Tristes y decepcionados se encuentran los trabajadores del servicio del transporte público urbano y suburbano de Rosarito, por el incremento del veinte por ciento que les hicieron sus patrones, los dueños de las placas y unidades, a la tarifa que tienen que cubrir semanal y mensualmente, según sea el caso, por laborar como choferes del transporte de pasajeros en esa demarcación.
Los empleados de los propietarios de unidades y placas del servicio del transporte en Rosarito, gozaron de unas cuantas horas de felicidad cuando en sesión de cabildo, sus integrantes aprobaron por mayoría el dictamen elaborado y consensuado por el empresario transportista metido a regidor, Miguel Calles, el incremento del hasta el 25 por ciento a las tarifas del servicio del transporte en sus diferentes modalidades y rutas.
Los choferes creyeron por unos momentos que esa autorización les permitiría poder sobrellevar el aumento a los carburantes, aceites y refacciones que se registraron a partir del primer día de enero pasado por decisión del ejecutivo federal, sin embargo, el sueño fue efímero, y este se transformó en una pesadilla, cuando sus patrones les informaron del nuevo precio de las cuotas a pagarles.
Con esta decisión unilateral, pero tradicional en los propietarios de las placas y unidades del transporte, los trabajadores del volante, de acuerdo a lo expresado por los consultados, el monto destinado para la manutención de sus familias, será más precario que antes del incremento a las tarifas aprobadas en cabildo.
Señalan los explotados choferes, que en cada día el trabajo, que son jornadas de doce a catorce horas, están obligados a reunir tres tantos de efectivo, el dinero que es para cubrir la cuota al dueño de la unidad y las placas, el segundo monto económico es para el combustible, aceites y en su caso de refacciones que emplee la unidad en su turno de trabajo, y lo restante, si sobra, es para el sustento de sus familias.
Y al abordar el tema de combustibles y refacciones, los trabajadores del volante cada día que transcurre se percatan de que el consumo del carburante y la continuidad de internacional a los talleres para reparaciones mecánicas, se van incrementando debido a la antigüedad de las unidades, ya que la mayoría del parque vehicular existente en este sector, data de cuando menos quince años.
por lo anterior y con base en los precios ya incrementados de los combustibles, ahora, tendrán que desviar del único recurso económico del que les es posible, el correspondiente al de sus familias, una parte para cubrir el aumento que sus patrones tuvieron a bien obsequiarle como muestra de alegría al logro de su regidor al aumentar con la venía de la mayoría del cabildo las tarifas.
Y, si se registra otro “gasolinazo”, están seguros de que entonces ya no será redituable para ellos el continuar prestando sus servicios a los dueños del transporte público urbano y suburbano de Rosarito, y se verán en la imperiosa necesidad de buscar otras alternativas de sustento para los suyos.
Alegría poco duradera.
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