viernes, 26 de diciembre de 2014

Impulsada por el administrador José Julián Dip Leos: Galopante corrupción en la Aduana de Tijuana

* Con Dip Leos regresaron los viejos tiempos, afectan a las Agencias Aduanales 
* No entra dinero a la Tesorería, pero sí a la bolsa del administrador
Por Alfredo Calva (semanario expediente público)

TIJUANA.- Agentes aduanales registran serias afectaciones económicas en sus negocios por la corrupción que impera en la Aduana de Tijuana, desde el arribo a esta dependencia de su actual administrador José Julián Dip Leos, quien en septiembre pasado sustituyó en el cargo a Alejandro González Guilbot.

Protegido del recién despedido director General de Aduanas, Alejandro Chacón Domínguez, Dip Leos, desde su llegada se creó un sistema de corrupción con la ayuda de funcionarios proclives a las acciones ilegales que le permite obtener sustanciales recursos económicos de forma extraoficial, para su beneficio personal y de sus incondicionales.

Para lograr esto, el personal que está dentro de su diseñada estructura delictiva, le tiene lealtad al punto de

estar dispuesto a ejecutar acciones de intimidación a todos aquellos que de manera legal o ilegal quieren importar mercancías como ropa, maquinaria, electrónicos, perecederos, licor, tabaco, dinero, en resumen, todo aquello que tiene cabida por las garitas, que les permitan obtener jugosas entradas de dólares.

Obviamente esta práctica delictiva no sólo afecta a la federación al no registrarse en cajas los montos de los impuestos respectivos, sino

que también afectan estas acciones ilegales en las agencias aduanales que dejan de obtener recursos al no ser contratadas por los importadores para ingresar sus mercancías al país, y eso tiene irritados a la mayoría de los integrantes de este sector.

La estructura armada por Dip Leos, de acuerdo funcionarios aduanales ajenos a las prácticas corruptas, le permite tener el control y registro de los ingresos extraoficiales en todos y cada uno de los puntos por donde se importan las mercancías en días laborales, las Garitas de Otay y El Chaparral, en la zona de paquetería del aeropuerto de Tijuana y hasta en el área jurídica de la dependencia.

De acuerdo a estos colaboradores del propio José Julián Dip Leos, que por razones de seguridad se omiten sus nombres, los procedimientos que son coordinados por el subadministrador de operación aduanera, Marco Antonio Mello Giner, y que deben seguir sus subordinados al pie de la letra para permitir la introducción de mercancías a Tijuana sin que se paguen los impuestos correspondientes y a ellos les genere un sustancial dividendo,

varían conforme al tipo y cantidad de mercancía de que se trate.

En la garita de Otay, se efectúan en dos vías la extorsión, la primera encaminada hacia todos aquellos importadores de mayoreo que traen sus papeles de importación en orden, que han cubierto el pago de los impuestos respectivos, a estos, se les indica que si no quieren que se bajen sus mercancías y se les revise unidad por unidad, maniobras que suelen durar más de 15 horas y que por lo tanto sus mercancías permanecerán en los andenes de los patios fiscales, que entonces agilicen su paso con la aportación de una cuota que oscila entre 500 a 1000 dólares.

Si con la advertencia de demora de sus mercancías el importador aún se muestra renuente a la extorsión, entonces suben el tono de la amenaza y le indican cínicamente que será multado y se le enviará a investigación, y que por lo tanto, su mercancía quedará incautada temporalmente en la aduana hasta que en la ciudad de México resuelvan su liberación, ante estas acciones coercitivas, los importadores no tienen otra que pagar la “cuota” requerida.

Para quienes importan en menor escala y que al igual realizan sus trámites respectivos, al llegar a la oficina de Pequeña Importación, se topan con un prepotente personaje de nombre Pedro Antonio Treviño Valdez, quien les cobra de 200 a 300 dólares por realizar la labor por la cual está contratado por la SHyCP, y quien protesta, recibe el mismo trato que los grandes importadores, la amenaza de bajarles su mercancía demorando por días la importación y pidiéndoles requisitos difíciles de cumplir, así que, con el resquemor contenido los importadores cubren la extorsión.

Con respecto a aquellos que prefieren transitar por el canal de la ilegalidad, es decir, aquellos que consideran que es más económico y redituable para sus bolsillos cruzar sus mercancías sin cubrir los impuestos respectivos, para ello emplean los servicios de dos enlaces designados por el subadministrador Marco Antonio Mello Giner, que son empleados de agencias aduanales y se les identifican por los apellidos Meléndez y Márquez, quienes son los responsables de llevar a cabo la labor de gestoría para lograr acuerdos entre las partes en el precio de la maniobra de contrabando, así como el procedimiento de la misma, lo que dependerá del tipo de mercancía de que se trate.

Como las mercancías en este nivel se mueven generalmente en vehículos denominados Step Van, los dirigen a la oficina de Pequeña Importación, área que se encuentra bajo la responsabilidad de Daniel Muñoz, quien junto con el

importador simulan realizar un trámite de pequeña importación, obteniendo la boleta que se entrega en esa oficina a un costo de 100 pesos, ya con el documento en mano, el importador se dirige a los carriles de salida y al mostrar la boleta a los agentes aduanales uniformados, esta les sirve como contraseña y pueden cruzar su mercancía sin ningún problema.

