Por Teresa Gurza.
Este inicio de Semana Santa hemos conocido más sobre el cinismo de Donald Trump y López Obrador.
“Es tema sobre el que no quiero opinar, porque se trata de un asunto amoroso” dijo AMLO en una de sus recientes conferencias mañaneras, sobre el soborno de 130 mil dólares pagados por orden de Trump a la actriz porno Stormy Daniels y registrado fraudulentamente, como “gastos legales” de su campaña de 2016 por la presidencia.
Es una lástima para el expresidente gringo que el Gran Jurado de Manhattan no haya compartido la apreciación de López Obrador y haya ordenado su arresto este 4 de abril por 34 cargos ligados con ese asunto.
Su anuncio de que iría de nuevo por la nominación republicana en las elecciones presidenciales de 2024, no lo libró de ser investigado por los pagos secretos a Daniels y a la ex modelo de Playboy Karen McDougal, reconocidos por su exabogado Michael Cohen en el juicio que lo llevó a prisión.
Que podría seguirse a los 300 documentos clasificados que ilegalmente sacó de la Casa Blanca al concluir su mandato en enero de 2021 y hallaron agentes del FBI el pasado agosto en su casa de Florida.
Y a su posible implicación en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, cometido por sus simpatizantes tras semanas de haberlos azuzado declarando que las elecciones en las que triunfó Biden fueron fraudulentas.
Por lo pronto, debió viajar de Florida a Manhattan para presentarse al juzgado donde se le tomaron huellas digitales y fue fichado como cualquier criminal.
Y mientras él se declaró no culpable y calificó la situación como “histérica cacería de brujas con tintes políticos que solo dejará a Estados Unidos destrucción y muerte”, Daniels declaró estar “orgullosa y asustada” porque su acusación servirá, para que sea juzgado por otras cuestiones.
Sea lo que resulte, el “asunto amoroso” sobre el que AMLO no quiso opinar mostrando así su cobardía ante Trump, sacudirá la carrera presidencial de 2024 y lo marcará como el primer presidente estadounidense en enfrentar cargos criminales.
Y afectará aún más, la cordura López Obrador mostrada al carcajearse tras anunciar la muerte de los migrantes encerrados con candado en las instalaciones de migración bajo su cuidado; decir “mi amor” a una migrante que en su visita a Ciudad Juárez le reclamó en tanto otros extranjeros le gritaban asesino.
Al acusar a los medios de amarillismo por dar detalles de la tragedia y lanzar bofetones verbales a funcionarios y legisladores estadounidenses que aseguran hay regiones del territorio mexicano totalmente en manos del crimen organizado.
Y al criticar durante años a la empresa española Iberdrola “por saquear nuestro país” para terminar posando este martes sonriendo a sus directivos; a los que compró 13 generadoras de energía eléctrica.
Pero por más circo que hace, no puede detener que se le mueva el piso a Ignacio Ovalle; uno de sus corruptos amigos consentidos, por el fraude de más de 15 mil millones de pesos cometidos en la empresa Segalmex de la que lo nombró titular pese a su obscuro pasado en Conasupo.
“Ovalle es inocente y fue engañado por antiguos priístas; se confió” dijo AMLO indicando que además de corrupto, se pasa de pendejo.
Y aunque se haga el machito, igualmente resentido está Trump; porque la acusación en su contra es un avance extraordinario después de años de inspeccionar sus tratos comerciales, políticos y personales.
Ahora que la histórica barrera de no procesar a los expresidentes ha sido rota, nadie puede asegurar que pasará.
Porque Alvin Bragg, fiscal de distrito de Manhattan, advirtió que falsificar registros comerciales para ocultar otro crimen, “es un delito mayor” y sin importar de quién se trate y el poder y dinero que tenga “no vamos a normalizar una conducta criminal seria.”
Y precisó que el juicio sobre el turbio manejo de sus negocios y pago de impuestos que han sido investigados desde la década de los 70s y de los que siempre ha escapado, iniciará el próximo diciembre.
Con el cinismo que lo caracteriza, Trump ha aprovechado la situación para vender camisetas con su retrato y la leyenda “no culpable” y pedir a sus partidarios dinero para pagar los gastos legales de su defensa.
Sabe que cualquier acusación o condena, no impediría que se postule para presidente; porque tener antecedentes penales limpios no es requisito establecido por la Constitución gringa para ser candidato o presidente.
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