miércoles, 4 de enero de 2012

El programa más estúpido del universo

Por Álvaro Cueva (Milenio)
Mientras que en la televisión mexicana todavía estamos viendo producciones grabadas y el lentísimo retorno de conductores titulares, la televisión internacional está más activa que nunca.


BBC Entertainment estrenó el lunes a las 20:00 horas una cosa maravillosa que todavía me tiene con la boca abierta porque, o es el programa más estúpido de universo, o una de las más grandiosas obras maestras que pudo haber inventado la comunicación.

Se llama “Minute to win it” y es una emisión donde personas comunes y corrientes van a competir en pruebas particularmente babosas.

El programa Minute to win it resulta muy entretenido.

¿Y de cuánto es el premio? De un millón de dólares. Así, hasta yo le entraba.

¿Pues de qué clase de pruebas estamos hablando? De tirar una pirámide de vasitos de plástico pegándoles con ligas, de conseguir que una pelotita rebote de mesa en mesa y de construir una torre de tuercas con un palillo.

Sí, yo sé que suena tonto y seguramente lo es, pero el resultado es tan fascinante que no podía dejar de escribírselo.

¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Cuál es el sentido periodístico de “Minute to win it”?

Pasa que vivimos en un mundo que, entre que ya se cansó de las actividades extremas, y entre que está regresando al entretenimiento más viejo, al más básico.

Este nuevo programa de BBC Entertainment es como eran los juegos de los niños en la primera mitad del siglo XX, hace que la gente se divierta como se divertían nuestros bisabuelos.

Y pues no, no tiene nada de malo. Como producción, “Minute to win it” es un espectáculo que no le pide nada a nadie.

El estudio es monumental, hay público en vivo, un impresionante manejo de los tiempos y los movimientos, un conductor extraordinario y un espíritu que es algo así como una versión corregida y aumentada de “Quién quiere ser millonario”.

El último hombre de pie es un reality que combina desde la aventura hasta el conocimiento.

Como concepto, “Minute to win it” es una cátedra de respeto y buen gusto. Aquí, a diferencia de “Resbalón” y de otras porquerías que tenemos en pantalla, jamás se ofende a nadie.

A pesar de que las pruebas son aparentemente muy bobas, las personas que participan no sólo reciben dinero, reciben el reconocimiento público.

Cuando pueda, vea esta joya en BBC Entertainment. Le juro que se va a sorprender de que algo tan elemental sea tan fabuloso en tiempos de internet, videojuegos y deportes extremos.

Y ya que ando en producciones que sorprenden, ¿qué le parece lo que están haciendo los señores del canal Infinito?

No sólo están adquiriendo títulos tan entretenidos como “Rizzoli & Isles”, están pasando los nuevos capítulos de un “reality show” que es como para ir y ponerles estrellita en la frente.

Se llama “El último hombre en pie” y yo lo adoro porque es algo así como el espectáculo perfecto.

Por un lado, es de deportes. Por el otro, es de viajes. En medio, tiene cuestiones antropológicas. Más allá, el tono extremo.

Y es para chavos, y es para adultos, y hay valores, y hay carne, y hay todo lo que usted quiera, guste y mande.

¿De qué trata? De gente que se dedica a practicar algún tipo de lucha, pelea o arte marcial y que, en la cúspide del reto, decide emprender un viaje a los lugares donde viven las tribus más primitivas de nuestro planeta para retar a los peleadores de esos lugares.

Y poco a poco van cayendo. Y poco a poco van ganando. Y a lo mejor usted tiene a su favorito. Y a lo mejor usted tiene a alguno que le caiga mal.

Pero es tremendo porque imagínese a un chavo de 20 años que lleva toda su vida practicando artes marciales, derrotando a quien le pongan enfrente y acumulando medallas, sucumbiendo ante los puños de un señor encuerado que vive en una choza perdida en la inmensidad de la selva africana.

¡Pues no que muy buenas las artes marciales! ¡Pues no que muy confiables sus títulos y medallas!

No, pero espérese, porque además de los combates está todo el tema de la integración y de los choques culturales.

Los protagonistas de “El último hombre en pie” tienen que llegar a los lugares a donde van a pelear e integrarse con la gente de las tribus, vestir como ellos, comer como ellos y comportarse como ellos.

Y esto incluye unos rituales bárbaros como picarse el cuerpo con unas púas extrañas y colocarse sal en las heridas antes de salir pelear para demostrar sus verdaderas capacidades.

Debería ver la cara de los luchadores urbanos cuando les plantean todo lo que tienen que hacer, lo que pasa cuando pierden y, lo mejor de todo, lo mucho que crecen en términos humanos.

A mí me encanta “El último hombre en pie” porque, independientemente de su impecable manufactura, es una reflexión sobre lo civilizado y lo salvaje en una época donde todo el mundo da por entendido que estas diferencias ya no existen, y pues no, sí existen, y nos marcan.

Haga un esfuerzo y busque todos los miércoles a las 22:00 horas, por Infinito, este magnífico “reality show”. Le va a gustar. De veras que sí.

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