miércoles, 7 de noviembre de 2018

Inteligencia y obscuridad

Por Teresa Gurza.
Quienes hemos tenido mascotas sabemos de primera mano, que los animales son inteligentísimos y pueden comunicarse entre ellos y con nosotros, a veces mejor que los humanos.


Y ahora la UNAM en su boletín de vinculación con los ex alumnos, informa que recientemente el primatólogo holandés, Frans de Waal, impartió ahí la conferencia ¿Tenemos la Suficiente Inteligencia para Comprender la Inteligencia Animal?

En la que advirtió qué toda la fauna sin excepción, es inteligente; pero que como frecuentemente la evaluamos de manera incorrecta, la subestimamos.

Y explicó que la actual discusión sobre el tema, tiene dos derroteros:

“O todo comportamiento inteligente realizado por animales, se debe a procesos de aprendizaje como argumentan los psicólogos conductistas; o es producto del instinto, como replican los etólogos”.

Pero en su opinión, ambas visiones son limitadas y simplistas; porque la realidad, es más compleja.

Relató que, en su trato con simios, ha visto que los chimpancés son capaces de recoger una piedra en el camino y cargarla durante 50 minutos, incluso llevando su cría al lomo, hasta llegar a un sitio adecuado para partir nueces.

Y aunque su destreza para manejar herramientas, actualmente ya no se discute, las nuevas investigaciones se centran en lo notable que resulta, su capacidad de prever que una roca estorbosa, pese a ser un lastre en el momento, será de utilidad más adelante.

Precisó que esto se llama “planificar” y lo hacen los humanos; y rompe con el mito de que los animales ignoran qué es el pasado y el futuro; y viven cautivos solo pensando en el presente inmediato.

Llamó a evitar tres grandes errores que se cometen al investigar la inteligencia animal.

Ellos son:

Uno, aplicar la misma prueba a especies diferentes; porque lo que funciona con un perro, por ejemplo, no servirá con un pulpo.

Dos, tomar la evidencia negativa como conclusión; porque nuestra incapacidad de encontrar algo, no significa que no esté allí.

Y tres ser cautos, ante casos que clamen proezas extraordinarias.

Añadió que las últimas investigaciones han demostrado, que los simios no son los únicos animales capaces de reconocerse en un espejo como durante mucho tiempo se creyó, sino que lo hacen también los elefantes; como quedó manifiesto, en una propuesta hecha por el investigador Joshua Plotnik, del Hunter College.

Plotnik dibujó a un elefante asiático de nombre Pepsi, dos X en cada lado de la frente; una con pintura clara y la otra con agua y siempre de forma alternada, para que la marca visible jamás quedara en el mismo lugar.

Lo colocó luego, frente a una superficie reflejante; y en cada ocasión que se veía, se tocaba con la trompa la cruz blanca; hasta que de pronto, se acomodó para observarse mejor y comenzó a abrir ampliamente el hocico.

“Quería verse los dientes y la lengua, lo cual es comprensible, pues ni siquiera nosotros los humanos, podemos hacerlo sin valernos de un espejo.”

Agregó que, en sus propias experiencias con simios, ha podido captar que siempre que se acerca sin quitarse sus gafas oscuras a alguno de los chimpancés que estudia, invariablemente el simio se acerca, abre las fauces y examina su boca en el reflejo de los cristales negros.

Todo lo anterior le ha llevado a concluir, que la fauna es capaz de más de lo que sospechábamos; que cuervos y pulpos, son muy hábiles al utilizar herramientas; que los chimpancés, saben de equidad y justicia y las practican y los bonobos, son empáticos y consuelan a alguien de su manada, que se siente mal.

Termino este artículo, feliz de que se vayan el señor del socavón y el aún presidente de la República; pero lamentando que no sean bonobos, chimpancés, elefantes, o siquiera pulpos; y no me refiero a allegarse recursos ajenos, a tentáculos llenos.

Porque si lo fueran, tendrían la inteligencia y empatía suficientes para no ordenar reparaciones en la carretera de Acapulco a Cuernavaca, justo en el puente de muertos y cuando había desabasto de agua en la Ciudad de México.

Puedo decirles que en transitar dos kilómetros en el libramiento de Cuernavaca el día 5, me llevé casi tres horas.

Lamento también que, si la consulta para cancelar Texcoco fue pública y cacareada, López Obrador esté después de ella negociando con los empresarios afectados, en ese "obscurito" que tanto criticó.

Y algo substancioso debe haberles ofrecido, porque amenazaban con rompimientos y demandas; y repentinamente se transformaron en dóciles y amables corderitos.

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