Maratón de ceremonias ha tenido el Papa Francisco en su gira de tres días y medio, en Chile; pero lució fresco y descansado.
Tuvo que levantarse casi de madrugada para estar listo a las 8 de la mañana, que empezaban sus actividades oficiales; mismas que iban una tras otra y terminaban muy de noche.
Hoy voló tempranito a la ciudad de Osorno para trasladarse en coche a Maquehue, en la ciudad de Temuco; capital de la Araucanía y tierra de los indios mapuches, donde celebró una Misa por el Progreso, ambientada con instrumentos indígenas en lugar de campanas.
Y en la que representantes de diferentes etnias de la zona realizaron las peticiones y entregaron las ofrendas.
Ha sido ese, un lugar que durante siglos ha padecido rezagos sociales, abandono de los gobiernos, racismo bastante generalizado del resto de los chilenos y problemas entre algunos grupos nativos y los actuales propietarios de tierras, que los mapuches reclaman como suyas; y en rechazo a la visita papal, fueron quemados anoche, una iglesia y un colegio de Collipulli.
Y hoy hubo molestia por la restricción policíaca para acceder a los recintos donde estaría el Papa.
A la Misa llegaron cerca de 200 mil personas, bastante menos que las 400 mil que se esperaban; lo que se atribuyó al intenso frío, a que había que caminar siete kilómetros para llegar al lugar y a los operativos de seguridad implementados por los carabineros.
Y es que el Papa Francisco ha debido enfrentar en Chile, conflictos que él no causó; como el atraso secular en que han estado los integrantes de las diferentes etnias, en comparación con el desarrollo alcanzado por el resto del país; los abusos sexuales por parte de miembros del clero y el repudio hacía algunos obispos principalmente hacía el titular de la Diócesis de Osorno, Juan Barros, por su complicidad con el más destacado cura pedófilo Fernando Karadima, y quien lejos de ausentarse de los actos papales para aminorar las cosas, estuvo ayer en los eventos de Santiago y asistió hoy en la Misa por el Progreso.
Seguramente por todos estos problemas, el tema de la Epístola y de la homilía papal fue contra la violencia y por la reconciliación.
Empezó por decir que esa tierra preciosa “vista con ojos de turistas, nos deja extasiados; pero si nos acercamos con otros ojos, oímos a sus pueblos nativos, cantar con tristeza”.
Al extenderse en este tema, se refirió a las lágrimas de dolor que se derraman en el mundo “por el avasallamiento de unos sobre los otros”.
Y recordó que en esa base aérea de Maquehue, lugar de la ceremonia, se registraron “gravísimas violaciones a los Derechos Humanos”, ofreciendo la Misa por todos los que ahí sufrieron y por los que siguen sufriendo.
Después llamó, a no confundir igualdad con uniformidad; precisando que la unidad reconoce la diversidad y lo que cada pueblo puede ofrecer con toda su riqueza cultural, “porque no hay culturas superiores ni culturas inferiores”; y reforzó que la unidad se basa en el reconocimiento del otro y reclama reconciliación, solidaridad y ser escuchados.
Advirtiendo que el reconocimiento mutuo no puede basarse en la violencia, que aniquila al otro y vuelve mentirosa la causa más justa; y que la unidad se fractura si hay acuerdos políticos que no se cumplen.
Y concluyó deseando llegar a ser juntos, “artesanos de la paz y constructores de la Historia”, y reiterando que hay que salir del vecindario a mirar otros rostros.
Ayer por la noche, el Papa tuvo un encuentro privado del que nada se sabe, con víctimas del sacerdote Karadima.
Y hoy por la tarde de regreso del bello sur chileno, se reunió con jóvenes en la comuna de Maipú, la más poblada del país; ante los que reiteró su llamado para arriesgarse a amar y ver en cada hombre a un ser humano, independientemente de su condición.
Mañana nuevamente se levantará temprano, para irse en avión a Iquique a celebrar otra Misa y festejar a la Virgen de la Tirana, de fuerte devoción en el norte de Chile. Y de ahí volará a Perú.
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