* El pleito callejero
Por Gilberto Lavenánt
Olvidando las formas y el valor de las instituciones, las fricciones entre el Gobernador José Guadalupe Osuna Millán y la fracción priísta de la XX Legislatura Estatal, se está convirtiendo en un pleito callejero, que, casi inminente, generará condiciones de ingobernabilidad, que requerirá de instancias federales para poder superarla.
Es importante distinguir, que no se trata, propiamente dicho, de un enfrentamiento entre dos poderes, el ejecutivo y el legislativo, aunque casi equivale a lo mismo, pues por una parte el Gobernador encabeza al poder ejecutivo, y los priístas, junto con los del PT, PEVM y PEBC, que son mayoría, representan al Poder Legislativo.
Ya se sabe que los diputados panistas, junto con los del Panal y el del PRD, de inmediato se inclinaron a favor de Osuna Millán. Después de todo, con esa postura, prácticamente abandonan el barco legislativo. Unos, los panistas, por obligación partidista. Otros, los Panales, por consigna de la maestra Gordillo y uno más, el del PRD, por aquello de que ¨a río revuelto, ganancia de pescadores¨ y sin duda alguna está ¨vendiendo caro su amor¨, como lo hizo en su tiempo el ahora priísta, Catalino Zavala.
Osuna Millán, de plano, se resiste a aceptar que ya no podrá seguir haciendo, lo que hizo durante los primeros tres años de su gestión administrativa. Los electores calificaron como pésima la actuación de los gobernantes panistas y por ello los números electorales favorecieron a los priístas. Obviamente aún no lo entiende.
Siendo Gobernador y legisladores, en su mayoría, panistas, no había diferencias entre ellos, pues la voz mandante era la del Jefe del Ejecutivo. Eran uno solo, entre ambos no había divergencias, ni mucho menos controversias. Del edificio del poder ejecutivo, salían las órdenes o las consignas. En el legislativo simplemente las recibían y las acataban.
Como ahora ya no ocurre así, como el legislativo ha dejado de ser la caja de resonancia del Gobernador, pues eso molesta a quien durante tres años se acostumbró a ser jefe absoluto del gobierno bajacaliforniano. Ese es el meollo del asunto. Así de simple.
Los priístas, por su parte, han adoptado la línea dura. Abiertamente han cuestionado los excesos y frivolidades del ejecutivo, principalmente en materia presupuestal, para demostrar, de manera contundente, que es un pésimo gobernante y que no estarán sometidos a sus deseos, órdenes y caprichos. La finalidad es exhibir sus fallas y excesos, para desprestigiarlo, para dejar claro que es necesaria la alternancia política, a nivel gubernatura, en el 2013.
Lo que ni uno, ni otro, han reconocido, es que son como triates, y que ninguno es superior al otro. El ejecutivo, el legislativo y el judicial, integran el gobierno de Baja California. Los tres van juntos por el mismo camino, desempeñando cada uno sus respectivas funciones, las que se complementan.
Si insisten, Gobernador y diputados priístas, en continuar agarrados de las greñas, pues esto no va a funcionar, aunque firmen mil pactos de civilidad y entonces tendrán que intervenir otros actores políticos.
En principio, Osuna Millán debe dejarse de bravuconadas. Decía en días pasados que no es peleonero, pero que si lo buscan, lo encuentran. Y ya hace rato que lo encontraron. Bueno, aclarando, que le encontraron sus ¨pecados¨.
Quizás ese tipo de actitudes, animaron a su Secretario General, Cuauhtémoc Cardona Benavides, escudero de Osuna Millán, a lanzar pullas a los legisladores priístas, como si se tratara de un pleito callejero, del tú a tú, lo que molestó a los diputados del PRI, quienes, primero, le reclamaron al Gobernador que pusiera en paz a su auxiliar, y luego, le advirtieron que ya no lo aceptarán como interlocutor.
Subestimando la situación, Cuauhtémoc reviró, advirtiendo que el fungir como interlocutor, es una de sus funciones como Secretario General de Gobierno. Su jefe lo secunda y advierte que éste seguirá siendo su interlocutor, porque no tiene a nadie más que lo haga y porque además no acepta condicionamientos.
En esas condiciones, el asunto está entrando a un terreno pantanoso, por el que no podrán transitar, ni el ejecutivo, ni el legislativo. Y al final de cuentas, ni el judicial, que no se puede inclinar a favor de ninguno, pero que también sufrirá las consecuencias de este pleito, cuando se empiecen a discutir los proyectos de ingresos y egresos del 2011, y que no se conviertan en leyes, dentro de los plazos legales señalados para ello.
Así es que, si en alguno de los dos bandos, o mejor dicho, en ambos, no impera la cordura, la sensatez, la tolerancia, se entrará en una condición real de ingobernabilidad y el asunto tendrá que ser llevado a la esfera de la Secretaria de Gobernación y del poder legislativo federal. Vale la pena revisar las funciones y facultades de los involucrados, para tratar de determinar en qué parará este pleito callejero.
Que nadie olvide, que los pleitos, ni ganados son buenos. Aunque sean pleitos callejeros.
gil_lavenant@hotmail.com
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