Por Alfredo Calva.
En las homilías de Jaime Bonilla Valdéz, gobernador del estado de Baja California, que cada mañana celebra a través de sus redes sociales, de manera constante miente a sus gobernados al presumir que en su gobierno no existen las vacas sagradas, que todos los ciudadanos, funcionarios de los tres ordenes de gobierno, empresarios, organizaciones civiles y ciudadanos comunes, deben de cumplir con sus obligaciones que marcan las leyes y ordenamientos establecidos.
Desde su pulpito político se muestra como un implacable sensor, especialmente en contra de aquellos que no se someten a sus caprichos o se sujetan a sus deseos, a esos, los estigmatiza de todo lo que se le ocurre, vigila y escudriña su actividad laboral, pública o privada, y hasta en su comportamiento personal, lo importante para él es denostar la imagen pública y política de los rebeldes.
Pero, cuando se trata de sus cercanos, de sus aplaudidores, de sus zalameros, de quienes sólo tienen como respuesta para él un “si señor, como usted diga", y como buen imitador de su Mesías político, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, le exuda el espíritu Juarista y hace suya y aplica la frase de Benito Juárez García, “A los amigos justicia y gracia, a los enemigos la ley a secas", generando así sus propias vacas sagradas.
Para muestra sólo recordemos el asunto a inicios del gobierno de Jaime Bonilla, en el que fueron denunciados por corrupción tres integrantes de su gabinete, la Secretaria de Bienestar, el Oficial Mayor y el Secretario de Gobierno, Cynthia Gissel García Soberanes, Jesús Núñez Camacho y Amador Rodríguez Lozano, respectivamente, y la sesuda investigación realizada sobre el asunto, ordenada por él, arrojó como resultado que se fueran los desechables y sólo quedara el amigo, Rodríguez Lozano, su primer vaca sagrada.
Y como ese hay otros casos, Mario Escobedo Carignan, su flamante Secretario de Economía Sustentable y Turismo, con una cadena de denuncias y señalamientos por corrupción, y que decir de su doctor preferido, Alonso Pérez Rico, actual titular de la Secretaria de Salud y responsable directo del fracaso en el ataque a la pandemia en el estado, denunciado ante la FGR por fraude, quienes se han convertido para el gobernador Bonilla, aunque él no lo diga, en sus vacas sagradas.
Bajo el concepto de justicia que utiliza Jaime Bonilla para juzgar y sentenciar a las personas utilizando para ello sus dos varas. Con la que mide a los sumisos y en estado permanente de genuflexión y la que emplea draconianamente para juzgar a los rebeldes irreverentes que ignoran sus caprichosas ordenes y ocurrencias, el espinoso asunto en el que está involucrada la presidente municipal de Playas de Rosarito, Araceli Brown Figueredo, terminará en similar responsabilidad a la de sus vacas sagradas, ninguna.
Recordemos que, hace unos días en redes sociales se hizo viral un vídeo en el que se observa a la alcaldesa rosaritense departiendo alegremente con funcionarios de su administración y un grupo musical en sus oficinas de presidencia municipal, en el que degustaron viandas y bebidas con graduación alcohólica, irresponsabilidad e irregularidad que ostentosamente presumieron cínicamente al ser publicado un vídeo del jolgorio por parte de uno de los asistentes a la tertulia, el recaudador de rentas, Manuel González Araujo.
Por todo lo anterior, se puede deducir que en el gobierno de la transformación de cuarta en B.C., que preside Jaime Bonilla, también existen las vacas sagradas.
Y mientras tanto….
Jaime Bonilla, busca soterradamente obtener la candidatura a la alcaldía de Tijuana.
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