Veía el día de ayer un video que contenía declaraciones del exgobernador Jaime Bonilla, en el que justificaba el hecho de haber abandonado el partido fundado por el Presidente (MORENA), para incorporarse -como dirigente, claro está-, a un partido aliado, cuestión a la que sin duda tiene derecho, y no tendría nada criticable, si fuese por las razones correctas y sobre todo, sin socavar la imagen pública del movimiento de la cuarta transformación en Baja California, para regocijo y júbilo de los conservadores. Por ello, tal declaración despertó en mí algunas reflexiones.
El movimiento que encabeza el presidente de México, no es uno fundado para satisfacer apetitos personales de poder o dinero, ni siquiera para él mismo. Es un movimiento con una clara referencia histórica, que se funda en la disputa por los destinos de la nación, entre una visión conservadora que lucha -desde el primer día de nuestra independencia- por conservar privilegios para las élites económicas y sociales, o porque el Progreso de la gente que nazca fuera de su círculo de privilegio, no interfiera en la conservación de su patrimonio ni de sus privilegios sociales y económicos.
Anticipa, que en todo caso, el progreso fuese en función del esfuerzo individual y del despliegue de los talentos particulares, pero no por la contraprestación que le ofrezca el Estado para que el individuo -en sociedad- que se encuentre en estado de vulnerabilidad, financiado con los impuestos de todos, pueda tener acceso al bienestar, la educación y salud de calidad y a la obtención de bienes o servicios.
Esta es la cuestión que desde el mismo momento histórico ha defendido el bando liberal, progresista, humanista de México con el que nos identificamos todos los que hoy aceptamos y apoyamos el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador.
Dicha disputa se ha dado en otros tiempos de forma violenta, cuestión que afortunadamente hemos superado, y ahora podemos acudir a las urnas para definirla. Sin embargo, aunque pacíficamente podemos tomar decisiones, es sabido que el poder del dinero, de la influencia y de la corrupción inherente, acompaña siempre al conservadurismo. Y si ayer fueron capaces de acudir a ejércitos extranjeros para que invadiéndonos les permitiera a ellos conservar sus privilegios, hoy ese dinero y poder se utiliza, con la misma falta de escrúpulos, para difamar, violentar, mentir, desprestigiar o llegar al fraude electoral a quien tenga la fuerza suficiente para poner en riesgo sus intereses particulares y de clase.
Por eso ha sido tan dura la carrera política del presidente López Obrador, pues antes de llegar al poder presidencial, fue víctima de dos fraudes electorales en su natal Tabasco. Ya fue desaforado cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, en un intento golpista por intentar impedir que compitiera en la elección presidencial del 2006, acusado de abrir una calle que comunicaba a un hospital; ya fue linchado mediáticamente por falsedades o por las acciones de terceros, ya víctima de fraude en elecciones presidenciales.
Los ataques hacia el presidente López Obrador, aunque no lo parezca, no se inspiran en el odio personal -por lo menos no de quienes los han fraguado-, sino por miedo a lo que representa.
Por eso afirmo que el movimiento encabezado por él, persigue ambiciones sociales no individuales y que las ambiciones personales, por más legítimas que sean, estarán siempre subordinados a los objetivos del movimiento. Por todo lo anterior tengo la convicción de que en la disputa política que ha definido nuestra vida independiente, cualquier ataque al movimiento, desde adentro, ES TRAICION.
Por eso, a mí en lo personal, me causa una profunda decepción observar a distintos actores envolverse en la bandera del movimiento para justificar sus acciones, motivados por su ambición personal.
Ya vimos a algunos oportunistas irse en la pasada elección para renovar gubernatura en Baja California, junto a otro grupo que se auto definía como puros, apoyar al ingeniero Hank, refunfuñando de que acá se habían acabado los principios porque no les tocó a ellos. ¡Hágame usted el favor! Mayor incongruencia no se había visto. Apoyar a la antítesis de nuestro movimiento porque acá se acabaron –supuestamente- los principios y valores.
Ahora vemos al exgobernador Bonilla, utilizar sus recursos en medios de comunicación, para golpear a los que considera como sus enemigos, simplemente porque no estuvieron de acuerdo en que después de su periodo, mantuviera control –de forma ilegal- de instituciones como el SAT- BC o las comisiones del agua de cada ciudad del estado.
Como argumento principal, señala que en el actual gobierno local proliferan los funcionarios de origen panista. Perdón, ¿y los priistas que él contrato en su gobierno, varios de ellos con resentimiento hacia nuestro presidente?, ¿fueron purificados? Pamplinas!!!
Su motivación es la ausencia del poder, que debió entregar por el orden constitucional, por la voluntad soberana del pueblo.
A mí tampoco me gusta ver azul o rojo en donde debería verse guinda –en el sentido metafórico de la identidad política-, pero desde mi época de dirigente partidista he pensado que si aportan al movimiento son bienvenidos, siempre y cuando dicha colaboración sea motivada por algo más que intereses mezquinos. Las acciones en la función pública de los recién llegados hablarán por ellos mismos.
Hago votos porque los Burgueño, las Julietas, los Samaniego, los Netza, las Aracely, las Montserrat se multipliquen en el horizonte de nuestro movimiento en Baja California, todos jóvenes talentosos que tienen influencia y liderazgo y que nada tienen que ver con lo azul o lo rojo. Hago votos porque el gobierno de Marina del Pilar siga sorteando con éxito todos los obstáculos que de adentro y de afuera se le presentan, le sobra talento y a ella, nadie de buena fe le puede regatear su compromiso y entrega al movimiento que encabeza nuestro presidente, eso me consta a suficiencia.
Todos ellos son producto de este movimiento que se fundó a favor de las mejores causas de México, y pronto, estoy seguro, dejaremos de requerir cuadros de gobiernos ya jubilados por el pueblo.
Hago votos también porque la hipocresía de los farsantes pueda ser identificada y rechazada contundente mente por el pueblo.
Estamos ante el nacimiento de un nuevo horizonte. Ojalá más lo entendamos.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe.
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