miércoles, 24 de mayo de 2023

El estrés las hace hablar

 
Por Teresa Gurza.
No solo los glaciares lloran cuando se les desprende una capa o el hielo gime al derretirse como les conté aquí hace unas semanas, también las plantas “hablan” cuando se estresan.

Un estudio realizado por la Universidad de Tel Aviv muestra que las plantas emiten ruidos más allá del alcance del oído humano, pero detectables por murciélagos, roedores e insectos.

Cualquier persona a la que le gusten las plantas, sabe que les encanta que les hablen y cuando se hace dan más flores y mejores frutos.

Y que matas chiqueonas se marchitan para avisar que no les gusta el lugar donde las pusimos y en cuanto las pasamos a otro, florecen esplendorosas.

Bueno pues ahora, por una investigación de la que da cuenta un artículo de Abigail Klein Leichman publicado el 2 de abril por el portal Israel.21c, nos enteramos que “hablan” aunque no podamos oírlas.

Lilach Hadany, del Departamento de Biología Molecular y Ecología de Plantas de la Facultad de Ciencias Vegetales y Seguridad Alimentaria de la Universidad de Tel Aviv y jefa de la investigación, explicó que micrófonos colocados en determinadas matas demostraron que emiten sonidos muy parecidos a los que hacen las palomitas de maíz cuando estallan.

Que sus ruidos tienen volumen similar al del habla humana, pero frecuencias superiores a nuestro rango auditivo.

Y que en investigaciones anteriores les conectaron vibrómetros que pudieron registrar vibraciones y para saber si podían convertirse en ondas de sonido que se pudieran grabar, colocaron los micrófonos.

En la primera etapa del estudio, algunas plantas de tomate, tabaco, trigo, maíz y cactus fueron sometidas a factores estresantes como cortarles los tallos o no regarlas durante cinco días.

Y a otras, las dejaron intactas.

Luego las pusieron en una caja acústica en un sótano aislado y sin ruido de fondo, con micrófonos ultrasónicos a unos 10 centímetros.

Esos micrófonos pueden registrar sonidos a frecuencias de 20 a 250 kilohercios; mucho mayores, a la frecuencia máxima detectada por un adulto humano que es de unos 16 kilohercios.

“Nuestras grabaciones indicaron, precisó Hadany, que las plantas estresadas emitían docenas de sonidos cada hora a frecuencias de 40 a 80 kilohercios, mientras que las otras emitieron menos de un sonido por hora.

Asombrados, repitieron el experimento en un invernadero con mucho ruido de fondo y algoritmos para identificar y clasificar los sonidos que unas y otras emitían.

Las grabaciones fueron analizadas por Inteligencia Artificial, que pudo identificar los sonidos emitidos por las diferentes plantas y determinar el tipo y nivel de estrés por el que estaban pasando.

Las señales de estrés eran particulares de cada planta y asociadas con un sonido identificable y específico.

Por lo que un campo de flores es un lugar bastante ruidoso.

Los hallazgos fueron publicados en la revista Cell y sugieren que esos sonidos contienen información sobre la escasez de agua y lesiones que sufren las plantas.

Y que los datos que generan son advertidos por criaturas como murciélagos, roedores, insectos y posiblemente por otros vegetales capaces de escuchar altas frecuencias y obtener información relevante.

La profesora Hadany agregó que es muy posible que las plantas hablen entre ellas, pero se desconoce si tienen algún sistema de comunicación subterráneo mediante el cual, las raíces de las plantas emiten señales de estrés a las plantas vecinas.

Y que tal vez al estar estresadas, puedan liberar al mismo tiempo químicos y sonidos que den claves sobre su estado.

Se ignora también, qué parte de la planta permite los chasquidos, pero se piensa que es el tallo porque a ellos estaban dirigidos los micrófonos.

El profesor Yossi Yovel, director de la Escuela de Neurociencia Sagol de TAU y miembro de la Escuela de Zoología y el Museo Steinhardt de Historia Natural, anunció que las investigaciones continuarán para saber el mecanismo que hay detrás de los sonidos, confirmar si las plantas pueden comunicarse y si los insectos que los detectan reaccionan ante lo que oyen.

Además de su interés científico, la importancia del estudio radica en la utilidad que para los agricultores tiene saber, cuándo sus plantaciones están estresadas por falta de agua y cada qué tanto deben regarlas.

Y como es cuestión no menor en esta época de escasez de agua, los investigadores presentaron ya una solicitud de patente.

En fin, celebro que cada día sepamos más de la naturaleza que nos rodea y puedo imaginar las quejas de mis rosales cuando se les suben hormigas y los alaridos de los hibiscos cuando Camila les arranca flores para comérselas o adornar su cama.


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