderosa. Como cuando dicen que si se alinean los planetas, pasan cosas extraordinarias. Se logró con Vicente Fox en el 2000, pero el vaquero pueblerino enseñó el cobre muy feo. Se hizo el intento. Entonces, retumbó el grito del ¡sí se puede! El que falló fue Fox, en principio, porque el poder marea a cualquiera. Pero también falló el PAN, porque le pasó lo que a los demás partidos políticos : ganó el candidato que postuló, pero no le amarró las manos.
Eso de que ¡sí se puede! y el pregón hipócrita que cuestiona : ¿Quién dijo que no se puede? ¡claro que si se puede! Es tan falso, que ni los panistas se lo creen. Tuvieron 12 años para demostrar que sí podían, pero resultaron tan cochis como sus antecesores.
Para lograr un verdadero cambio, se requiere formar individuos con una clara y sólida conciencia cívica. No importa el partido que escojan, pero en tanto no cambien las reglas del sistema político, para llegar al poder e impulsar cambios, debe ser a través de los partidos políticos.
Por lo tanto, primero deben cambiar los ciudadanos. Estos pueden cambiar el rumbo de los partidos políticos y finalmente todos, pueden lograr los cambios que requiere México. Esta debe ser una transformación paulatina o gradual. Los cambios drásticos, implican violencia y la volencia genera muertes.
Más que promover o alentar enfrentamientos, bajo el argumento de que unos istas son mejores que otros, o que unos son cochinos y los otros no, lo único que propicia es divisionismo, sectarismo, clasismo, marginación.
Dicen que la unión, hace la fuerza. Si es sabido que uno de los problemas básicos del país, es la corrupción y el alto grado de impunidad, pues entonces, hay que fomentar la unión en torno a medidas más estrictas, para combatir, frenar y castigar a los corruptos, sin importar a que grupo de istas pertenezcan.
Los corruptos, dañan a todos. Incluso hasta a los de sus propios partidos. Es necesario combatirlos, sin distinción alguna. Si es preciso, hasta cortarles las manos, aunque bastaría con cortarles la cola. Hay que subir o mejorar el nivel o calidad de los políticos.
Mientras eso se logra, este día hay que cumplir con el deber cívico de acudir a las urnas a votar. Los apáticos, flojos y pesimistas, que sigan rumiando sus males.
gil_lavenants@hotmail.com

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