Por Gerardo Diaz Valles
Ya va para un año que Bety se perdió, o tal vez desapareció por algún tiempo, no se supo más de ella, nada. Pero sus familiares no pierden la esperanza de volverla a ver, pues ellos creen que se topó con personas malas, de esas que tienen el alma podrida.
Más aun, quieren creer que tienen a la muchacha bien guardadita, quizás en alguna de esas casas de perdición como tantas que hay por toda la ciudad. Nos comenta Manuel, quien es “carnicero por casualidad”, pues desde que tenía 16 años, cuando llegó recién desempacado de Acapulco, lueguito se dedicó al des-huesadero y con el tiempo se convirtió en todo un carnicero. Hoy Manuel no se queja pues ya tiene un oficio para defenderse en la vida y para que a su familia no le falte al menos frijoles para comer. Bien recuerda a Bety que era su compañerita en el trabajo, incluso era buena persona, no llegaba ni a los veinte años. Pero ya en su vida personal era un tanto reservada, pues cuando desapareció hasta le salieron más de tres novios. Luego se supo que la chamaca era algo “sueltita”, algo canijilla pero hasta allí, por lo que se cree que se topó con algún “padrotillo” que tal vez la deslumbró con otro tipo de vida, probablemente se la llevó a alguna de esas casas de perdición. Porque en Tijuana como en todo el mundo, agrega Manuel, hay mucha corrupción. Ya va un año que ni noticias se tienen de la pobre Bety mientras sus padres ya se cansaron de llorar, de buscarla por todos lados, pero nada. Lo último que se supo de ella fue su imagen grabada desde una cámara de video de seguridad, en donde se observa la mitad de un auto de color negro donde ya esperaban a la muchacha a unas dos cuadras del negocio donde laboraba. Nadie se bajo del vehículo, clarito se ve que Bety se subió solita, por su propia voluntad. Hoy sus padres, como muchos otros que también perdieron tienen a un ser querido igual en calidad de “desaparecido”, siguen rogándole a Dios que sus críos se encuentren sanos y salvos. Que pronto puedan volver a verlos, abrazarlos, hasta creer que se puede, quizás, salir de esta larga y terrible pesadilla.
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