Todo este procedimiento tiene un costo para los importadores que varía de acuerdo al tipo de mercancía de la que se trate, pero fluctúa entre los 800 y 1000 dólares por unidad.

Para el cruce de mercancía pagando un impuesto menor al correspondiente, en ese punto los subordinados de Mello Giner, previo acuerdo subvalúan la mercancía y fijan el monto del pago extraoficial que debe de entregarles el importador.

Cuando la mercancía es dinero, entonces el trato es especial, es un arreglo que va relacionado directamente con el monto a cruzar, del que fijan un porcentaje y el procedimiento de cruce se diseña de conformidad a la manera en que es transportado.

Para el contrabando que se realiza en las cajuelas de los automóviles, el que es conocido como “contrabando hormiga”, para ello cuentan con la labor de convencimiento a los ciudadanos infractores de los llamados oficiales de comercio exterior, los uniformados, quienes “convencen” a los contrabandistas “cajueleros” de aportar para la gran caja recaudadora de Dip Leos, y obviamente los montos están sujetos a la cantidad y el tipo de mercancía.

En esta garita los movimientos que realizan los funcionarios recaudadores de dinero extraoficial de Dip Leos, por día laborado en cada una de las áreas

mencionadas, fluyen de los 100 a los 150 aproximadamente, lo que arroja en promedio al administrador de acuerdo a sus allegados una cantidad que oscila entre 500 a mil dolares.

Por lo que no resulta difícil de creer que en una semana reúnan una cantidad que resulta insultante, de aproximadamente de 400 mil dólares.

Con respecto a la garita del Chaparral, en ese punto se mueven básicamente de la misma manera, sólo que en esta únicamente transitan unidades tipo panel y automóviles, eso sí, es mayor el contrabando de licor y tabaco que en la garita de Otay, tal vez por ello señalan al subadministrador Francisco Llamas González, como “el rey del agua y el humo”.

En esta garita se registran mayor número de movimientos por parte de los funcionarios subordinados de Dip Leos, encargados de ingresar recursos económicos a la caja registradora personal del administrador, pero a diferencia de la garita de Otay, el monto de las extorsiones son menores, lo que le deja de manera aproximada cada día varía entre 30 a 50 mil dólares.

En el área de paquetería del aeropuerto de Tijuana, a cargo del subadministrador Raúl Vázquez Castro, le genera a la caja de Dip Leos, un monto semanal de aproximadamente 50 mil dólares.

Sumando las garitas de Otay, Chaparral y el área de paquetería del aeropuerto de Tijuana, por acciones de corrupción ingresan a la caja recaudadora especial de Dip Leos, un monto aproximado de 700 mil dólares, nada mal para quien hace de lado la probidad y se ve obligado a comportarse con deshonestidad.

No satisfecho con lo que en cada jornada sus allegados recaudan para su caja personal, Dip Leos, cuenta con una incondicional en el departamento jurídico de la dependencia a su cargo, la licenciada Ruth Caravantes, titular de esa área y quien se encarga de complicarle la existencia a los ciudadanos que por algún motivo o circunstancia sus mercancías fueron requisadas por personal de la aduana, pero que al través de un procedimiento jurídico en el tribunal fiscal les resuelven la devolución de sus mercancías.

A estos, se les pide una cuota para la agilización del trámite de liberación, en caso de que el importador se moleste y exija el cumplimiento rápido y a cabalidad de la orden de liberación dada por la autoridad jurídica, se le arguye al importador que el procedimiento de liberación tiene un protocolo administrativo que puede durar meses, por el cumulo de trabajo que se tiene en la dependencia, así que, sin alternativa o salida alguna, los importadores tienen que cooperar con cantidades que van desde los 1000 hasta los 5000 mil dólares para que les sean devueltas las mercancías.

Se debe de dejar en claro, que no todo los recursos que se obtienen por la corrupción imperante en la aduana de Tijuana, se quedan en los bolsillos de José Julián Dip Leos, es ambicioso, pero respeta sus acuerdos, la distribución de los dineros mal habidos se encuentra a cargo de una persona de nombre Monzerrat, a quien identifican como de total confianza del subadministrador, Marco Antonio Mello Giner, las cantidades que le tocan a cada participante en este entramado, sólo ella, Dipp y su superior las conocen.

Consciente de que sus días están contados como administrador de la aduana de Tijuana, por la salida de Alejandro Chacón Domínguez, quien siempre lo protegió durante su estadía como director general de aduanas de todas las trapacerías, Dip Leos, se apresta a incrementar las cuotas y las acciones de extorsión a los importadores, legales o ilegales, teniendo como base que en el periodo decembrino aumenta el número de importaciones y hay más flujo de dinero.

José Julián Dip Leos, hará de este mes, “el diciembre de Hidalgo” y “su agosto en pleno diciembre”.

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3 comentarios:

  1. Eso es de diario, nosotros mismos lo hemos vivido.
    Ya que si no cooperamos con ellos nos detienen la mercancía y cada embarque posterior.

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  2. Asi es yo trabajo en una Agencia Aduanal haciendo pedimentos y estoy pagando una MORDIDA DE $600 DLLS por un error en un numero de parte... y me consta que piden también otros $600 dlls por no bajar la mercancía y revisar que en realidad es su trabajo

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  3. A mi tambien ya me toco, la verdad es una exageracion esas mordidas que piden.

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