Por Gilberto Lavenant
Quien fuera a decirlo. Parecía que la guerra ya estaba declarada. El escándalo estaba en todo su apogeo. Pajarracos al descubierto, por un lado, furiosos acusadores por el otro.
Todo empezó, cuando en días pasados, en un periódico capitalino, se reveló la transcripción y grabación de una llamada telefónica entre el líder estatal de la CNOP, Enrique Acosta Fregoso, y el diputado local, Eli Topete.
Evidentemente la intención fue poner al descubierto que al menos uno de dichos personajes políticos, está involucrado en negociaciones ilícitas relativas a la importación de autos usados. Pero lo más relevante fue que se hacia referencia a un Senador, y aunque no se mencionó nombre alguno, de inmediato se presumió que se trataba del priísta Fernando Castro Trenti, muy allegado a Acosta Fregoso.
Sin embargo, a los descubridores de esas presuntas negociaciones sospechosas, les salió el chirrión por el palito, cuando se dió más relevancia a la interferencia de la llamada telefónica y por lo tanto presumibles labores de espionaje.
Los agraviados, de inmediato voltearon hacia el edificio de enfrente y señalaron que eran espiados por el Ejecutivo Estatal. Para reiterarlo y formalizarlo, presentaron denuncias penales ante la delegación de la PGR en Mexicali. La tibia negativa de los acusados, fortaleció las sospechas.
Acto seguido, en la Legislatura Estatal se acordó citar a los principales colaboradores del Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, para que explicaran cómo realizaban las labores de espionaje y dieran los nombres de los políticos, empresarios y periodistas que eran espiados.
No habiendo otra, comparecieron ante los integrantes de la Coordinación Política del Congreso del Estado, Cuauhtémoc Cardona Benavides, Secretario General de Gobierno, Rommel Moreno Manjarrez, Procurador de Justicia y Daniel de la Rosa, Secretario de Seguridad Pública Estatal. En principio, como suele ocurrir con los delincuentes que son sometidos a un interrogatorio, negaron todo, pregonaron inocencia y se dijeron ajenos a las labores de espionaje.
Sin embargo, salió a relucir una indiscreción. Antes de dicha comparecencia, Cardona Benavides le confió a Julio Felipe García, diputado local, coordinador de la fracción parlamentaria priísta, que el único que podía realizar labores de espionaje era Daniel de la Rosa, pero por instrucciones del Gobernador Osuna Millán.
Julio Felipe se lo recordó a Cardona en la comparecencia y acto seguido sacó copias de facturas relativas a la compra de equipo para espiar y además la capacitación de personal para operarlo. El Secretario General de Gobierno sudó frío y se le saltaron los ojos. Seguramente hubiera deseado que se lo tragara la tierra. Imaginaba la reacción del Gobernador cuando se enterara que habían sido descubiertos.
El equipo de espionaje, es costosos. Un sistema de grabación de líneas telefónicas analógicas, con un costo de 48 mil dólares, tres estaciones de vigilancia GSM multibandas, con un costo de 402 mil dólares cada una, y 3 geolocalizadores de objetos y mapeo, con un costo unitario de 3 mil dólares, así como el pago de dos servicios de capacitación para investigadores técnicos en monitoreo electrónico “Penlik”, con un costo de 13 mil 500 dólares, impartido a cinco personas. El servicio de “Penlink” produce intercepción de datos y vigilancia de los equipos y programas informáticos que incluye entre otros: líneas de teléfono alámbricas, inalámbricas, satelitales 3G, entre otras.
Las comparecencias de los tres integrantes del gabinete del Gobierno estatal fueron presididas por el Diputado Gregorio Carranza y asistieron los Diputados: Claudia Agatón, Rubén Alanis, Alfonso Garzón, Juan Montejano, Rosana Soto, Virginia Noriega, Carlos Murguía, Rubén Fernández, Arcelia Galarza, Ricardo Magaña, María del Rosario Rodríguez y Máximo García. Todos, sin excepción alguna, quedaron convencidos de que sus charlas podían estar siendo grabadas desde el edificio de enfrente.
Al día siguiente, la acusación de espionaje, en contra del gobierno estatal, derivada de la comparecencia de los tres colaboradores del Gobernador Osuna Millán, fue la nota principal de los medios de dsifusión. Sobre todo, las fotos de las facturas y una en la que aparece Julio Felipe mostrando una factura.
Dos días después, el gobierno estatal publica un desplegado en el que se duele de las acusaciones y lamenta que se revele la existencia de equipo sofisticado, presuntamente utilizado para combatir a la delincuencia y acusa de irresponsable al diputado García Muñoz por estar ventilando estas cosas.
Parecía que la guerra era a muerte. Que era mal presagio en la víspera de los comicios federales y en la antesala de la sucesión de la gubernatura estatal. Que la reconciliación, sería imposible.
Sin embargo, el día de ayer se difundió una fotografía en la que el Senador priísta Fernando Castro Trenti, líder moral de la fracción parlamentaria del PRI en la Legislatura Estatal, y el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, aparecen saludándose de mano, como grandes amigos, en evidente muestra de reconciliación.
Pero surgen los cuestionamientos : ¿ Y las acusaciones de espionaje?, ¿Seguirán los pájaros en el alámbre?, ¿Será esto una amnistía recíproca, o una simple tregua en la guerra política entre panistas y priístas ?, ¿Realmente creerán en la presunta sinceridad de ambos ?, ¿Los enemigos, pueden ser amigos?, ¿Y las traiciones ?, ¿Los enemigos, se reconcilian ? Ver, para creer.
gil_lavenants@hotmail.com
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