Por Gilberto Lavenant
El perder la Presidencia de la República, luego de haberla ostentado durante 12 años, representó, para los panistas, el tener que desocupar empleos de primer nivel en la administración pública federal.
Bajo las siglas del partido blanquiazul, muchos llegaron a ostentar cargos que nunca imaginaron. Que para ellos representaba simplemente un sueño.
La alternancia política en la Presidencia de la República, permitió que muchos salieron de la medianería y realizaran una carrera política meteórica. Individuos grises, de pronto llegaron a ocupar cargos de elección popular o de designación, sumamente importantes. Sobre todo, muy bien pagados.
En el 2003, durante la administración de Vicente Fox, fue promulgada la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, bajo el supuesto de institucionalizar la formación y capacitación de funcionarios públicos, a fin de evitar improvisaciones.
Se trataba, también supuestamente, de romper con la tradición de recortar empleados en cada cambio sexenal, a fin de colocar a los amigos, compadres y familiares de los nuevos funcionarios, e incluso a los amigos de los amigos de los compadres y familiares, como pago por sus servicios en campaña.
Ante la eventualidad y el temor de ser retirados del empleo, al concluir la gestión de sus “padrinos” políticos, muchos funcionarios no se preocupaban por especializarse o prepararse en las áreas en que laboraban, pues luego del siguiente proceso electoral, si participaban, de volver a lograr colocarse en la función pública, no tenían seguridad de continuar en el mismo cargo. Podían ubicarse en otro totalmente distinto.
De ahí surgió la especie de políticos “todólogos”, esos que lo mismo ocupan un cargo u otro, aunque sean totalmente diversos y carezcan de la prepareación o capacitación elemental para ello.
Al crearse la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, se trató de justificar la permanencia de amigos, compadres y familiares en la chamba, bajo determinados requisitos. Mediante una certificación, dichos empleados o funcionarios de primer nivel, prácticamente se convirtieron en inamovibles. Dicho de otra forma, se les convirtió en empleados de base o permanentes. Dejaron de ser eventuales o sexenales.
Durante los últimos dos años de la administración calderonista, se basificó a casi todos los directores generales de dependencias federales, que entraron a la función pública durante los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón. Según ellos, ya habían “amarrado” chamba, de primer nivel y con buen salario. La “revolución” les había hecho justicia.
Esto fue detectado de inmediato por el equipo del priísta Enrique Peña Nieto. Con desagrado observaron que no había espacios disponibles para ubicar a los miles de priístas que participaron en la campaña del ahora Presidente electo.
Y si bien es cierto que el llamado Servicio Profesional de Carrera, obliga a convocar o licitar las plazas vacantes, el Artículo 34 de la ley de la materia establece una excepción, pudiendo hacer la designación de funcionarios en forma directa, tratándose de puestos creados por fuerza mayor o necesarios en áreas administrativas o estratégicas. Se sabe que de enero del 2007 a junio del 2008, más de 9 mil nombramientos de funcionarios de primer nivel, se otorgaron bajo esta modalidad.
Algo que parecía muy difícil de resolver, los priístas lo lograron, sacando del “baúl de los recuerdos”, una minuta del 2007, aprobada por PRI, PAN y PRD, que permite a los nuevos gobernantes hacer designaciones directas de funcionarios, como estrategia de políticas públicas, argumentando que requieren empleados de confianza, para poder realizar un trabajo profesional. Imaginen nada más, a un Presidente priísta, rodeado de funcionarios de primer nivel, de filiación panista o perredista.
Amparados en el acuerdo establecido en dicha minuta, y a unos días de que se haga efectiva la sucesión presidencial, el Senado aprobó en comisiones reformas a la Ley del Servicio Profesional de Carrera, en base a las cuales se retira del Servicio Profesional de Carrera, 1,213 directores generales y 2,409 directores adjuntos, que ahora serán simplemente funcionarios de confianza, los cuales serán recortados, para colocar a priístas allegados a Peña Nieto.
Solamente se salvarán de ese recorte, 472 funcionarios que ostentan cargos de dirección, que fueron debidamente certificados mediante los mecanismos del Servicio Profesional de Carrera. En la administración calderonista, existen 73 mil 838 plazas, en el sector central, órganos administrativos desconcentrados, entidades de control indirecto y entidades de control directo. Por lo tanto, los recortes serán mínimos.
Para mayor contundencia sobre este tema, los Senadores aprobaron en comisiones crear una Comisión Especial que se encargará de preparar una profunda reforma al servicio de carrera de los servidores públicos y que además vigile las labores de la alta burocracia.
Como era de suponerse, los Senadores panistas se pronunciaron en contra de tales medidas, argumentando que con ello se pretende regresar a la práctica del “amiguismo”, que, según ellos, tanto daño ha hecho al interior del gobierno federal. Obviamente, se refieren al daño ocasionado durante los gobiernos priístas, porque el registrado durante el foxismo y calderonismo, ni se percataron.
El desempleo de estos miles de panistas, que se habían acostumbrado a vivir del presupuesto, es uno de los daños colaterales de la alternancia política. Seguramente muchos de esos futuros desempleados, son padres de familia de jóvenes del llamado movimiento #YoSoy132. Ni llorar es bueno.
gil_lavenants@hotmail.com
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