Por Alberto Aguirre (El Arsenal)
¿Ganar la interna para después perder en la constitucional? ¿Vencer al dedazo calderonista para después permitir el regreso del PRI a Los Pinos? Al paso de las semanas, Josefina Vázquez Mota adquiere un mayor parecido a Francisco Labastida Ochoa, el abanderado del oficialismo que en el año 2000 poco pudo hacer para enfrentar al torbellino de popularidad en el que se convirtió Vicente Fox.
El paralelismo entre el aspirante del PRI a la Presidencia de la República y la abanderada blanquiazul va más allá del fracaso de sus estrategias. Pasa por el trabajo realizado –entonces y en la actualidad– por la investigación del encuestador Mark Penn.
En el 2000, de la mano del estratega Rob Allyn, el encuestador y su socio Doug Schoen, intervinieron en las campañas panistas. Incluso, bajo el paraguas de un “proyecto ciudadano” que llamaron Democracy Watch, ordenaron la publicación de una medición en The Dallas Morning News que adelantaba –dos semanas antes de los comicios– la derrota del priismo.
Aquella vez formaron parte de un plan secreto que buscaba frenar la “operación del aparato oficial”. Un montaje que involucraba a Schoen, quien un año antes había sido consultor en la precampaña de Roberto Madrazo Pintado. Los foxistas trataban así de cubrirse, en caso de que su estratagema resultara fallida.
Dos campañas presidenciales después, Penn & Schoen reaparecen en el diseño estratégico de la campaña panista a la Presidencia de la República. De fama mundial por sus encuestas hiper-detalladas, ejecutores de la “triangulación política” que inventó Dick Morris, desde finales del año pasado trabajaron en la preparación y aplicación de uno de los estudios de los votantes mexicanos más exhaustivos de la historia contemporánea.
Se trató de un “estudio electoral segmentado” que incluyó un cuestionario de más de 260 reactivos, aplicado en toda la República Mexicana, cuyo costo fue cubierto por el CEN del PAN después de recibir las aportaciones de los comités regionales. Una investigación sobre el votante mexicano que, esencialmente, buscaba generar insumos para el “mensaje estratégico” que adquirió una mayor importancia, luego de que Vázquez Mota derrotara en la interna panista a Ernesto Cordero.
Y es que Mark Penn es uno de los arquitectos de los ascensos y las caídas electorales de Hillay Rodham Clinton. Desde 1996, cuando inventó el movimiento que allá se conoció como las “soccer moms”, ayudó al reposicionamiento del mandatario demócrata y después a su reelección. Eran los años del escándalo de White Water, del impeachment y Mónica Lewinski.
En el año 2000, cuando Clinton quiso convertirse en senadora por Nueva York, Penn tomó las riendas de su campaña y obtuvo el crédito por ayudarla a superar sus altos negativos para ganar en un estado donde ella no tenía raíces geográficas.
En el 2008, la senadora Clinton llamó a los estadounidenses a “hacer historia” y compitió por la candidatura presidencial de los Demócratas con Barack Obama. El estratega en jefe de su campaña fue Mark Penn, quien tuvo que renunciar dos meses antes de la Convención Demócrata, ante el cúmulo de errores.
El mensaje estratégico simplemente erró. Pensó que su aval a la guerra de Iraq y su postura de enviar más tropas al Medio Oriente le costó caro sería bien aceptado por los votantes. Después de ganar en New Hampshire, decidió no presentarse a los caucus de algunos estados, lo que generó un fuerte rechazo al interior del partido demócrata.
Era la estrategia de la inevitabilidad… la misma que ahora enarbola Josefina Vázquez Mota.
“Ya es tiempo”, sostiene la candidata panista, “de que México sea gobernado por alguien diferente”. ¿Ser mujer la hace diferente a los políticos tradicionales?
Con la investigación de Penn & Schoen, los creativos de la campaña josefinista (lidereados por Julio Di Bella y entre quienes se cuentan Antonio Solá y Alejandro González Padilla) generaron una primera oleada de spots donde trataron de mostrarla como una política sobria, decidida y con capacidad para afrontar tiempos difíciles. Buscaban posicionarla como la rival de Peña Nieto y dejar de lado la idea de que estos comicios resultarían en un referéndum acerca de la forma de gobernar de los panistas.
Sin embargo desde que Vázquez Mota rindió protesta como candidata ha permeado la percepción de que es endeble, rígida y distante. Colaboradores cercanos creen que los malos resultados de las últimas semanas son la evidencia más palpable de la desorganización del equipo josefinista y la desidia de una parte del panismo.
Penn & Schoen no son los únicos consultores extranjeros que han podido participar en la planeación estratégica de la campaña panista. Al menos dos estrategas foráneos confirmaron haber recibido invitaciones de líderes panistas para hacer recomendaciones. Y por supuesto, está el consultor español Antonio Sola. “En el 2006 a mi me decían que a AMLO no se le podía ganar”, se le escuchó decir recientemente, “Y miren lo que pasó. En este 2012 vamos a ver si es imposible vencer a Peña Nieto…”.
El plan para llevar a Vázquez Mota a Los Pinos ya había sido trazado con la investigación de Penn & Schoen. La ejecución del mismo queda ahora en manos de Roberto Gil Zuarth y Rafael Giménez Valdés, ambos leales calderonistas, quienes coinciden en un punto: si la candidata panista no acorta la distancia que le ha sacado Peña Nieto en las próximas tres semanas, nada podrá hacerse.
Ambos tienen la convicción de que todavía es posible vencer a Peña Nieto, a quien conceden una ventaja de 12 puntos. Sólo salta saber si se atreverán a abrir la caja de Pandora…
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