martes, 19 de marzo de 2013

Tertulia Política: El estigma de Ruffo

La averiguación fue la 3355/93, que estuvo a cargo de la subprocuradora Carolina Vela, permitió destapar una pestilente red de complicidades entre el gobernador, Ernesto Ruffo y los Arellano Félix, entonces al mando de Benjamín
Por Pedro Martínez Serrano

El 23 de junio del año anterior, un mes antes de la elección de la que surgió Senador de la República, por el Partido Acción Nacional, del que tanto ha renegado, envíe la Tertulia Política titulada Los Arellano con Ruffo, la cual se presta hoy para su reproducción, sólo para recordar que al ex gobernador bajacaliforniano, lo ha perseguido siempre la fundada, tanto como probada, sospecha de que es socio y servil cómplice del crimen organizado.
Lo anterior viene a tema, luego de que el señor Ruffo el mismo al que Vicente Fox, durante una parte de su gris mandato, designó comisionado de la Frontera Norte, cuya posición ocupó sólo cuidar sus negocios y servir a aquellos ante quienes siempre ha reptado: los hermanos Arellano Félix, acusó al candidato del PRI al gobierno del Estado, Fernando Castro Trenti, de ser patrocinado por carteles del crimen organizado y, ¿quién avala su dicho? Se pregunta cualquiera, para obtener como respuesta una irresponsable, tanto como temeraria respuesta de Ruffo Appel: Mi palabra.
Sin más datos que aquel que se fabrica en su mente descompuesta, tanto como perversa y corrosiva, Ruffo Appel busca la difamación como herramienta de lucha electoral y acusa sin oportunidad de probar. En contraste, en uno, en sólo uno de los muchísimos escándalos en los que se vio envuelto, se dispone de número de  carpeta de investigación, iniciada en su oportunidad por la Procuraduría General de la República, de cuyos hechos doy cuenta en la Tertulia Política que en su oportunidad hice circular entre los 25 mil destinatarios de correo que reciben mis envíos. El texto es el siguiente:

TERTULIA POLÍTICA
Los Arellano con Ruffo
Pedro MARTÍNEZ SERRANO
El cártel de Tijuana, el que encabezaron con un poder casi absoluto los hermanos Arellano Félix, vivió sus mejores años, su época de oro; de esplendor y de poder, durante el gobierno panista de Ernesto Ruffo Appel (hoy cuestionado candidato del PAN al Senado de la República) con quien tejieron una sólida red de complicidades.
Incluso, se afirma que fueron socios en muchos negocios millonarios, durante el sexenio 1989-1995, el suyo. El clan recibió inmejorables oportunidades para operar a placer. Una fuente bien informada, me confió que Benjamín Arellano, se comunicaba en forma personal con el entonces gobernador Ruffo. Para Arellano daba lo mismo, llamaba al hoy candidato a Senador, para agradecer algún favor recibido o para reprenderlo durísimo, por algún desacato de funcionarios menores en agravio de la familia.
Aunque los primeros tres años, fueron la luna del miel de la sociedad Ruffo Appel-Arellano Félix, un error cometido el 8 de noviembre del 1992, por escoltas y sicarios del cártel de Tijuana, en la discoteca Christine de Puerto Vallarta, Jalisco, motivó que se descubriera que el Procurador General de Justicia, del panista Ernesto Ruffo, el abogado Juan Francisco Franco Ríos les proporcionaba credenciales para acreditarlos como agentes de la policía judicial.
A principios de 1993, el director del Centro Binacional de Derechos Humanos, Víctor Clark Alfaro concluyó una investigación independiente, motivada por el descubrimiento de que Claudio Ruffo era el enlace entre los Arellano Félix y su hermano, el entonces gobernador del Estado, Ernesto Ruffo Appel.
La punta de la madeja se descubrió, cuando guardaespaldas de los Arellano protagonizaron una feroz como sangrienta balacera en la discoteca Christine de Puerto Vallarta. Los empleados del Cártel de Tijuana, portaban credenciales de la Procuraduría de Justicia de Baja California firmadas por su titular, Juan Francisco Franco Ríos.
Motivada por aquella balacera, cuya información dio la vuelta al mundo, por el cinismo con que empezaba a actuar el crimen organizado, la Procuraduría General de la República inició la averiguación 3355/93 y, desde sus oficinas centrales en la Ciudad de México, se inició una investigación en contra de Ernesto Ruffo Appel.
La averiguación fue la 3355/93, que estuvo a cargo de la subprocuradora Carolina Vela, permitió destapar una pestilente red de complicidades entre el gobernador, Ernesto Ruffo y los Arellano Félix, entonces al mando de Benjamín.
Sobre el tema, en octubre de 2008, el periodista Juan Manuel Vargas, escribió en La Jornada: Tijuana, BC.- Entienda, Víctor, ¡este es un asunto político que obedece al interés presidencial! ¡Entienda que estamos hablando del primer gobierno de oposición! Así atajó el ex procurador de la República, Jorge Carpizo McGregor, al presidente de la Comisión Binacional de Derechos Humanos, Víctor Clark Alfaro, quien en los primeros meses de 1993 insistía en llevar hasta sus últimas consecuencias las pesquisas que involucraban a funcionarios de Baja California (entonces gobernada por el panista Ernesto Ruffo Appel) con el cártel de los Arellano Félix.
Clark, actualmente catedrático en la Universidad de San Diego, cuenta que le advirtió a Carpizo: Esa es su decisión. Pero si no se hace algo ahora, la violencia imperará en el estado, no habrá nadie que controle a los grupos delictivos... Además, agrega, el expediente 3355/93 ya estaba listo y en él aparecían los nombres de los muchachos (informantes) que habían colaborado en la investigación. Su vida corría peligro (uno de ellos, Rafael López Cruz, fue torturado y asesinado), y yo le decía al procurador que tomara en cuenta eso.
Pero todo fue en vano. Aquella investigación a la gestión de Ruffo, que había comenzado a raíz de que se descubrió que los sicarios del clan Arellano Félix ─protagonistas de la balacera en la discoteca Christine de Puerto Vallarta, el 8 de noviembre de 1992─ portaban credenciales de la Procuraduría de Justicia de Baja California firmadas por su titular, Juan Francisco Franco Ríos, fue detenida abruptamente por órdenes presidenciales.
Clark Alfaro recibió a La Jornada el 3 de marzo pasado, cuando habían transcurrido apenas cuatro días del asesinato del director de Seguridad Pública de esta ciudad, Alfredo de la Torre Márquez. Y recuerda aquel pasaje para explicar cómo una decisión política (Carlos Salinas no quería mostrarse como un persecutor de un gobierno de oposición que, por el contrario, le dio la imagen.

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