Por Gilberto Lavenant
Cuando se habla de candidatos ciudadanos, se supone que surjan individuos ajenos a los partidos políticos, a las prácticas no gratas que se estilan en ese tipo de organizaciones. Alguien como el poeta Javier Sicilia, que, hasta el momento, no se le liga con ningún partido.
El problema, con los ciudadanos comúnes y corrientes, es que por regla general son apáticos o desinteresados con respecto a los que ocurre en su derredor. El propio Sicilia era un ciudadano apático. Se convirtió en un líder social, cuando asesinaron a su hijo. Entonces, cuando sintió la violencia en carne propia, gritó : ¡estamos hasta la madre ¡
De no haber ocurrido el crímen de su hijo, Sicilia seguiría siendo un poeta, encerrado en su mundo imaginario, ajeno por completo a la realidad que nos rodea. Cuando un ciudadano como Sicilia destaca entre la sociedad civil, los partidos tratan de engatuzarlo, ofreciéndole cargos electorales, para aprovechar su populariad, que les puede generar votos. Cuando estos ceden a la tentación de la política y aceptan la postulación, pierden su valor ciudadano y se convierten en militantes del partido que los postula. Aunque nunca ingresen, formalmente hablando al que los ligó.
Ahí tienen el caso de la señora Isabel Miranda de Wallace, quien cedió a la tentación y accedió ser postulada por el PAN, como su candidata a Jefe de Gobierno del Distrito Federal. De ser una ciudadana reconocida por su valentía y coraje, al perseguir a los secuestradores de su hijo, hasta dar con ellos, se devaluó al convertirse en política, una clase social tan desprestigiada.
En Baja Caliifornia, un caso casi semejante lo es el de la señora María Elvia Amaya de Hank, aunque ya casi era política, por el hecho de ser esposa del empresario Jorge Hank, y al ser este Alcalde de Tijuana, ella ostentó el lugar de primera dama y Presidenta del DIF. Ahora será realmente política, al ser postulada como candidata priísta a una diputación federal, aunque sea de lista. Lo que es una lástima, porque logró una excelente imagen ciudadana con su organización “Por ayudar”.
Los hay quienes hipócritamente se ostentan como “candidatos ciudadanos”, porque son postulados por un partido al que no pertenecen formalmente, pero con el que comulgan abiertamente. Quizás la simple flojera o desidia, no les permite llenar una solicitud y cubrir los requisitos exigidos para ello. Además, la denominación les permite brincar trabas que no pueden eludir los militantes.
Ahí tienen al empresario Gastón Luken, diputado federal, quien presume de haber sido postulado como candidato ciudadano. La verdad es que, ya en el cargo, no se conduce como ciudadano. Como diputado federal, forma parte de la bancada del PAN y observa o acata las consignas que se les dan a todos los diputados panistas. En ningún momento se conduce cmo simple ciudadano. En tales condiciones, carece del valor que en determinado momento pudo haber tenido como candidato ciudadano.
Un problema serio que tendrían los ciudadanos que quisiesen ser candidatos a algún puesto de elección popular, al margen de cualquier partido político, independientemente de que la ley electoral no lo permite, es que requieren de un grupo u organización que los auxilie o apoye. Por modesto que sea el cargo que pretenda ostentar.
Sobre todo, el que uno o varios candidatos ciudadanos, lograran triunfar en los comicios, carecerían de relevancia, al tratar de competir contra las consignas y los mayoriteos. Imaginen, nada más, 3 o 4 diputados federales independientes, de un total de 500 que integran la Cámara de Diputados Federales. Seguramente nunca lograrían que una sola de sus propuestas fuese aprobada.
El otro problema que enfrentarían, sería el financiero. Los recursos públicos que el Instituto Federal Electoral otorga para los procesos electorales, son distribuidos o entregados, en proporción a la dimensión de las organizaciones políticas acreditadas. Si los candidatos ciudadanos estuviesen contemplados en la legislación electoral, no alcanzarían los recursos públicos para cubrir las necesidades financieras de todos los que solicitaran su registro para una contienda, aunque no tuviesen posibilidad alguna de triunfo.
Pero eso es por lo que respecta a los candidatos ciudadanos, ajenos por completos a los partidos políticos, que nunca hayan militado en alguno. Que no sería precisamente el caso de quienes luego de haber militado durante años en un determinado partido político, son expulsados, nunca son postulados ni para cargos de poca importancia o simplemente consideran tener mayores cualidades y capacidades que los postulados, y entonces buscan postularse ellos solos, de manera independiente. Pero entonces habría que observar que no son lo mismo, los candidatos ciudadanos, que los candidatos independientes. Dicho en otras palabras, no es lo mismo Juana que chana.
Los candidatos ciudadanos, son aquellos que carecen de antecedentes políticos. Los llamados candidatos independientes, son los que ya han militado en algún partido político y por lo tanto traen una práctica política, buena o mala, pero la traen. Mañas, pues.
Ahí tienen el caso de Manuel Clouthier, hijo del maquio, diputado federal panista con licencia, que aspiró a ser postulado por el PAN como candidato a Senador, pero le cerraron las puertas para ello y entonces se inconformó ante las autoridades electorales, logrando una resolución favorable mediante la que se obligaba a la dirigencia panista a darle oportunidad de competir por una candidatura al Senado.
Sin embargo, cuando Clouthier pudo haber competido por una candidatura al Senado, en las elecciones internas del PAN, súbitamente decidió solicitar su registro ante el IFE, como candidato presidencial independiente, bajo la amenaza de hacer un desmadre, o sea de complicarles la vida a las autoridades electorales. Esta es una muestra clara de que no es lo mismo candidato ciudadano, que candidato independiente. Estos últimos, son productos del sistema político y traen consigo un cúmulo de mañanas. No es lo mismo Juana, que chana.
gil_lavenants@hotmail.com
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