Los políticos
Por Gilberto Lavenant
Los políticos es una de las especies humanas, por decirlo de alguna manera, más detestable, más repudiable y en la que menos cree la sociedad. Mentirosos, deshonestos, flojos y proclives a la corrupción.
Y no obstante todo ello, muchos insisten en pretender ser políticos. Les llena de orgullo ostentarse como políticos.
Pero no es realmente político el que pretende serlo, sino el que tiene aptitudes para ello o entiende lo que es la política. La actividad humana que tiene por objeto el bien común, el lograr un buen gobierno.
Por ello vale la pena hacer algunas precisiones en materia política, aunque nos apartemos de los orígenes filosóficos o partidistas.
Político no es aquel que financia campañas políticas. Quienes se jactan de hacerlo, lo hacen no por hacer el bien, sino porque saben que eso les va a redituar jugosas ganancias, a través de permisos, concesiones, privilegios, disimulos y tantas otras cosas lucrativas.
Político no es aquel que se la pasa metido en las oficinas de tal o cual partido. Esos son meros chambistas, oportunistas, individuos dispuestos a rendir tributo y honores hasta a los más detestables, con tal de recibir un “hueso”, aunque sea de ínfima categoría.
Político no es aquel que acostumbra retratarse con viejitas o niños, para aparentar que los ayudan o se preocupan por ellos, ni aquellos que se dedican a la caza de electores, repartiendo despensas o modestas ayudas económicas, que generalmente son sufragadas con recursos públicos.
Políticos no son aquellos que dizque hablan “bonito” o adoptan poses de redentores e iluminados. De ninguna manera.
Político no es aquel que se atreve a ensuciarse los zapatos, recorriendo colonias, solamente cuando requiere de la simpatía de los electores, en perídos de procesos electorales.
Político no es aquel que nació en “sabanas de seda”, que viste ropa de marca y hace fuchi cuando se le acerca un obrero o una ama de casa, en busca de apoyo u orientación, para tratar de resolver sus problemas o necesidades.
Político se es, no porque se quiera ser, sino porque ya se trae, como una cuestión innata, propia de la naturaleza del individuo mismo. Aquel que sabe escuchar y orienta, aquel que hace suyas las necesidades ajenas, el que se convierte en defensor de los débiles y explotados, aunque nadie se lo pida.
Y lo vemos concretamente con los supuestos aspirantes e incluso prospectos para la postulación a Alcalde de Tijuana.
En el PRI, parece que la decisión “divina” estará entre don Carlos Bustamante Anchondo y don Mario Escobedo Carignan. Dos empresarios, a quienes casi nadie conoce en las zonas populares de la ciudad, donde vive la mayoría de los electores.
Andas ansiosos por ser postulados y de políticos no tienen nada de nada. Pero quieren saborear los placeres y privilegios de la política. Lo cual es otra cosa.
En cambio, ahí tenemos a doña María Elvia Amaya de Hank, que muchos no catalogan como política, incluso quizás ni ella misma, pero que dedica gran parte de su tiempo a desarrollar programas sociales. Abandona las comodidades que le rodean, para ir a las zonas necesitadas a dar y distribuir al menos algo de ayuda y apoyo moral para las personas que afrontan serias carencias y a los que casi nadie escucha, ni apoya.
Los hay también, como los del partido de enfrente, los del PAN, que aprovechan cualquier pretexto, para muestrearse, como eso de convertir sus fiestas de cumpleaños en simples payasadas, ridículos festejos carnavalescos, derrochando recursos que pudiesen convertir en apoyos populares.
Y esos son los políticos por los que habrán de votar los electores el próximo 4 de julio en la contienda por Alcaldías, regidurías y diputaciones locales, aquí en Tijuana.
Con esos políticos, hasta da flojera cumplir con el deber cívico de acudir a las urnas a depositar el voto.
A eso se debe en gran parte el abstencionismo o el ahora llamado “voto blanco”. La “caballada” está más que flaca. Los que pueden, no quieren participar y los que quieren, son augurio de fracasos, de derrotas. Y atrévanse a negarlo.
gil_lavenant@hotmail.com
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