Aunque no ha sido la peor semana, la pasada también tuvo sus asegunes.
Sobre todo porque no paran ni los despilfarros que hacen los del poder con el dinero de todos, ni la violencia y los asesinatos; por los compatriotas que murieron asfixiados en la caja de un tráiler; y porque los vítores al narcotraficante y asesino El Ojos en su sepelio, muestran lo bajo que hemos caído.
Empezaré por este tema.
Hace algunas décadas, sorprendió que en un traslado que se hacía de Caro Quintero, gente parada en las banquetas lo aplaudiera con entusiasmo.
Pues ahora sucedió eso mismo, pero como diría Gila a lo bestia, cuando coreando como en cualquier mitin perredista “se ve, se siente, Felipe está presente” y lanzando porras, cientos de personas acompañaron al panteón civil de San Lorenzo Tezonco, el cuerpo de El Ojos, el criminal abatido a principios de semana por la Marina.
Una nota de Antonio Nieto publicada por Reforma, precisó que las mujeres gritaban “¡Viva el Inge, viva el Inge!” y que enormes coronas eran llevadas al cementerio ubicado en la zona que “El Ojos” controló desde 2012, sin ser molestado.
Y varios medios informaron que tras el entierro, se detuvo a los ocupantes de un automóvil charger de color rojo, porque no hicieron caso a la señal de detenerse.
Pero lo curioso del caso, es que según un boletín de la PGR publicado el martes por El Universal, los detenidos fueron tres y además de armas llevaban tres millones y medio de dólares y 239 mil 700 pesos.
Sin embargo al día siguiente, miércoles, el mismo diario consignó que la PGR “ajustó” la cantidad que portaban “los cuatro detenidos”, a mil 475 dólares.
¿Tan mal ve y tan mal cuenta la PGR, que vio tres hombres y eran cuatro; y creyó contar tres millones y medio de dólares y no llegan ni a dos mil?
Y mientras la mitad de los mexicanos no tiene para lo básico y cientos de miles emigran buscando una vida mejor para sus familias y mueren en el intento, funcionarios, jueces, consejeros y legisladores, dilapidan millones.
Esta semana Claudia Guerrero informó en Reforma, que el Senado triplicó su gasto en viáticos, viajes y comisiones; y que incrementó 37 por ciento, el presupuesto aprobado para asesores, porque contrató 438 más, por lo que tiene ya, mil 388; casi tres por cabeza.
Sería bueno que en el futuro, no se acepte las candidaturas de los que requieran de tantos asesores.
Y eso no todo, porque los senadores aumentaron 11 veces el gasto en mobiliario y equipo, 25 veces el de bienes inmuebles y 50 lo que se les va en alimentos y utensilios.
La misma falta de austeridad se refleja en Los Pinos; los gastos en seguridad del presidente, aumentaron en casi 644 millones de pesos; cuidarlo de enero a mayo costó, más de mil 344 millones de pesos.
Comprobamos también esta semana, lo carísimas que están resultando nuestras elecciones.
Hay quien dice que criticar al INE, es atacar a la democracia; pienso lo contrario, porque no se ataca a la institución que nos ha permitido ir avanzando; se cuestiona lo que suelen hacen sus consejeros, que como muchos otros funcionarios, cobran demasiado para su eficiencia y el nivel de pobreza que tenemos en México.
Y para disculpar sus ineficiencias, se valen de vocablos que no habían usado; como los famosos engroses, que permitieron anular la elección en Coahuila; pero no, la del Estado de México.
Además del presupuesto anual del INE que asciende a 15 mil millones de pesos, hay que pagar los aún más onerosos salarios de los jueces electorales.
Basta leer la nota de Martha Martínez en Reforma, para comprender que no es posible seguir gastando esas enormes cantidades en elecciones que tras de todo, resultan cuestionadas.
Vean nada más: Los siete consejeros del Tribunal Electoral ganan 380 mil pesos al mes, por cabeza; de modo que cada uno de los tres que durarán nueve años, se irán con cuando menos, 40 millones de pesos.
A lo que hay que sumar sus viajes, viáticos, seguros y lo que cobran sus respectivos equipos; en promedio 47 millones de pesos anualmente, por cada consejero.
En fin, parece increíble que Peña Nieto no capte la situación de desigualdad en que vivimos y que en lugar de cambiar el rumbo económico de su gobierno, se encomiende “a la diosa fortuna”, para terminar bien su sexenio.
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