Por Gerardo Díaz Valles
"A Mis Ternuritas que me siguen; a las que no, pues no”
Por eso amamos el Futbol, ese juego del hombre duelo de estrategias donde los equipos antagónicos se miden en la lucha sobre el campo de batalla en pos de la victoria, apoyados en un comandante, sus artilleros, defensas, alas, arqueros y medios.
Una cosa es la que se ve y otra es la que se encuentra detrás de la primera impresión. Contrario a las visiones simplistas o reduccionistas de ser un montón de payasos en pantaloncillos cortos corriendo detrás de una pelotita sin ton ni zon; destaca la mística de conjunto, la motivación adecuada, pero sobre todo entender que hay reglas y que las maniobras apegadas a una estrategia harán la diferencia a la hora de alzarse con el triunfo y sumar puntos. Esto viene a colación tras la reciente jornada del 7 de Julio. No perdamos de vista que Los Políticos, y todos los que le entran abiertamente al juego sucio de la Política, terminan por asumirse como tales, que son los predestinados para ejercerla, convencidos de que “alguien debe jugar ese juego sucio”. Tienen en común en sus actitudes y comportamiento demostrar una gran dosis de cinismo, conchudos, vanidosos, jactanciosos y con una gran dosis de soberbia. A poca distancia y en aras del entendimiento, con el perdón del respetable, tratare de ser muy gráfico, al percibir un grado de madurez política en el elector bajacaliforniano luego de casi tres décadas de experimentar y, sufrir, el ejercicio de la alternancia, de los pesos y contrapesos, el juego democrático al estilo Cachanilla. “Si se puede, si se puede”. En nuestras propias familias, o nosotros mismos, hemos alcanzado algún grado de madurez, escepticismo o decadencia, al movernos de un febril Cardenismo, a una inusitada Ruffomania, los años agridulces de “Solidaridad”, a los Amigos de Fox, la Onda Grupera de los Partidos, a la miseria oferta política de nuestros días con el consecuente desencanto hasta la pena ajena de nuestros días. Una madurez o postura política a la hora de pararnos frente a la intimidad de la urna y dejar nuestra marca en las papeletas para dejar nuestro voto útil. En fin, un proceso natural de error-aprendizaje, de caer y levantarnos, que nos ha ido forjando o marcando como sociedad, para bien o para mal. Hoy sabemos que nada se nos da de gratis, que todo cuesta y que detrás de estas ofertas y fiascos hay sujetos, “personas de rostro humano” de carne y hueso con nombre y apellido. Seamos honestos y aceptemos que no teníamos opciones de votar entre el malo y el peor. Lo que motivo a decir de algunos una especie de “voto desquiciado”. Perdónanos señor que no sabemos lo que hacemos”. Mas allá de las alianzas perversas de la partidocracia, las deficiencias del sistema electoral y de representación ciudadana, la parcialidad de las autoridades, de lo tendencioso de los mismos gobiernos o la patraña de los contendientes, se logró al final de cuentas salvar el proceso y alcanzar una estabilidad y cierto equilibrio en la representación de las fuerzas políticas. Es decir que, queremos creer que pasamos a una nueva etapa de convivencia nueva entre los bajacalifornianos. Seguirán los retos y problemas con solo unos cuantos cambios de nombres o protagonistas, quizás algún nuevo liderazgo o toma de conciencia ciudadana. Sin olvidar que a nuestros caros políticos solo hay que identificarlos, medirlos y tratar de anticipar sus acciones. Ponerles los filtros sin perder de vista que para entenderlos hay que verlos a contraluz, creerles solo la mitad y esa mitad que queda ponerla en tela de duda y hasta interpretarla al revés, leerlos entre líneas y considerar hasta sus silencios. Lo que no nos dicen los políticos, es muchas veces más revelador que sus pingues discursos en este juego de espejos y realidades engañosas de nuestra política aldeana. Ya creceremos.
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