Por Gilberto Lavenant
Cuado el 21 de noviembre del 2011, trascendió que Manlio Fabio Beltrones, declinaba en sus aspiraciones de obtener la candidatura priísta hacia la Presidencia de la República, se pensó que la carrera política del sonorense había terminado. Sobre todo cuando la misiva de despedida la concluye con un mensaje especial : “Mañana, empiezo otra vez”.
Los medios de comunicación explicaban que en una carta dirigida a la militancia priista y a la opinión pública, que sería publicada al día siguiente, el líder de la bancada tricolor en el senado aseguraba que no habría rupturas en el PRI y que su declinación sería la aportación que haría para la victoria del partido.
“Este es –decía resignado Beltrones- uno de los momentos de la vida y la política en que uno se tiene que decidir entre aspirar a ser una figura importante o ser un hombre útil. Hoy he decidido no participar en el proceso interno por la candidatura presidencial, optando por ser un hombre útil al interés de mi país y de mi partido, al que sueño renovado y liderando la construcción de una nueva nación prospera y segura”.
Rechazó tener obsesiones personales o conductas mezquinas y reiteró la necesidad de competir en un ambiente de unidad, pues advirtió que para muchos el adversario a vencer es el PRI, y que en sus obsesiones lo ven como el enemigo principal.
Sin embargo, también advirtió que algunos personajes en su partido, han insistido con prisa en la unidad “para conservar sus privilegios o garantizar sus intereses personales o de grupo”. Era evidente que Manlio Fabio había tenido desencuentros al interior del PRI. En especial con aquellos que simpatizaban con la idea de que el candidato presidencial priísta lo fuese Enrique Peña Nieto y que les incomodaba que
Beltrones insistiera en aspirar a la misma posición.
Incluso, también resultaba evidente que causó malestar en esos círculos peñistas, que Beltrones le estuviera haciendo “sombra”, cuando la postulación del mexiquense prácticamente estaba decidida. Y el Senador, diciendo que era mejor opción para la candidatura y que sería mejor Presidente.
El senador dió a conocer su declinación una semana antes de que se diera la fecha de registro de los aspirantes por la candidatura y días después de varias inconformidades por las modificaciones hechas a la convocatoria para postular al candidato en la que, se acusó, se abría la puerta para un proceso inequitativo.
La declinación, lo dijo, no era un sacrificio, sino su aportación para la victoria del PRI en el 2012. Marcaba pues su deslinde de la contienda presidencial y luego se reintegró a sus labores legislativas, aparentemente tranquilo, como si nada hubiese pasado. Quedaba latente su frase de despedida : “mañana, empiezo otra vez”.
Esto tuvo muchas lecturas. Para muchos, habría una fractura seria en el Partido Revolucionario Institucional. Por un lado los peñistas, por el otro los beltronistas. Los últimos, serían los derrotados, los destinados al destierro, al igual que su líder.
A su vez, el equipo del entonces cuasicandidato presidencial priísta se consolidó y acaparó todos los espacios políticos en torno al mexiquense. Se agregaban los operadores que había acercado el coahuilense Humberto Moreira, con el carácter y las facultades de dirigente nacional del PRI.
Sin embargo, cayó Moreira, Peña Nieto sintió que en su lucha por llegar a la Presidencia de la República, había excluído o marginado a los principales operadores priístas de todo el país. Que el distanciamiento de Beltrones, le había afectado.
Entonces, rectificó y empezó a recomponer su equipo de colaboradores, auxiliado por Pedro Joaquin Codwell, sucesor de Moreira. Reintegró su equipo y dió cabida a representantes de todas las principales fuerzas o corrientes priístas.
El cambio de estrategia se notó claramente, cuando en la designación de candidatos de lista, Manlio Fabio aparece en primer lugar para un escaño en la Cámara de Diputados Federales y Emilio Gamboa Patrón, líder de la CNOP, en el Senado. Se dió por hecho que llegado el momento, ambos asumirán las coordinaciones de los grupos parlamentarios priístas en ambas cámaras.
Ayer lunes, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI Pedro Joaquín Coldwell, anunció la designación de Cristina Díaz Salazar y Manlio Fabio Beltrones como coordinadores de campaña de los candidatos al Senado y a la Cámara de Diputados, respectivamente. Codwell indicó que el objetivo de los nombramientos es ganar la mayoría en el Congreso de la Unión para concretar los proyectos del candidato priista a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. Dos supercoordinadores, no por la relevancia o ascendencia que puedan tener en el priísmo nacional, sino porque serán coordinadores de coordinadores, de coordinadores de coordinadores.
La coordinación nacional de la campaña de Peña Nieto, está a cargo de Luis Videgaray Caso, cercano al candidato. Luego los coordinadores generales de cada una de las cinco regiones o circuncripciones que abarcan varias entidades. Un coordinador general en cada entidad, quienes a la vez designaron a un coordinador por municipio. El CEN del PRI a la vez designó como coordinadores a sus dirigentes estatales y municipales. Ahora Cristina Díaz coordinará las campañas de los candidatos a Senadores y Manlio Fabio las de los candidatos a Diputados Federales. Un enredo con este enjambre de coordinadores.
Lo interesante es que Manlio Fabio regresa a la contienda, como uno más de los “generales”, aunque de primer nivel. Tal parece que ya concilió con aquellos que dijo tenían prisa y alegaban la necesidad de la unidad “para conservar privilegios o para garantizar sus intereses personales o de grupo”. Los observadores políticos critican que en el escenario político siguen apareciendo los mismos actores. Que es más de lo mismo.
gil_lavenants@hotmail.com
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