Este viernes, el gobierno municipal de Tijuana, realizará un ejercicio un tanto insólito : consultará a la ciudadanía y a representantes de diversos sectores, lo que opinan sobre el servicio de transporte público. En especial sobre el servicio de Uber.
El columnista, autor de Palco de Prensa, es de la idea, de que esta consulta, es innecesaria, pues más que eso, lo que se requiere es regularizar ese tipo de transporte, que no está contemplado en la ley correspondiente.
Al margen de que sea excelente el servicio, nada debe existir al margen de la ley. Y si es un servicio que surge, al amparo de los adelantos tecnológicos, se debe actualizar la legislación correspondiente. Y para esto, no se requiere consulta alguna. Es una obligación de la autoridad competente.
Resulta, altamente sospechoso, que la Direccción de Vialidad y Transporte Municipal, se muestre sumamente pasiva, o lenta, ante el surgimiento de este tipo de transporte.
Porque, digan lo que digan, el servicio de Uber, como el de los táxis o calafias, aunque de mejor calidad, es un servicio público y por lo tengo, para su operación o existencia, requiere de un permiso o concesión.
Las autoridades, están obligadas a responder, ante la ciudadanía en general, por el buen servicio del transporte público, de cualesquier tipo.
A la mejor por la novedad, no se dan en el servicio de Uber, las fallas del transporte tradicional. Pero si no se les vigila y controla, en cualquier momento pueden brotar los indicentes. Si en el transporte tradicional, que supuestamente está bajo control oficial, abundan las irregularidades,
Por ejemplo, ¿Qué pasaría, en caso de un accidente en el que resulte involucrado un vehículo Uber? ¿A quien le reclamará el usuario, en caso de que resulte lesionado, si la autoridad se niega a someterlos a control?
Y como dicen que los malos ejemplos cunden, los transportistas tradicionales, ya están considerando, seriamente, vender sus vehículos chatarra y comprar autos de lujo, para dar un servicio similar al de Uber, aprovechando que, al no estar controlados legalmente, no requieren de costosos permisos o concesiones. No son sometidos a revisiones mecánicas, ni a cumplir con los requisitos exigidos al transporte tradicional, como seguros contra terceros, etc.
Los transportistas tradicionales consideran que si se cambian al tipo de Uber, sin control alguno, se reducirán sus costos de operación hasta en un 70%. Y ni modo que la autoridad municipal se los impida. Si nada hace para frenar a Uber, pues tampoco hará nada para evitar la competencia.
Lo menos que puede ocurrir, es que reclamen, que al servicio de transporte público tradicional, se le libere de todo tipo de responsabilidades y obligaciones, bajo el compromiso de renovar el parque vehicular. Total, si se lo permiten a Uber. Como dicen : “o todos hijos, o todos entenados”, “o todos coludos, o todos rabones”.
Lo delicado es que el transporte tradicional, por la magnitud del mismo, y los enormes intereses económicos y políticos que representa, es un serio poder de hecho, que implica un serio dolor de cabeza, para cualquier autoridad. Sobre todo para la de nivel municipal.
Prueba de ello es que los dirigentes del transporte tradicional, ya se pronunciaron en contra de las intenciones de autorizar el servicio de Uber. Aunque tampoco están dispuestos a permitir que siga operando, con absoluta libertad.
Independientemente del resultado de la consulta, que el gobierno municipal inicia este día, ¿qué pasará si los transportistas tradicionales se oponen a que Uber siga existiendo y operando? Pues que simple y sencillamente, habrá choques de transportistas, con serios riesgos para los usuarios, como ya se han registrado.
Lo de la cosulta, parece algo ideal, pero para otros temas. El columnista considera que se está calentando el ambiente, en especial el político, innecesariamente.
Está a punto de arrancar el proceso electoral, hacia las elecciones del 2016, y seguramente más de uno de los aspirantes a los diversos puestos de elección poular, tomarán como banderas políticas, las controversias que surjan, en torno al transporte público.
Incluso, podrían ocasionarse daños colaterales, en otros proyectos importantes, como el de la llamada ruta troncal.
Lo ideal sería, controlar y regularizar el transporte tradicional. Tiene tantas fallas e irregularidades, que en nada se puede comparar con el servicio que dicen presta Uber. Claro, sobre todo, sin obligaciones o carga alguna.
Al mismo tiempo, o luego de esto, se puede abrir la puerta, para la existencia de Uber y de cualesquier otro tipo de transporte público, de buena calidad, pero ordenado, regulado, controlado y a bajos costos. A la mejor los transportistas tradicionales, cumplen su amenaza y efectivamente se transforman en servicio de primer nivel.
Aquellos que hablan maravillas del servicio de Uber, deberían analizar, con detenimento y sin apasinamientos, los pros y contras del servicio. Sobre todo, los riesgos, de continuar operando sin control, alguno. Para ello, no se requiere de consulta alguna. Simplemente sentido común.
gil_lavenants@hotmail.com
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