Por Teresa Gurza.
Este 19 de octubre se celebró el Día Internacional del Cáncer de mama; padecimiento que pareciera hemos olvidado por el horror de la pandemia.
Y no debiéramos hacerlo, porque es el segundo cáncer más común a nivel mundial, se registra un millón 700 mil nuevos casos cada año, y es la principal causa de mortalidad en mujeres de todo el mundo.
En México se ha incrementado en la última década en casi un 30 por ciento; hay 27 mil 500 nuevos casos anuales y como la mayoría va al médico en etapas terminales, mueren 16 cada día.
Los especialistas sostienen que las mexicanas estamos más expuestas a padecer este cáncer a menores edades, porque empezamos a menstruar más jóvenes.
Y aunque no es frecuente antes de los 30 años; cuando ocurre, es más agresivo y requiere tratamientos más invasivos.
En general la situación de la salud en México ha empeorado con los recortes que gobiernos anteriores y éste, han hecho a los recursos destinados al sector.
Y el desmantelamiento de las instituciones que con tanto empeño lleva a cabo López Obrador, que despareció el Seguro Popular que beneficiaba a mujeres pobres, ha ocasionado que el 86 por ciento de las mujeres con cáncer de mama que acuden a hospitales públicos, haya tenido que interrumpir sus tratamientos.
Además, el aumento de la desigualdad y el número de pobres, se reflejan en el alarmante incremento de fallecimientos por esta enfermedad.
Y a la criminal ineficiencia y demora en los servicios, hay que añadir que hay cientos de miles de mexicanas que no tienen recursos, tiempo y facilidades para saber si padecen cáncer.
Lo que incide en que no se atiendan, en retrasos en los tratamientos y suspensión de ellos por falta de medicamentos y equipos; cosa frecuente, en nuestro sistema de salud.
La OMS y la Norma Oficial Mexicana 041-SSA2-201 recomiendan que las mujeres entre 40 y 69 años se realicen mastografías cada 2 años, pero la cobertura es insuficiente; y el 20 por ciento de las mexicanas de esas edades, se quedan sin ellas.
Y las de más edad que no pueden pagar mastografías privadas, no tienen posibilidad de hacérselas aun sintiendo bultos en los senos y teniendo factores hereditarios, porque el IMSS y el ISSTE, se las niegan.
Octubre se conoce en el mundo, como el mes color de rosa por el moñito que invita a hacer conciencia de la importancia de detectarlo cuanto antes, para poder curarlo.
Estos listoncitos rosados fueron usados por primera vez en Nueva York en 1991, por los participantes en la carrera organizada por la Fundación Susan G. Komen, que hoy tiene más de 80 mil voluntarios y fue fundada en 1982 por Nancy Brinker en memoria de su hermana muerta por cáncer de mama a los 36 años.
Desde entonces en octubre, se organizan maratones, se tiñen de rosa calles y construcciones, y se hacen simposios médicos para analizar los avances en su tratamiento.
Es un cáncer tan extendido, que todos tenemos parientes y amigas que lo han sufrido; y tal vez amigos, porque, aunque en menores tasas, afecta también a los hombres.
Y cada octubre se busca identificar y valorar factores de riesgo, promover estilos de vida saludables, incidir en la investigación y el diagnóstico precoz, como esencial para superarlo.
La detección temprana se hace con visitas al ginecólogo para revisiones y mamografías, o en casa con autoexploraciones.
Los primeros signos pueden ser, un bulto en el seno, un seno o axila doloroso, o una secreción del pezón.
El 15 por ciento de estos cánceres se debe a factores hereditarios y las mutaciones de los genes BRCA1, BRCA2, y TP53, lo hacen en algunas familias más frecuente.
Son también factores para sufrirlo, el uso prolongado de anticonceptivos orales y terapias de sustitución hormonal, el inicio de la menstruación a edad temprana, la aparición tardía de la menopausia, el primer embarazo en edad madura, el acortamiento de la lactancia materna, y no tener hijos.
Influyen por supuesto, como en otros cánceres, el tabaquismo, consumo de alcohol, sobrepeso, obesidad y falta de ejercicio físico.
Y ya que estamos en temas médicos, es el colmo que en unos cuántos días hayan robado al gobierno, millones de pesos en medicamentos oncológicos indispensables para los niños enfermos de cáncer, 10 mil vacunas contra la influenza y 20 aparatos para diálisis.
¿Habrá en las oficinas de salud de la 4T, ladrones que saben cuándo y qué equipos y medicinas llegan y dónde se resguardan?
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