Por Gilberto Lavenant
Parafraseando a Benito Juárez, que decía aquello de que : “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, las crisis financieras entre los individuos, como entre las naciones o instituciones públicas, se generan por el desorden en el gasto. En pocas palabras, porque, unos y otros, gastan más de lo que ganan.
Y cuidado con aquellos individuos que suelen vivir de las apariencias. Automóvil de modelo reciente, pagado en abonos, mediante créditos onerosos. Casa de buen ver, también a crédito, y presunción de ropa y objetos diversos “de marca”, adquiridos con el uso de las tarjetas de crédito, que siempre las tienen “hasta el tope”. Hasta que “estallan”. Muchos llegan a desesperar, que optan por darse un tiro.
Algo casi similar ocurre con las entidades públicas, como lo son los gobiernos municipales y estatales. Todo ente público, debe sujetar o limitar su gasto, a su ingreso. Cada año, preveen o estiman los ingresos a percibir en el año siguiente y en base a tales estimaciones, programan el gasto. Lo ideal es que gasten, solamente el monto total de lo que habrán de recaudar.
Sin embargo, la mayoría de los políticos, no resisten la tentación de realizar enormes obras, porque supuestamente eso les proyecta como excelentes gobernantes, aunque los tengan que realizar con dinero prestado.
Actuando con irresponsabilidad, y aprovechando la temproalidad del cargo que ostentan, gastan más de lo recaudado. Entre los profesionales de la construcción, hay un dicho que reza : “haz obra, que sobra”, por aquello de que cuando se realizan grandes inversiones, se pueden sustraer recursos. Y de poco en poco, logran acumular riquezas, que no lograrían ni con la profesión o actividad más próspera o exitosa.
Por ello, no escuchan los consejos que les advierten que solamente gasten lo que recaudan. Por el contrario, gastan lo más posible. Estas prácticas nocivas, han llevado a los gobiernos estatales y municipales a adquirir adeudos, de tal magnitud, que, como bolas de nieve que ruedan en una pendiente descendente, crecen cada día más, por los intereses que generan, hasta ser prácticamente impagables.
En tales condiciones se encuentran la mayoría de los gobiernos estatales y municipales de México. Los de Baja California, no son la excepción. Alcaldes y gobernadores imaginaban, ingenuamente, que con la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República, llegaría para ellos la “tabla de salvación”, que les liberara de las pesadas deudas que afrontan y que ya no soportan.
En el llamado Pacto por México, se estableció un apartado dedicado a las deudas de los estados. En principio se anunció que : “Se expedirá una nueva Ley Nacional de Responsabilidad Hacendaria y Deuda Pública para las entidades federativas y municipios, para controlar el exceso de endeudamiento de las entidades federativas y los municipios, regulando el acceso a la fuente de pago y a las garantías de la Federación para el endeudamiento subnacional”.
Pero no se trata solo de frenarlos, para que no sean tan gastalones y se endeuden, sin control. También se pretende realizar una reforma hacendaria, eficiente y equitativa, que fortalezca la capacidad recaudatoria de los gobiernos. Aquí es donde “la puerca torció el rabo”.
Los gobernantes que pensaban que era cuestión de simplemente extender la mano, para recibir dinero a montones, se equivocaron rotundamente. Se les establecerá la obligación de mejorar y simplificar el cobro de impuestos. Deberán incrementar la base de contribuyentes y además combatir la evasión y la elusión fiscal.
La evasión, es incumplir o evadir el pago de impuestos. La elusión, es un poco más complicada. Es no pagar determinados impuestos, al amparo de subterfugios o resquicios legales, no previstos por el legislador al momento de redactar la ley, bien sea por una redacción deficiente de la misma, o bien porque dicha ley produce efectos no previstos al entrar en juego con el resto de las normas tributarias.
Los expertos en cuestiones fiscales, del gobierno federal, ya advirtieron que esto de las deudas de los gobiernos estatales y municipales, no se soluciona dándoles más dinero, sino obligándolos a ser eficientes en la recaudación y cautelosos en el gasto.
Y tampoco se trata de cuestiones de mágia. Advierten que los gobiernos locales son pobres, no solamente porque gastan de más y se endeudan, sino porque permiten a amigos y compadres que paguen lo que gusten. Por ejemplo, en el impuesto predial.
La información que con mayor celo guardan los alcaldes, es la relativa al impuesto predial. Si se hiciera una revisión a lo recaudado, y a los valores catastrales en vigor, fácilmente se detectaría, por una parte, que valiosos inmuebles pagan impuestos como si se tratase de modestas viviendas y que los valores catastrales asignados a las zonas donde se ubican, casi corresponden a los de áreas populares.
La regla es simple. El impuesto a pagar, el menos posible. El precio de venta o renta, el más alto posible. De igual forma se genera la especulación con los bienes inmuebles. Como pagan tan poco de impuesto predial, los mantienen baldíos, en espera de lograr mejores ventas, luego de que los vecinos inviertan y mejore la zona.
La discusión de estos temas, se llevará a cabo hasta después de julio próximo, luego de los comicios en 14 entidades del país, para no “calentar el ambiente”. Entonces, se manejarán propuestas tendientes a mejorar la recaudación fiscal, como lo son la homologación del IVA, o bien aplicar este impuesto en aquello que actualmente no se aplica, como son medicamentos y alimentos. El “meter en cintura”, se aplicará parejo. No solo a los gobiernos y gobernantes. También a los contribuyentes. En especial a los ricos que menos tributan.
gil_lavenants@hotmail.com
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