Por Teresa Gurza
Se efectuó ya el primer debate de campaña, entre los cuatro candidatos que quieren convertirse en el próximo presidente de Chile.
Había siete precandidatos, pero como en la canción de los perritos ya na’más nos quedan cuatro; porque semanas antes de la inscripción formal se bajó uno; días después otro y el mero día del debate dijo no, el último arrepentido que incluso ya estaba inscrito como candidato.
Con estos cambios quedaron en la palestra un candidato de derecha y tres de izquierda. Veremos con cuántos llegamos al 13 de diciembre día de los comicios; y quién tomará posesión en marzo como nuevo mandatario.
De acuerdo con los analistas sólo dos de ellos, Eduardo Frei postulado por la Concertación de partidos de centroizquierda y Sebastián Piñera por la derechista Alianza del Cambio, tienen posibilidades reales de llegar; y hay coincidencias en que ninguno de los dos podrá ganar en la primera vuelta electoral.
Y aunque se dice que el diputado socialista Marco Enríquez-Ominami no tiene ningún chance, sus puntos en las encuestas sobre preferencia, han subido desde cero a poco más del 17 por ciento; inquietando a Frei, su antiguo compañero en la Concertación de partidos que ha gobernado Chile los últimos 18 años.
La campaña está bastante aburrida y genera poco interés en el chileno medio; y el debate realizado recientemente, ni agregó ni quitó puntos.
Porque fuera de alguna referencia de Frei al representante de la derecha, acusándolo de haber usado información privilegiada para comprar acciones y aumentar de sopetón en varios millones de dólares su fortuna, no se generó ningún roce.
Eso sí, los candidatos se presentaron bien maquillados y muy peinaditos, algunos estrenaron ropa o corbata; y todos llevaron amigos, familiares y porras.
Pero hubo más apariencia y ruido que nueces y fondo, porque faltaron propuestas claras; y con excepción del candidato de la izquierda dura Jorge Arrate, se limitaron a repetir frases hechas y políticamente correctas; a criticar la deficiente salud para los pobres y los niveles de la educación cuyos índices han bajado en los últimos años.
En fin, a reiterar lo que han dicho una y mil veces en las campañas; y a hacer ofertas de empleos, y acciones a favor de viejos y pobres.
Y fueron más bien las esposas las que en defensa de sus respectivos maridos, tuvieron roces.
Frei y Piñera quieren aumentar el número de policías, para hacer frente a la creciente inseguridad; y mientras el primero quiere ¡más Estado!, Piñera quiere menos; y Marco dice buscar que Chile despierte “de su siesta”.
Esta semana los tres candidatos con más fuerza fueron recibidos por el cardenal arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz, porque la Iglesia Católica es muy influyente en este país y que recibió antes que a nadie a Piñera.
En lo que hay ciertas dudas, que por cierto Enríquez-Ominami no tiene ningún interés en despejar y un día dice una cosa y otro día otra, es en lo que hará y a quién dará el apoyo, si el candidato de la Concertación a la que él pertenecía hasta hace poco, debe enfrentarse en segunda vuelta con el candidato de la derecha.
Y todo eso se da en medio de una denuncia acerca de que el Servicio Electoral chileno ha vendido a varias empresas comerciales, instituciones financieras, inmobiliarias y demás, la base de datos completa de más de ocho millones de chilenos.
Esta base de datos que ahora tienen unos 60 “clientes”, que pagaron por ella 40 millones de pesos chilenos, alrededor de 85 mil dólares, incluye todos los datos de los electores; como son números de las tarjetas de identidad, domicilio, nacionalidad, profesión, edad, si tienen alguna incapacidad y demás.
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