viernes, 14 de septiembre de 2012

Palco de Prensa: El Santo Patrón

Por Gilberto Lavenant
Comentaba aquí, el miércoles de esta semana, bajo el título de “El lobo y caperucita”, las manifestaciones engañosas mediante las cuales el Presidente Felipe Calderón encubre sus malévolas intenciones de reforma laboral, para institucionalizar la esclavitud en México, y de paso, para aniquilar al sindicalismo, base del corporativista, en que se apoyaron los gobiernos priístas para gobernar a México durante más de 70 años.
 Los panistas ya se van de Los Pinos, después de 12 años de yerros y frivolidades, pero antes de eso, por conducto de Calderón, pretenden dar la estocada final a los trabajadores mexicanos, dejándolos a disposición de los patrones, para que estos puedan contratarlos o despedirlos, con plena libertad y sin responsabilidad alguna. En especial, para coptar, maniatar y limitar a las organizaciones sindicales, sometiéndolas a rigurosas formas de fiscalización y rendición de cuentas, y estableciendo requisitos o exigencias prácticamente insalvables, para emplazar a huelga por firma o violaciones de contrato colectivo de trabajo. Felipe no se quiere ir, sin ser reconocido su lado empresarial, de ser identificado como el “Santo Patrón” de los empresarios. Esto, seguramente, para reivindicarse con el sector empresarial, tratando de “sembrar”, para cosechar apoyos, y triunfos, en los comicios presidenciales del 2018. Esto, conforme a su propuesta de reforma a la Ley Federal del Trabajo, presentada el 1 de septiembre del año en curso, aprovechando la reforma política publicada apenas el pasado 9 de agosto, que le permite presentar dos iniciativas de ley, o reiterar alguna de las ya presentadas, bajo la modalidad de preferente, lo que obliga a los legisladores a resolver sobre su aprobación o rechazo, en un plazo de 30 días naturales. Los panistas, al fin y al cabo insensibles y abiertamente proempresariales, en su mayoría, y los empresarios en general, sin duda alguna, han de estar “haciendo changuitos”, o sea cruzando los dedos, deseando que la propuesta laboral calderonista sea elevada al rango de ley, para hacer de las suyas. Muchos podrán decir que esto son meras especulaciones y exageraciones, pero seguramente porque les conviene minimizar las dimensiones de las malévolas intenciones calderonistas, o simplemente porque ni siquiera han leído el texto de su propuesta. Americanizar al sistema laboral mexicano, cuando que aquí no existe el llamado seguro de desempleo, ni los salarios son del tamaño de los que se pagan en la Unión Americana. Es aberrante. La propuesta, pretende permitir la contratación de trabajadores “a prueba”, durante 30 días, para ver si es cierto que están aptos para las labores a desempeñar, y en caso contrario, despedirlos, sin responsabilidad alguna para el patrón, o sea sin verse obligado a pagarles la llamada indemnización constitucional, equivalente a 3 meses de salario y demás prestaciones. El periodo de prueba, podría extenderse hasta ciento ochenta días, o sea hasta 6 meses, cuando se trate de trabajadores para puestos de dirección, gerenciales y demás personas que ejerzan funciones de dirección o administración en la empresa o establecimiento de carácter general o para desempeñar labores técnicas o profesionales especializadas. Imaginen nada más, contratar trabajadores bajo dichas modalidades y al final de tales períodos, cesarlos, sin indemnización alguna, para luego contratar a otros y a otros, en forma constante. La explotación de los trabajadores, sería abierta y “legal”. Lo dice claramente la propuesta calderonista : “…Al término del periodo de prueba, de no acreditar el trabajador que satisface los requisitos y conocimientos necesarios para desarrollar las labores, a juicio del patrón, se dará por terminada la relación de trabajo, sin responsabilidad para éste”. ¡Qué chulada! Pero no sólo eso, pretende permitir que se contraten trabajadores por horas o días, “cuando los servicios requeridos sean para labores fijas y periódicas de carácter discontinuo, en los casos de actividades de temporada o que no exijan la prestación de servicios toda la semana, el mes o el año”. Dicho en otras palabras, en lugar de contratar trabajadores para jornadas diarias de 8 horas, por tiempo indeterminado, los patrones podrán optar por contratarlos solamente por una o más horas, y por uno o más días, semanas o meses, luego de lo cual ya no estarían obligados a volverlos a contratar. Imaginen nada más, el caso de un trabajador de salario mínimo, que percibe más o menos unos 7 pesos por cada hora de trabajo, y que solamente lo contraten por 2 o 3 horas al día, y solamente uno o varios días a la semana, sus ingresos no le alcanzarían para pagar el servicio de transporte público, ni para comprar el “lonche”. Si esto no es esclavitud, entonces, sí es una grosería. Por si fuese poco, se pretende vincular el salario, al nivel de preparación o capacidad del trabajador, a la exigencia de la certificación de tales capacidades y por supuesto al rendimiento o productividad de los mismos. Que contraten máquinas, pues los trabajadores mexicanos tienen un rendimiento lógico y bajo tales condiciones, se pretende explotarlos, bajo la advertencia de que trabajan al ritmo y calidad que la empresa requiere, o los corren. Las autoridades laborales llevarían un registro de la expedición de constancias relativas a conocimientos o habilidades de los trabajadores, como si fuese un título profesional. Incluso se advierte que las vacantes se otorgarán a los trabajadores que acrediten mayor productividad y aptitud, y no a los de mayor antigüedad. Capítulo aparte merece el análisis del desmantelamiento del sindicalismo, también incluído en tal propuesta de reforma laboral calderonista. Ahora que, pensándolo bien, a quienes se debería contratar por hora, es a los legisladores. Que se les pague solamente por el tiempo que acuden a levantar la mano. gil_lavenants@hotmail.com

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