Por Gilberto Lavenant
Se sabe perfectamente, que los partidos políticos, y los individuos que se dedican a la política, son los más detestables. A quienes los mexicanos, menos confianza les tienen.
Lo lógico, es que en el presente proceso electoral, y en los que siguen, los pocos electores que votan, no lo hagan por políticos.
Sin embargo, en política, la lógica no funciona. Hay electores que siempre votarán, por los candidatos del partido en el que militan. No son muchos, pero algo es algo. A eso es a lo que se le llama “voto duro”. Forman parte del 25% de electores que se estima votarán en los comicios de próximo 7 de junio.
En condiciones normales, el gobierno, los partidos políticos y las instituciones electorales, estarían haciendo, hasta lo imposible, por lograr una mayor votación. La estrategia perversa, recomienda todo lo contrario.
Entre más votos se logren, mayor es el riesgo de los políticos tradicionales –priístas, panistas y perredistas- de perder. Estos solamente podrían contar con su respectivo voto duro. El resto sería a favor de los partidos nuevos.
En los comicios presidenciales del 2012, existían 7 partidos políticos. Los tres grandes, PRI, PAN y PRD y 4 “pequeños”, que son PT, PVEM, MC y Panal.
A finales del 2012, varias organizaciones políticas, iniciaron el procedimiento para constituirse en partidos. Finalmente, mediante acuerdo del 9 de julio del 2014, el entonces Instituto Nacional Electoral, otorgó el registro, como partidos, a Encuentro Social, Humanista y Morena.
Cualquiera podría decir, que 10 partidos, son muchos y además absurdo, cuando los mexicanos no quieren saber nada de los partidos. Pero esto. Fue parte de la estrategia de “los tres cochinitos”, PRI, PAN y PRD.
A mayor nmero de partidos y menor votación, por el alto grado de abstencionismo, habría menos votos que repartir. Los “grandotes”, subsistirían con su voto duro. Los votos adicionales, se repartirían entre los demás, pero en cantidades tan pequeñas, que no representarían peligro alguno.
Aparentando preocupación por mejorar las condiciones electorales, se cambia la ley electoral y se transforma al órgano electoral. Bajo el argumento de adecentar las elecciones y evitar mañas y triquiñuelas, se establecen normas más rígidas para las contiendas y la autoridad se vuelve más agresiva. Todo esto, no para alentar la votación, sino para propiciar el abstencionismo.
Supuestamente, con la intención de ampliar las vías electorales y ante el creciente repudio de los electores hacia los políticos tradicionales, después de tantos años de reclamos, se crea formalmente la figura de los candidatos independientes. Esto, por una parte.
Por la otra, principalmente en los partidos “pequeños”, surge la hipótesis, de que si el rechazo es hacia los políticos tradicionales, podrían captar votos, presentando candidatos ciudadanos. Y lo hicieron.
A los presuntos independientes, los atoraron con exigencias casi inalcanzables. Por lo que respecta a los ciudadanos, disfrazados de políticos, o visceversa, llegan carentes de experiencia y estructura electoral. De paso, las autoridades electorales les suministran recursos económicos, con “cuentagotas”, de tal forma que salen a las contiendas, sin discurso político, sin vehículos, sin auxiliares y sin propaganda. Por ello se dijo que las campañas estaban frias. Que parecía que ni habían empezado. En otras palabras, los “chamaquearon”.
Esto, también fue con la intención de achicar la votación y otros propósitos. Los “grandotes”, subsistirían con su respectivo voto duro. Los emergentes, como Morena, no serían peligro, con pocos votos, y los nuevos, perderían su registro. Finalmente, “los tres cochinitos” se saldrían con la suya, repartiéndose las curules que habrían de ser para los extintos. La idea, es que el sistema político mexicano, sea tripartidista.
Actualmente, de los 7 partidos, representados en el Congreso de la Unión, PRI, PAN y PRD, son los ganones. Poseen 430 de las 500 diputaciones federales. 275 de mayoría relativa y 155 de representación proporcional.
Las 70 curules restantes, son de los otros 4 partidos. 15 del PT, 5 de mayoría relativa y 10 de representación proporcional; 29 del PVEM, 14 de mayoría relativa y 15 de representación proporcional; 16 de MC, 6 de mayoría relativa y 10 de representación proporcional; y 10 de Panal, exclusivamente de representación proporcional y ninguno de mayoría relativa.
Para darles “el tiro de gracia” a los partidos “pequeños”, durante la siguiente legislatura se resolverá desaparecer las 200 diputaciones de representación proporcional y entonces, los “grandotes” se fortalecen y reducen riesgos de derrotas ante la Morena del Peje.
Así, a grandes rasgos, evidentemente como parte del Pacto por México, es la estrategia perversa, de “los tres cochinitos”, PRI, PAN y PRD. No para mejorar las condiciones socieconómicas de México, sino para ellos “salvar el pellejo”.
Esto, aclara un tanto, el por qué parece que las contiendas están negociadas. “Una para ti, otra ara mi”. Un candidato bueno, frente a uno malo. Y visceversa. Porque efectivamente están negociadas. Que no quede duda de eso.
gil_lavenants@hotmail.com
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