Por Gilberto Lavenant
Aún cuando todavía falta poco más de un mes para iniciar formalmente la contienda electoral del 2012, y apenas concluyen las precampañas, los aspirantes de los diversos partidos políticos ya cantan victoria de manera anticipada. Como si la contienda fuese “pan comido”.
A los priístas les anima la enorme ventaja del virtual candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, en las diversas encuestas relativas a las preferencias electorales. Los candidatos a diputados federales, y en especial los candidatos al Senado, suponen que colgándose de la fama del mexiquense, llegarán sin ningún problema a ocupar escaños en las cámaras baja y alta del Congreso de la Unión.
Los panistas, ingenuamente, suponen que simplemente con acusar al PRI de todos los males que aquejan al país, los mexicanos correrán asustados a refugiarse en sus brazos, estrategia esta que quizás les funcionó durante doce años, pero que ahora difícilmente les dará resultados favorables. 52 millones de mexicanos en pobreza extrema, inútilmente esperaron 12 años a que llegara el cambio, para bien, pero el cambio fue para mal. Fue algo así como salir de guatemala, para entrar en guatepior.
Los de la izquierda mexicana, presumen que la pobreza extrema que agobia a México, es tierra fértil para cosechar suficientes votos para llevar a Andrés Manuel a la Presidencia de la República, y junto con él, individuos nefastos que cobijados bajo ideas populistas, pretenden hacer de las suyas al grito de “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Para empezar, deben hacer a un lado elucubraciones o conjeturas, los triunfalismos políticos anticipados, no son recomendables para nadie. El sentir popular se refleja en el abstencionismo. El desencanto, la incredulidad, la desconfianza, es general.
Veamos esto a nivel Baja California, para ser más concretos. En 1989, cuando la población de esta entidad era de aproximádamente 1 millón 500 mil habitantes, 2 millones menos que la población actual, solamente votaron 390 mil 58 habitantes, o sea el 26% de los habitantes de la entidad. El sandieguino Ernest Ruffo Appel logró la gubernatura estatal, con tan solo 204 mil 120 votos, o sea el 13.60% de los bajacalifornianos. A eso le llaman “ruffomanía”.
En los comicios del 6 de agosto de 1995, el panista Héctor Terán Terán, ya fallecido, logró la gubernatura estatal, obteniendo 324 mil 901 votos, el 49.59 del total, logrando una enorme participación cívica, el 62.90% del padrón electoral, y una asbtención del 37.10 %. De los más bajos niveles de abstencionismo en la historia política de la entidad.
En los comicios de 1998, el abstencionismo volvió a incrementarse hasta alcanzar el 53.53%. Ganaban los candidatos panistas, si es cierto, pero con una votación sumamente baja.
En las elecciones del 2001, el panista Eugenio Elorduy, logró la gubernatura estatal, con 266 mil 175 votos, que representó el 48.69 % de la votación y el abstencionismo se elevó aún más, hasta el 63.36%.
Tres años después, en los comicios del 2004, el abstencionismo creció un poco más, hasta llegar al 66.58%. Casi resultaba inútil el gasto del proceso electoral.
En la elección para la gubernatura estatal, más reciente, la del 2007, el panista José Guadalupe Osuna Millán, obtuvo 430 mil 340 votos, frente al priísta Jorge Hank Rhon, que apenas logró 376 mil 457. Se dice que solo 3 de cada 10 electorales acudieron a las urnas.
En los comicios del 2010, el abstencionismo siguió arriba. Alcanzó el 66.22%. En esta, la derrota panista fue aplastante. Perdieron los cinco municipios y la mayoría en la Legislatura Estatal.
Los números no mienten. Si se les observa con detenimiento, podrán percatarse que ningún partido la tiene segura. Que si bien es cierto que en Baja California ha habido muchos ejemplos de que los electores votan por el candidato, independientemente de las siglas partidistas, en estos momentos no hay en el escenario político ninguna figura relevante, como para andar con triunfalismos.
El abastencionismo es, definitivamente, el enemigo a vencer en esta contienda. Es el resultado de la desconfianza de los electores en todos los políticos, sin distinción de siglas partidistas.
¿Cómo convencer a los electores, que las promesas que les harán en esta ocasión, si las cumplirán ?
¿Cómo convencer a los electores, que quienes ahora tocarán sus puertas como candidatos, regresarán luego como funcionarios públicos ?
¿Cómo convencer a los electores, que los políticos tienen palabra de honor ?
¿Cómo convencer a los electores, que esos individuos, realmente se preocupan por el bienestar de ellos ?
¿Cómo convencer a los electores, que vale la pena acudir a emitir sus votos el día de los comicios ?
México, vive bajo un sistema político, caro e ineficiente, insensible y errático. Por ello los electores están decepcionados de todo proceso electoral. Todo mundo promete cambios y al final, resultan lo mismo los azules que los tricolores.
El 30 de marzo inicia el concurso de mentiras y simulaciones. Esperemos a ver quien tendrá más capacidad de engaño. El grado de abstencionismo, será como un termómetro social, que advertirá el poco o nulo interés de la población por quienes le habrán de gobernar. Al final, ganan unos, la mayoría sigue perdiendo. Cada día son más los pobres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario