Por Gerardo Díaz Valles
El desplome en uno de sus tramos de la autopista escénica “Transpeninsular” pone de nueva cuenta a este girón de la patria, muchas veces ignorado, olvidado; en el plano nacional e internacional esta región tan distante del centro del país, como codiciada por tantos. Antes fue el Ejido Zacamoto con los hundimientos y subsecuentes pérdidas en el Valle de Mexicali, mas hoy ojos del mundo se centran en la zona de fallas geológicas desde “Sal-si-puedes”, que inmortalizada en su novela del mismo nombre Diego Moreno, incluidas las andanzas de Tony Distancia en aquella Tijuana psicodélica de la postguerra.
Desde El Mirador hacia el Océano Pacifico, hasta la punta de San Miguel. Desplome que ya esperábamos muchos locales, máxime después del reciente y último sismo de 5.2 Grados en la escala de Richter tras las constantes advertencias de los científicos del CICESE. Autopista que construyera en un rato de inspiración el inefable Luis Echeverría Álvarez allá por el comienzo de los Setentas. Colapso que irónicamente se registra justo en el Día de los Inocentes, cuando nosotros andábamos no lejos de allí, pues desde temprano seguíamos parte del Camino Real Misionero y el paso que mucho antes siguieron los originarios concheros, los peregrinos de la montaña y la playa como fueron nuestros Kumiais, todos ellos descendientes de la rama de los Yumanos, como luego fueron los Cucapah, los Pai-pai, Los Cochimies, Los Pericues, los Kiliwas. Gracias a la amable invitación de nuestro a migo Mario “El vaquero” Cipres Tinoco, y la formidable anfitriona de la familia Nuño Gilbert del “Rancho El Gato”, visitamos esta parte recóndita de la Baja, entre las anchurosas praderas de los cañones El Morro, El Médano, el Descanso y La Misión, con su grandeza y majestuosidad que rancheros bien conocen, aprecian y dominan. Pues además de trabajadores, son muy ingeniosos, pues ante las adversidades y carencias diarias, los rurales desarrollan un instinto especial de sobre vivencia como lo mismo hicieron sus antecesores. Expertos en el racionamiento de comestibles, el reciclaje de materiales, la reparación de vehículos y demás maquinaria, el uso de energías alternativas, de la herbolaria y depositarios de la sabiduría ancestral por allí acumulada al paso de muchos anos, pese a los grandes avances en las comunicaciones, de la ciencia y del desarrollo humano en diferentes áreas. La Baja persiste en cierta forma intocable, misteriosa, desconocida por muchos, al igual que su gente y sus necesidades, su forma de ser, sus aspiraciones y su postura ante la vida. Si bien ha habido muchos intentos de apoderarse de la península, principalmente por extranjeros sabedores de sus mandos de uranio, oro, plata, gas natural, su pesca e infinidad de productos. Lo mismo los franceses en la época Porfiriana, los Alemanes durante las guerras mundiales, los japoneses, los italianos, los ingleses y por supuesto nuestros “primos” del Norte, quienes frustrados en varios intentos de agenciarse otra estrella en su insípida bandera anglosajona, muchos se conforman por utilizar la península como su tras-patio para sus carreras fuera de camino, sus prácticas depredadoras y hasta de su zona de retiro para muchos ciudadanos que en guerras y demás afanes entregaron sus mejores años en abono al fortalecimiento de su nación imperialista. Hoy, justo al iniciar un 2014 cargado de incertidumbre, dudas y temores, la península se encamina a enfrentar nuevamente la incomprensión y apela a la solidaridad de los mexicanos gobernantes del centro normalmente tan alejados de nuestra realidad cotidiana. El brazo fuerte de la patria, se encuentra herido en una de sus arterias más importantes. La pregunta es: podrá la Baja California sobreponerse a este nuevo golpe de la naturaleza desquiciada?, podrá sobrellevar y salir avante frente a la acostumbrada incomprensión de los hombres y los miopes gobernantes en turno?.
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