martes, 27 de enero de 2009

MOVIDAS DE PISO...

Por Teresa Gurza.
Me dejó contenta el discurso de Obama porque habló de humildad y gratitud; y mostró confianza en que la esperanza venza al miedo.

Y sobre todo porque por primera vez en muchos años, un discurso del Presidente de Estados Unidos no mencionó la palabra Satanás; no acusó a nadie de ser fuerza del mal o encarnación del demonio; no habló de bombardeos y amenazas, sino de amistad con todos los pueblos del planeta; y no recurrió a las supuestas superioridades gringas, sino que recalcó que todos somos iguales y que pasó ya el tiempo de proteger intereses mezquinos.
En resumen, tal como lo dijo el nuevo presidente, a los poderosos se les movió el piso...
Pero eso no sucede en México; donde al parecer, a los que más se les mueve es a los periodistas.
Por lo que veo en datos recopilados en el año y en un balance que me envió la colega Adriana Mújica Muruas, siempre preocupada de la situación del gremio, la situación de agresiones a los periodistas es indignante, aunque no se tengan cifras claras de a cuántas ascienden.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos, afirma que desde el 2000 han sido asesinados en México 45 periodistas; el Instituto Internacional de Prensa, IPI, dice que este año fueron siete; la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, que doce; y el titular de la Fiscalía Especial para la atención de delitos cometidos contra periodistas Octavio Orellana Wiarco, da la cifra de 25.
Este funcionario que debía estar dedicado a nuestra defensa, reconoció que durante el año pasado hubo 274 delitos contra periodistas; pero seguramente para él son pocos, porque no admite que México es uno de los países donde es más riesgoso ejercer el periodismo "sólo tres de los 25 asesinatos cometidos tienen relación con su ejercicio profesional", dijo.
No opina lo mismo Francisco Ealy Ortiz, Presidente del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, quién como Presidente de la Comisión de Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa se comprometió a reclamar justicia y exhortó a los medios "a donar un espacio mensual en sus páginas para crear conciencia ciudadana y agenda pública" sobre las agresiones a periodistas.
Ealy Ortíz advirtió que la impunidad no se da solamente cuando hay una ausencia total de justicia, "sino también cuando hay una justicia débil que premia a los delincuentes".
En eso coincide el segundo reporte que sobre libertad de expresión produce el Centro de Periodismo y Ética Pública, CEPET, --que me mandó Adriana,-- y que destaca que en las agresiones sufridas por varios periodistas hay indicios de participación del narcotráfico; lo que significa una enorme amenaza para el ejercicio de la libertad de expresión en México.
Y que es ahora común la intimidación a directivos de medios de comunicación, para impedir que publiquen determinadas notas.
Agrega que cuando hay asesinatos o ataques a instalaciones de medios, se desencadenan múltiples fuerzas que tienden a oscurecen los hechos, en ocasiones deliberadamente, para permitir que la violencia contra el ejercicio periodístico pueda quedar en la impunidad.
De acuerdo con el CEPET es Chihuahua, donde incluso hay reporteros que trabajan usando chalecos antibalas, el estado más violento para los periodistas; seguido de Oaxaca, Veracruz, y el Distrito Federal.
Pero en otras entidades han ocurrido también hechos siniestros. Hay que recordar que en Yucatán y en Tabasco dejaron cabezas humanas frente a TV Azteca y el periódico El Correo de Tabasco.
Y si bien, los ataques más graves y violentos tienen la marca del narcotráfico; es necesario llamar la atención sobre el hecho de que los principales agresores de periodistas y medios de comunicación sean policías municipales, estatales y militares y funcionarios públicos.
O sea que se ha llegado al extremo de ya no saber a quién tenerle miedo.
Además, el presidente Felipe Calderón sigue permitiendo el bloqueo publicitario a algunos medios críticos como la revista Forum; lo que en los hechos confirma que la asignación de la publicidad oficial, es la forma más efectiva de corromper el periodismo en México.
Ante esta situación urge poner en práctica mecanismos urgentes de observación de agravios contra periodistas y formas de solidaridad, capacitación y protección; principalmente hacía las mujeres periodistas.

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