Por Teresa Gurza.
De risa loca -y llanto por los que no se han vacunado contra la influenza- son las declaraciones de Marcelo Ebrard:
"Nadie, se quedará sin vacuna contra el Covid-19; los contratos y el anticipo de 159 millones 876 mil 920 dólares garantizan la vacunación de 116 millones de mexicanos."
Lo dudo; no alcanzan las de la influenza, imagínense lo que nos espera si ni siquiera las hay en todas las clínicas del IMSS.
Por cierto, ¿qué pasaría con esas vacunas contra el Covid-19, que iba a financiar la fundación de Carlos Slim y serían gratis para los mexicanos?
Raro tanto anuncio y gastadera del gobierno en otras, teniendo las gratuitas.
Y le siguen robando medicamentos; aunque algunos dicen no son robos, sino estrategias para quitarse culpa del desabasto.
Pasa el tiempo y comprobamos que lo que mejor hacen estos de la 4T, es levantarse temprano; lástima, tienen más horas para regarla.
Llevamos prácticamente todo el año oyendo que la epidemia no llegaría a México y luego que ya aplanamos la curva.
Pero lo que tristemente aplanamos, fue el número de mexicanos: casi 90 mil han muerto por el virus y sume los que no se cuentan, porque en el IMSS fallecen 8 de cada 10 entubados y en la Ciudad de México, uno de cada tres hospitalizados.
A ocho meses de que el COVID-19 llegó, México tiene 10 punto dos por ciento de letalidad; la segunda en todo el planeta, solo detrás de Yemen que tiene 596 decesos, en 2 mil 52 contagios.
Y somos primer lugar en personal de salud muerto o contagiado; mil 700 han fallecido y 127 mil se han infectado por falta de equipo y preparación.
Pero, el hombre que dice lo cuida el pueblo pero usa chaleco antibalas, sigue negando que la situación sea grave pese a que el Secretario de Salud dijo frente a él, que en ocho estados de la República hay posibles rebrotes y se conforma con decretar tres días de duelo.
Y agárrense, porque la vuelta a la normalidad en los países europeos incrementó las infecciones y han tenido que implementar nuevas medidas.
En el Reino Unido se prohibieron reuniones; en diferentes regiones de Bélgica, Francia y España hay toques de queda; Italia y Alemania, han pedido quedarse en casa.
Los gobiernos, francés, inglés, ruso, portugués, dinamarqués, holandés, español, italiano y alemán exigen usar mascarilla -esa que Gatell, López Obrador y Trump dicen que no sirve- y multarán a los incumplidos.
La ONU canceló las conferencias presenciales y los países están extendiendo restricciones, cerrando colegios, aplazando intervenciones quirúrgicas, armando hospitales de campaña, acelerando la formación de enfermeras y reclutando estudiantes de medicina, para enfrentar el virus en invierno.
En América, Brasil sobrepasó las 150 mil muertes, superado solo por EEUU.
En Asia, la India tiene 7 millones de contagios y en China, donde surgió el virus, un brote en la ciudad de Qingdao obligó a realizar pruebas de diagnóstico a 9 millones de personas.
Y en todas partes aumenta la indignación contra las autoridades, por el retraso en tomar medidas y los costos económicos, sociales y sanitarios de la pandemia; y se teme que los pobres no puedan vestir y calzar de invierno a sus hijos.
Los nuevos descubrimientos indican que la inmunidad no es de por vida y que el Covid-19 tiene síntomas variados: dolor o resequedad de garganta, dolor de cabeza y cuerpo, fiebre, tos seca, vómito, diarrea, cansancio extremo, ronchas en el cuerpo y pérdida del gusto y olfato.
Que las personas con sangre tipo O, tendrían cierta protección y las de sangre A y AB, mayor riesgo y gravedad y que el virus vive días en papel, plástico y algunos metales, pero no sobrevive más de 3 horas en el cobre.
Se encontraron rastros en globos oculares, y líquido vítreo de infectados; y en casos raros, ha causado sorderas repentinas y definitivas.
Y el Aeropuerto de Helsinki, capital de Finlandia, ofrece a los pasajeros pruebas de coronavirus de 10 segundos hechas por perros.
Se pide a los viajeros pasarse una toallita por el cuello que se coloca en una caja latas con diferentes aromas y los perros pueden detectar a los enfermos en 10 segundos; todo el proceso lleva un minuto.
“Se usan perros para olfatear bombas, drogas y contrabando, cáncer y malaria; así que, entrenarlos para el Covid-19 fue una opción obvia” explicó Anna Hielm-Bjorkman, de la Universidad de Helsinki que monitorea esta prueba con una tasa de éxito de 94 por ciento.
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