A solo cuatro días de haber nacido, a través de facebook, un supuesto movimiento separatista, que propone crear la República de Baja California, la reacción ha sido extraordinaria. En la página, hasta este jueves por la noche, 73 mil 815 personas han manifestado su simpatía con esta idea.
Porque, digan lo que digan, no pasa de ser una idea. Los autores ya han diseñado proyectos de bandera, himno, monedas y otras cosas. Empero, no se ha dicho, por ejemplo, cuál sería el rumbo político de este proyecto, o si es que existe algún partido patrocinándolo, y aunque le denominan República, nada han precisado sobre la forma de gobierno y, sobre todo, han tenido el cuidado de no revelar la identidad de los autores.
Sin duda alguna, la idea de separar a Baja California de la República Mexicana, encontró eco, por las condiciones prevalecientes en estos momentos. Es más, al menos mental y económicamente, los bajacalifornianos son una comunidad separada del resto del país.
Efectivamente, la Baja California, codiciada por fuerzas extranjeras, recibió apoyo del gobierno central, en sus inicios, solamente para colonizarla, para evitar invasiones. Hoy, es simplemente una colonia del capitalismo mexicano. Así la cataloga el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.
A esta entidad, a tres mil kilómetros de la capital del país, sede de los poderes federales, la ven como una fuente generadora de ingresos, que subsidia a otras comunidades del país, que por condiciones geográficas y económicas distintas, padecen peores niveles de vida.
Para los centralistas, los bajacalifornianos son como extraterrestres. Les resulta envidiable la ubicación geográfica y la oportunidad de adquirir a menor precio, y a mejor calidad, artículos de consumo básico, por la vecindad con California, uno de los Estados más importantes de la Unión Americana.
Para los centralistas, no cuenta, el esfuerzo de los bajacalifornianos, por mantener niveles de competitividad, con rivales económicos tan poderosos, creando y sosteniendo fuentes de trabajo. En lugar de alentarlos, les ponen trabas, les gravan sus actividades, les desalientan.
Sin embargo, el separar a Baja California, de la República Mexicana, es, más que todo, un espejismo. Apuntaba, al trascender este proyecto político-social y económico, que la proclama separatista se fundamenta en un mensaje dirigido a la comunidad : “Para los bajacalifornianos que comparten la idea de alcanzar la independencia de la península, como la única forma de alcanzar el bienestar y desarrollo”.
En la historia de la humanidad, hay múltiples ejemplos de este tipo. Algunos han alcanzado el triunfo y logrado las metas, con un costo social muy alto. Muertes, riesgos, efectos nocivos, condiciones muy distintas a las que pretendían. Hay pueblos que aún siguen su lucha, principalmente aquellos que viven dominados por dictaduras y que no tienen otra opción para vivir, más que luchar, hasta alcanzar la libertad.
Baja California, es un Estado libre e independiente, según las leyes fundamentales. En la práctica, no es lo uno, ni lo otro. Vive, dominada bajo un sistema imperial, en el que al monarca, rey o emperador, se le denomina Presidente de la República.
El gobierno centralista, no escucha, ni atiende, a las comunidades de las entidades confederadas. Les impone medidas, a rajatabla, cual si fuese una dictadura. Los provincianos, simplemente tienen que acatar las disposiciones. Igual que en la época colonial de México.
La tendencia es llevar este modelo centralista imperial, a niveles superiores. La creación de un Código Penal Unico, el manejo de los recursos de la educación, entre ellos los sueldos de los profesores, desde el centro del país, el establecer mandos de policías únicos, el crear ordenamientos jurídicos inquisitorios, son clara muestra de ello. Los gobiernos estatales, se convertirán en meras oficinas de trámite. En simbólicos virreinatos.
Pero, crear la República Baja California, no es nada fácil. Para empezar, se requiere de mucho valor, de individuos valientes dispuestos a enfrentar riesgos y carencias. Además, se requiere de mucho dinero. Muchísimo.
La lucha, o el camino hacia tal objetivo, implicaría realizar múltiples actividades que pudiesen ser encuadradas dentro de figuras delictivas. El cobrar impuestos, para tener los recursos necesarios para subsistir, para operar las nacientes instituciones gubernamentales, sin estar facultados para ello, bajo la perspectiva del gobierno federal de la República Mexicana, que tiene en sus manos el imperio de la ley, a lo largo y ancho de la República Mexicana, es un riesgo enorme. Ostentar o ejercer autoridad, sin tenerla.
El ejército y todas las instituciones federales, además de que seguirían bajo el mando del gobierno federal, implican gastos altísimos, en sueldos y operación. En especial, el área educativa. Además diseñar y establecer sistemas de administración y gobierno. Y algo más, alcanzar el reconocimiento internacional y el respeto de países voraces.
Imaginen al gobierno norteamericano, invadiendo la nueva República, o el que en medida de prevención, decida cerrar sus fronteras con Baja California. Incluso, que el gobierno de Peña Nieto ordene la intervención del ejército, para aplacar una supuesta insurrección.
No basta diseñar un proyecto de bandera, monedas, lemas. Un proyecto separatista, es muchísimo más que eso. Y, antes que nada, se requiere conocer la identidad de los autores.
Ciertamente, los mexicanos están hartos de vivir en un sistema corrupto, gobernados por frívolos y zánganos. ¿Cómo evitar que esos modelos y mañas, contaminen a la República Baja California? Grave sería, salir de “guatemala”, para entrar en “guatepior”
gil_lavenants@hotmail.com
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