Especuladores interesados y analistas y encuestadores que cobran como si fueran eficientes, nos mantuvieron meses con la cantaleta de que era imposible que Donald Trump ganara la presidencia de Estados Unidos; y que era tan pésimo candidato, que por su efecto se hundiría el Partido Republicano.
Pero ¡Oh sorpresa!, Trump ganó y el partido que lo postuló, aseguró una mayoría en las dos Cámaras, que no lograba desde hacía cien años.
Por tercera vez en este año, y muchas más desde que tengo memoria, los analistas y encuestadores se equivocaron.
Haber fallado tantos pronósticos era como para que se hubieran retirado, pero siguieron vaticinando, y equivocándose, hasta que este año quedaron en ridículo a nivel mundial, primero con el Brexit; luego con el plebiscito colombiano, y ahora con Trump; pero ahí siguen alzando cejas y echando la culpa de sus fallas a lo que se les ocurre.
Pero como en el juego voy derecho y no me quito, los votantes de Trump no hicieron caso a lo que decían medios y expertos tras cada debate; al contrario, se sintieron cada vez más atraídos por el enojo que contra prácticamente todo, mostraba ese monstruo defensor de lo más indecente que hay en los seres humanos, como la tortura, los abusos contra mujeres, el racismo y los bombardeos contra inocentes.
Está claro que en todos lados, la gente está harta de sus gobernantes y que se venga, votando; aunque sea, por alguien como Trump.
Nada de lo que dijo o hizo, decepcionó a electores con los que aparentemente no tiene nada en común; pero a los que les dijo, lo que en cada momento querían oír.
Y lo grave del asunto, es precisamente la cantidad de estadounidenses que coinciden con él; y el peligro real es tener como vecinos a millones que nos odian tanto, que si no hubiera sido por los 55 votos electorales que le aportó California, Clinton hubiera quedado en la lona.
También hay en México millones de compatriotas que de una u otra forma coinciden con el Trump racista, machista y retrógrado; y están ahí, al acecho.
Me ha sorprendido algunas veces que gente sin recursos, ansié comprar productos anunciados por niños rubios y regordetes y jóvenes blancas y delgadas; y alguna vez al preguntarles respondieron medio en broma medio en serio, que quien quita si al usarlos, eso se les contagia aunque sea poquito; ¿pensarán los votantes trumpistas que se les pegará riqueza o facha, de la familia del presidente electo?
Tan increíble como esa actitud, es que en Estados Unidos sigan aumentando las entidades que aceptan el consumo de marihuana para fines médicos o recreativos, mientras en México continuamos matándonos y gastando lo que no tenemos, para impedir que llegué allá.
¿Hasta cuándo?
Y en tanto estábamos ocupados y preocupados con las elecciones gringas, acá siguieron pasando cosas que hablan de la ineficiencia y corrupción del gobierno; y de su incapacidad para hacer frente a lo que se nos viene, si Trump cumple aunque sea parte de sus amenazas.
Vean: Pemex destinó en plena crisis, más de 56 millones de pesos a los 34 Juegos Deportivos Nacionales Petroleros, que duran un mes y terminan el 4 de diciembre.
El gobernador priista de Chihuahua, César Duarte, mantenía 500 'aviadores' y cobraba el cinco por ciento del pago a mandos medios, para donárselo al PRI.
Gobernadores que pasaron seis años robando a manos llenas, a la vista de todos y sin que nadie les parara el alto, siguen libres; Padrés no fue localizado, se entregó; a Duarte no lo encuentran y contra varios otros, ni órdenes de detención hay.
Entre enero y septiembre de este año, la Presidencia excedió en más del 63 por ciento, 11 mil millones de pesos, el gasto aprobado por el Congreso; y se pasaron del suyo entre el 50 y el 29 por ciento más, las secretarias de Turismo, Función Pública, Hacienda, Relaciones Exteriores y Gobernación.
Ante esos datos pregunto ¿Para qué perderán tanto tiempo y dinero en elaborar y discutir un presupuesto que no se va a respetar?.
Por todo eso y por mucho más, coincido plenamente con el planteamiento de la UNAM, que en su último boletín de vinculación con los egresados advierte que a México le urge replantearse totalmente, su relación diplomática con EU y que requiere de una verdadera política de Estado que incluya a todos los sectores de la sociedad, principalmente a las Universidades.
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