Por Julio Pomar
Esta época es una de las más aciagas y peligrosas para los periodistas, lo cual no quiere decir que épocas anteriores no lo hayan sido. Las presiones contra los comunicadores son incontables, desde los atentados contra los colegas, provenientes sobre todo desde las bandas del crimen organizado y de filas gubernamentales, hasta las políticas oficiales del gobierno federal de la derecha panista, que presiona y pretende asfixiar a medios y periodistas mediante la negativa a aportar apoyo económico proveniente de fondos del erario que los funcionarios suponen que son de su propiedad particular, pero que no lo son ya que proceden de todos los contribuyentes al fisco. Los funcionarios panistas se arrogan el uso arbitrario de dichos recursos, con fines partidistas y parciales, como lo ejemplifica la persecución a innumerables publicaciones independientes, pero en especial a revistas como “Forum”, que está en la “lista negra” del panismo usurpador derechista. .
Como resultado de todo ello, decenas o incluso centenas de colegas han sido marginados de la actividad periodística, tanto por la vía de la violencia física y la intimidación, como por la negativa oficial a aportarles recursos que, repito, no son de su propiedad sino de la sociedad, con el propósito de asfixiar económicamente a las publicaciones desobedientes o incómodas al poder panista de derecha. Pocos son, entonces, los periodistas que mantienen enhiesta la dignidad y la capacidad de crítica. Vemos cómo pululan en los medios electrónicos o impresos los periodistas de consigna o alquiler, lanzados en todo momento a degollar cualquier expresión popular o social crítica del panismo que detenta el poder presidencial, desde empresas periodísticas o mediáticas cada vez más concentradas en manos de capitalistas privados que los usan sólo como mecanismos para la defensa de sus intereses puramente particulares --los de sus negocios, pues, o los de clase.
Las excepciones a esta “regla” no se deben a los intereses coaligados entre derecha panista y empresas prepotentes, sino que reflejan aquella vieja sentencia de que “la excepción confirma la regla”. Uno de estos casos meritorios de excepción es el de Miguel Ángel Granados Chapa, periodista que durante más de cuatro décadas ha estado en la descubierta de quienes luchan por la verdad y la justicia. Este batallar duro de Miguel Ángel, en que con habilidad y talento se ha sabido ganar los espacios en los que publica o difunde, le vale ahora haber sido nombrado para recibir la Medalla Belisario Domínguez 2008, máximo galardón anual que otorga el Senado de la República a quienes se destacan en promover las causas cívicas o sociales de la República, aunque no siempre haya sido elegido el mejor de los posibles adjudicatarios, que no es el caso de Granados Chapa, quien lo ganó a pulso.
Por su “Plaza Pública”, nombre de la columna política que publica hace cuatro décadas y la más antigua existente de las de su género en el periodismo mexicano, han pasado revista crítica los hechos cotidianos más importantes del discurrir del país. Dotado de una enorme capacidad de trabajo y de una cultura política personal que se ha ido construyendo con los años, ha defendido y promovido causas --obreros y mineros en lucha, profesores, campesinos-- a las que otros periodistas le sacan el bulto, así en distintas ocasiones --recurso del polemista-- haya debido utilizar lenguajes prudentes, con palabras medidas, pero en las que no ha dejado de expresar sin equívocos su verdad. Lo mismo impugna a falsos adalides de la democracia que a gobernantes corruptos que traicionan su cometido popular o republicano, lo mismo a falsarios de la representación popular que a negociantes encubiertos de falsa y sacratísima fidelidad a valores trascendentes del hombre, sean políticos o empresarios, clérigos o líderes sindicales, y así en adelante.
Muy bien merecida tiene Miguel Ángel la Medalla Belisario Domínguez 2008, que le otorgan por unanimidad las diversas bancadas presentes en la Cámara de Senadores. A los periodistas que lo seguimos con asiduidad en su laboreo cotidiano, nos complace plenamente este discernimiento del Senado a favor de un colega de toda una vida, en una época llena de atentados, acechanzas y presiones contra el ejercicio del periodismo, tanto desde los ámbitos oficiales como desde los poderes fácticos. Todo un símbolo, toda una respuesta a quienes menosprecian la labor del analista y comentarista político desde las filas de la información periodística. .
No hay comentarios:
Publicar un comentario